La mayor parte del personal de la ONU evacuó hoy su asediada sede en Dili, la capital de Timor Oriental, dejando atrás apenas un contingente mínimo por voluntad del gobierno de Indonesia y del propio foro mundial.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) no desea dar la impresión de que abandona a los timorenses orientales en el peor momento, y Yakarta parece consciente de que un retiro total dañaría aún más su menoscabada imagen internacional.
La violencia en Timor Oriental se agravó luego del plebiscito de autodeterminación del 30 de agosto, en que 78,5 por ciento de los votantes optaron por la independencia de Indonesia, que ocupa el territorio desde 1975. La anexión nunca fue reconocida por la ONU.
En la tarde de este viernes, unos 300 miembros de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Timor Oriental (Unamet) fueron trasladados en aviones de la fuerza aérea australiana de Dili a Darwin, en el norte de Australia.
Cerca de la mitad del personal era timorense y su vida corría especial riesgo, según informes de prensa de Australia.
Entre 50 y 80 funcionarios internacionales de la ONU probablemente permanecerán en el complejo de Dili, ahora que el ejército indonesio ofreció nuevas garantías de seguridad a una misión diplomática del foro mundial.
Informes de Dili señalaron que "la situación era relativamente calma la noche pasada", indicó el secretario general de la ONU, Kofi Annan.
El primer ministro de Australia, John Howard, declaró este viernes que "el deterioro de la situación se detuvo".
El hecho de que timorenses orientales hayan podido abandonar Dili por avión indica que hay "un mayor nivel de cooperación entre la ONU y las autoridades indonesias", declaró Howard a la Australian Broadcasting Corporation.
Sin embargo, informes de Dili señalaron que hombres armados se introdujeron en el edificio de la ONU y amenazaron tanto al personal como a residentes locales que se refugiaban allí.
El retiro del personal de la ONU debía empezar el jueves, pero fue postergado porque los funcionarios no podían abandonar a su suerte a los timorenses refugiados en el complejo.
Desde entonces se alcanzó un acuerdo entre la ONU y el ejército indonesio que permitiría a los refugiados ser evacuados de manera segura a la localidad de Dare, a unos 10 kilómetros de la capital.
Estimaciones previas señalaban que todavía había en el edificio unos 1.000 refugiados, pero el número tendía a reducirse dado que muchos huían por temor a ser atacados una vez que se retirara la mayor parte del personal.
Annan declaró en Nueva York que la ONU está determinada a mantener su presencia en Timor Oriental, y funcionarios de la organización en Dili expresaron su esperanza de poder funcionar bajo un nuevo comandante militar para el territorio, si la seguridad mejora.
Autoridades indonesias afirmaron que la situación en Timor Oriental mejoró un poco el jueves, y funcionarios de la ONU informaron que el mismo día llegó un vuelo de Darwin con suministros.
Pero Alan Mills, de la policía civil de la ONU, advirtió que no hay lugar para la complacencia y señaló que las milicias proindonesias saquearon dos de sus depósitos en los últimos dos días.
Mientras, funcionarios de la ONU en Dili continuaban oyendo disparos este viernes por la mañana.
La ONU también ordenó a los periodistas extranjeros que se hallaban en el complejo que evacuaran el lugar junto con los funcionarios.
Una misión diplomática de la ONU, integrada por cinco miembros, se reunió este viernes con el ministro de Defensa indonesio, el general Wiranto, quien prometió hacer todo lo necesario para que Unamet pudiera permanecer en Timor Oriental.
Pese al escepticismo sobre las promesas de Yakarta, éstas fueron interpretadas como una respuesta a los llamados de intervención internacional en Timor Oriental.
La misión diplomática también se reunió este viernes con el líder independentista timorense José "Xanana" Gusmao, cuyo padre habría sido asesinado por milicias proindonesias en Dili, según la agencia de noticias portuguesa Lusa.
Mientras, el líder timorense José Ramos Horta viajó a Auckland, Nueva Zelanda, en busca del apoyo de los miembros del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, que se reunirá los días 12 y 13, para la formación de una fuerza internacional de pacificación.
"Este es un genocidio a las puertas del siglo XXI", declaró Ramos Horta.
Mientras, la Alianza de Periodistas Independientes de Yakarta expresó su temor por ocho periodistas indonesios que están desaparecidos desde la imposición de la ley marcial en Timor Oriental, el martes.
"Todos ellos están desaparecidos y, según algunos informes, fueron capturados por militares", declaró Ging Ginanjar, de la Alianza, en un mensaje a todos los medios.
Más de 200.000 timorenses orientales, de un total de 800.000, fueron desplazados por la violencia.
Varios cientos habrían sido asesinados desde el plebiscito del 30 de agosto, que desató una serie de matanzas, saqueos e incendios por parte de paramilitares proindonesios y, según testigos, de miembros del propio ejército indonesio. (FIN/IPS/tra-en/bb/js/js/mlm/hd-ip/99