La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se encuentra una vez más subequipada e incapaz de prevenir una crisis ante el agravamiento de la violencia en Timor Oriental, donde el lunes último se realizó un plebiscito de autodeterminación.
Las fallas de enfoque del foro mundial quedaron en evidencia apenas 48 horas después de la votación, cuando milicias proindonesias mataron a dos personas e incendiaron casas cerca de una base de la ONU en Dili, la capital de Timor Oriental, además de apedrear la propia sede.
Funcionarios de la organización pudieron proteger a unos 300 timorenses orientales que huían de las milicias, pero la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Timor Oriental (Unamet), que cuenta apenas con 270 policías desarmados y depende de Indonesia para su seguridad, apenas puede defenderse a sí misma.
Peter van Walsum, actual presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, condenó "del modo más enérgico la violencia en Dili", pero el organismo ejecutivo de 15 miembros no se mostró dispuesto a hacer más para detener la creciente violencia.
Algunos miembros del Consejo sugirieron que debe considerarse el envío de hombres armados, pero el embajador de China, Shen Guofang, advirtió que su país no aceptaría tal medida sin el acuerdo de Indonesia.
Además, es muy improbable que el gobierno de Indonesia, que ocupó Timor Oriental en 1975 y fue acusado de armar a las milicias responsables de la última ola de violencia, acepte el envío de cascos azules a la antigua colonia portuguesa.
Mientras, la policía indonesia hace poco y nada por detener la violencia en Timor Oriental.
Como resultado, la ONU enfrenta ahora el mismo dilema que en Sierra Leona, Bosnia-Herzegovina, Angola y otras zonas de guerra: cómo impedir un conflicto predecible sin los medios adecuados.
El Consejo de Seguridad autorizó la semana pasada a Unamet para que desplegara hasta 460 policías civiles y 300 funcionarios militares de enlace.
Pero esas fuerzas desarmadas, según un acuerdo firmado en mayo entre Indonesia y Portugal con la mediación de la ONU, solamente pueden coordinar asuntos de seguridad con Yakarta y entrenar una fuerza policial timorense.
Como resultado, el personal de la ONU en Timor Oriental sólo puede pararse a mirar mientras cientos de personas quedan atrapadas en la violencia posterior al plebiscito, en que los timorenses decidieron entre la independencia o la integración a Indonesia bajo un plan de autonomía propuesto por Yakarta.
Como dijo a IPS un diplomático europeo, "no es difícil entender por qué pasa todo esto. ¿Cuántos países hicieron algo cuando la violencia resurgió en Angola?"
Los cascos azules se retiraron de Angola este año, y el foro mundial se mantuvo al margen mientras la guerra civil se reanudaba con nuevo ímpetu y cobraba la vida de unos 200 angoleños por día.
En el caso de Timor Oriental, varios factores impiden la acción de la ONU.
Por un lado, muchos países se resisten claramente a enviar soldados en circunstancias hostiles.
Más importante, el acuerdo firmado en mayo, que abrió el camino al plebiscito, comprometió a la ONU a respetar la responsabilidad exclusiva de Indonesia por el mantenimiento de la seguridad antes, durante y después de la votación.
Si la ONU resolviera desplegar soldados en Indonesia ahora, Yakarta interpretaría esa medida como una violación del acuerdo del 5 de mayo, dijo un funcionario del foro mundial que solicitó reserva.
Pero si la ONU espera a que Indonesia apruebe el resultado de la votación en una sesión especial de la Asamblea Consultiva del Pueblo, sólo en noviembre podrá enviar fuerzas de paz, y para ese entonces la violencia podría ser incontrolable.
La organización mundial debería elaborar planes de contingencia para prevenir un deterioro de la situación en Timor Oriental, opinaron diplomáticos del Consejo.
"Debemos estar preparados para tomar medidas cuando sea necesario", exhortó el embajador británico John Weston.
El embajador de Portugal, Antonio Monteiro, urgió al Consejo a tomar medidas más duras contra las milicias y sus seguidores si la violencia persiste, pero los aliados de Indonesia, principalmente China, podrían vetar esas propuestas.
Mientras, Estados Unidos se limita a advertir suavemente a Yakarta que debe reprimir la violencia.
Indonesia todavía "no cumplió de forma adecuada" con su responsabilidad de ofrecer seguridad y mantener el orden, declaró el miércoles Phil Reeker, portavoz del Departamento de Estado estadounidense.
Varios funcionarios de la ONU advirtieron en privado que la tensión entre las milicias proindonesias y el movimiento por la independencia podría aumentar tras la publicación de los resultados del plebiscito, la semana próxima. (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/mlm/ip-hd/99