La muerte de cientos de ballenas grises que aparecieron en las costas de Canadá y Estados Unidos se debió a inanición, concluyeron científicos canadienses, y ahora investigadores estadounidenses intentarán determinar las causas de este fenómeno.
Los restos de más de 100 ballenas, de hasta 15 metros de largo y 16 toneladas de peso, aparecieron en los últimos meses en playas del estado de Washington, en Estados Unidos, Alaska y la provincia canadiense de Columbia Británica. Se cree que otro centenar de cuerpos derivó hacia alta mar.
Funcionarios de pesca de Columbia Británica, que analizaron durante tres meses muestras de tejidos en busca de sustancias químicas y disecaron los restos, anunciaron la semana pasada que las ballenas habrían muerto simplemente de hambre.
Los científicos afirmaron que los cetáceos no ingirieron suficiente alimento para acumular las sustancias grasas vitales que posibilitan su larga migración desde Baja California hasta el mar de Behring.
La cuestión ahora es cómo pudo ocurrir esto. El ministro canadiense de Ambiente, David Anderson, pidió a investigadores nacionales y de Estados Unidos que traten de determinar por qué las ballenas no pudieron obtener suficiente alimento.
"Es natural, hasta donde podemos afirmar, pero es algo que debemos investigar… Los estadounidenses tienen más restos de ballenas en sus playas que nosotros, de modo que están muy involucrados en esto y van a realizar un estudio en el mar de Behring", dijo Anderson.
La investigación será conducida por la Administración Oceánica y Atmosférica y el Servicio de Pesca del gobierno de Estados Unidos, agregó.
Los científicos canadienses que examinaron los restos de las ballenas muertas sobre la costa de la Columbia Británica quedaron sorprendidos por las condiciones de desnutrición de los cetáceos.
"Tenían poquísimas reservas grasas", apuntó Peter Ross, científico del Departamento Canadiense de Pesca, quien supervisó el examen. "Su capa de grasa era muy fina y demostraba que, en última instancia, las ballenas perecieron por hambre".
Las ballenas grises norteamericanas nadan cerca de 29.000 kilómetros desde las aguas donde se alimentan en verano, en el mar de Behring, hasta México, donde se reproducen, explicó Ross.
Un segundo grupo de cetáceos, más reducido, nada hacia Asia para reproducirse en las costas de Corea del Sur. Las ballenas de ese grupo fueron cazadas hasta 1969.
El tercer grupo de esos grandes mamíferos en el Atlántico norte fue exterminado y eliminado de esas aguas por los balleneros hace 300 años.
Científicos ambientalistas están preocupados porque las ballenas puedan haberse contaminado con sustancias químicas tóxicas como bifenoles policlorados, que ya fueron encontrados en grandes cantidades en la carne de cetáceos muertos a lo largo de las costas de Columbia Británica.
"En el verano (boreal), esas ballenas grises, esencialmente, se ponen en condiciones para poder nadar de regreso a México", señaló Ross. "Entonces se reproducen y luego retornan a sus áreas alimenticias en el norte".
"Parece exactamente como si les hubieran faltado las fuerzas, o que eso le ocurrió a cierta cantidad de ballenas en su viaje de regreso", dijo.
Ross cree que las ballenas grises, que filtran los alimentos a través de las placas cartilaginosas que tienen en la boca, fueron víctimas de una merma de la producción de nutrientes en el mar de Behring.
Las últimas corrientes de El Niño y La Niña alteraron el ecosistema del Pacífico septentrional, señalaron los científicos.
Pescadores de la costa canadiense reportaron haber avistado especies de peces que, normalmente, no se encuentran más al norte de California, mientras los cardúmenes de salmones de agua fría disminuyeron dramáticamente.
Las ballenas grises ya no figuran entre las especies en peligro, si bien fueron cazadas hasta su virtual extinción a comienzos de este siglo.
Actualmente hay cerca de 25.000 de esos grandes mamíferos en la costa occidental de América del Norte. Antes que se produjera la caza comercial, eran capturadas por las comunidades indígenas de la costa del Pacífico.
En la última primavera boreal, un grupo nativo del estado de Washington reinició una caza ceremonial que provocó controversias entre ambientalistas.
Ross apuntó que si bien 100 ballenas aparecieron muertas en las costas, los investigadores canadienses creen que cerca de 1.000 cetáceos perecieron durante su migración estival.
Las restantes ballenas están comenzando ahora su migración hacia el sur, y funcionarios canadienses de pesca las están vigilando para determinar si el proceso de nutrición del verano último fue mejor que el anterior.
Otro indicio de la escasa ingestión de alimentos fue la falta de ballenatos avistados durante la migración de los cetáceos hacia el norte, indicó.
"Observamos muy pocos ballenatos que regresaban al norte con sus madres", dijo Ross. "Sospechamos que este es otro indicio de que, durante su proceso de alimentación en el mar de Behring, las hembras no obtuvieron suficientes nutrientes como para sostener su ciclo reproductivo".
Informes desde México indicaron que las ballenas grises tuvieron problemas en sus áreas tradicionales de alimentación debido a las minas costeras de sal que están afectando la composición química del océano.
Sin embargo, Ross dijo que la cantidad de toxinas no parece haber sido el factor determinante de la última mortandad de ballenas. "En realidad encontramos niveles muy bajos de pesticidas y bifenol policlorado".
"Es una buena noticia desde el punto de vista de la contaminación pero, obviamente, la muerte de esas ballenas grises nos está comunicando algo muy importante acerca del estado de nuestros océanos", observó.
"Ocurren otras cosas en el Pacífico noroccidental que interesan a los humanos, como la reducción de los cardúmenes de salmón y otros problemas", expresó.
"No estamos seguros si algunos de los cambios oceanográficos comprobados en el Pacífico septentrional y el mar de Behring responden a un ciclo natural… o son producto del cambio climático resultante de actividades humanas", admitió Ross. (FIN/IPS/tra-en/mb/mk/ego-mlm/en/99