El Sur en desarrollo requiere entre 30.000 y 40.000 millones de dólares al año para cubrir sus necesidades básicas de salud, educación y alimentación, pero los recursos para esos fines siguen cayendo, alertó hoy una agencia de la ONU.
El "paquete integral" de inversiones necesarias para el desarrollo del Sur comprende 17.000 millones de dólares anuales para programas de planificación familiar y salud reproductiva, incluidos en el Plan de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD), de 1995.
Así lo estima el "Estado de la población mundial 1999", elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (FNUAP).
Para conseguir los fondos, el FNUAP considera que los gobiernos deben aumentar sus inversiones en el terreno social, que han disminuido de manera constante en los últimos años, al tiempo que los países del Norte industrializados tienen que incrementar sus contribuciones al desarrollo del Sur.
Cada vez más gente de una mayor cantidad de países, en especial los sectores más pobres, depende de la extensión de los servicios públicos de salud y educación, apunta el informe.
El propio FNUAP, que comenzó sus actividades hace 30 años con apenas un millón de dólares, hoy necesita miles de millones para sus variadas actividades en población y desarrollo, señala el documento.
La ayuda oficial al desarrollo por todo concepto vertida por las naciones industrializadas cayó de 61.000 millones de dólares en 1992 a 47.600 millones en 1997, mientras las demandas emanadas del Sur en desarrollo no cesaron de crecer en el mismo año.
La asistencia brindada por los países y organismos donantes para cumplir con las metas del Plan de Acción de la CIPD se situó entre 1.900 y 2.000 millones de dólares, algo más de un tercio del mínimo fijado por el encuentro celebrado en El Cairo (5.700 millones de dólares).
El sector privado, en el que se incluyen las organizaciones no gubernamentales y las fundaciones, contribuyó a cubrir de manera parcial el déficit, "pero nada puede remplazar las responsabilidades de los gobiernos en la materia", tanto de los propios países en desarrollo como de los industrializados, indica el FNUAP.
El recorte de estos fondos obedece tanto a razones estructurales como temporarias, explica la agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
Entre las causas estructurales se destaca la "presión de la globalización", el ensanchamiento de la brecha entre países industrializados y en desarrollo, y entre pobres y ricos en el interior de cada nación, además del retiro de algunos donantes de las instituciones políticas de ayuda al desarrollo.
A esos factores se suman otros, como las crisis económicas y financieras sufridas por países del Sur en desarrollo y los programas de ajuste estructural aplicados en la gran mayoría de ellos, que implicaron la disminución del gasto público.
Esos programas de ajuste tuvieron "un impacto desproporcionado en los sectores más pobres" de las naciones del Sur, que son "los más necesitados del apoyo estatal" en áreas como educación y salud, indica el documento.
El FNUAP llama a un aumento de las inversiones en desarrollo de parte de todos los países participantes en la conferencia, para que las metas de la CIPD "no queden en el papel" y puedan ser alcanzadas.
También convoca a una mayor coordinación entre gobiernos, sociedad civil y donantes.
Al desglosar las contribuciones vertidas por los donantes para los programas de población respecto del producto bruto interno de cada país, el FNUAP informa que Holanda, Noruega y Dinamarca se mantuvieron a la cabeza en toda esta década, mientras Australia, Finlandia y Gran Bretaña registraron un repunte en los últimos años.
En cambio, Estados Unidos, que llegó a ser el primer contribuyente en ese plano, redujo su nivel de ayuda en el mismo lapso.
La Unión Europea (UE) encara, a su vez, un plan de asistencia en salud reproductiva a siete naciones de Asia, lo cual indica la prioridad que ese bloque da al cumplimiento de las metas de la CIPD.
Sin embargo, el FNUAP constata que las estructuras burocráticas de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, dificultaron que esos proyectos se concretaran.
En cuanto a las contribuciones de los organismos multilaterales, el informe indica que el Banco Mundial movilizó recursos hacia servicios sociales básicos en los países del Sur en desarrollo por medio de la reducción de la deuda externa de los países pobres más altamente endeudadas.
Ese banco también dispuso en 1998 unos 12.000 millones de dólares para la asistencia a refugiados y desplazados por emergencias de todo tipo, así como a préstamos destinados a salud, educación, alimentación y protección social, entre otros.
El FNUAP estima que en 1997 (última cifra conocida), gobiernos y organizaciones no gubernamentales de los países del Sur dedicaron unos 7.000 millones de dólares a programas de población, mientras del sector privado emanaron otros 1.000 millones de dólares con ese fin.
Los países de Asia y del área del océano Pacífico (con 5.000 millones de dólares) lideraron esos esfuerzos, seguidos por América Latina (algo más de 1.000 millones).
No obstante, esas cifras globales encierran amplias disparidades.
Ochenta por ciento de los 7.000 millones de dólares gastados por todo el Sur en desarrollo en planes de salud reproductiva y planificación familiar se concentraron en sólo cinco naciones: China, India, Indonesia, Irán y México.
En los 51 países más pobres del mundo, en cambio, las inversiones en ese plano fueron muy escasas.
Estudios realizados por el Banco Mundial demuestran que en esas naciones los programas en salud reproductiva y planificación familiar dependen cada vez más de las contribuciones de privados, como lo demuestran en particular los casos de Bangladesh y Filipinas.
En América Latina, el sector privado ya es el principal financiador de esos servicios, mientras en Africa y en algunos países asiáticos el Estado continúa jugando un papel central en la materia.
A su vez, las donaciones concedidas por fundaciones particulares de los países del Norte industrializado se incrementaron de manera muy importante en los últimos años.
Las fundaciones Ford, Rockefeller, MacArthur, Hewlett y Mellon contribuyeron en 1996 y 1997 con montos que van desde los 10 a los 30 millones de dólares cada una para diversas actividades en materia de población.
Por su parte, la Fundación Packard anunció en noviembre de 1998 que destinará más de 300 millones de dólares en los próximos nueve años a programas internacionales en salud reproductiva y población.
El magnate de la informática Bill Gates aportó en 1998, a través de la fundación que lleva su nombre, 1,7 millones de dólares a programas de la ONU, en particular los conducidos por el FNUAP.
Gates entregó este año otros 75 millones de dólares a diversas instituciones para programas de combate a la mortalidad infantil y la formación de profesionales en salud reproductiva de los países del Sur en desarrollo. (FIN/IPS/dg/dm/pr/99)