Gurkhas (nepaleses de la etnia rajput) que sirvieron en el ejército de Gran Bretaña se reunieron la semana pasada en Katmandú para discutir el modo de lograr que se les paguen pensiones equivalentes a las de sus pares de origen británico.
Asanti Rai, esposa de un soldado gurkha que formó parte de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y murió en Kosovo en junio, recibió una compensación equivalente a sólo 7,5 por ciento de lo que recibiría la viuda de un sargento británico.
Durante los últimos cinco años, la Organización de Ex Militares del Ejército Gurkha (GAESO, por su sigla en inglés) ha presionado a las autoridades de Gran Bretaña para que equiparen los salarios y pensiones de los gurkhas con los de sus pares del ejército británico.
Un conjunto de leyes británicas sobre empleo y discriminación racial de comienzos de los años 70 podrían aplicarse al caso de los alrededor de 26.000 ex soldados gurkhas, dijo Henrietta Hill, abogada británica e integrante del equipo de apoyo legal de la organización Gurkha International.
En Katmandú se discutió la cuestión de las pensiones y otros beneficios de seguridad social para los gurkhas, y también la aplicación de un tratado firmado en 1947 por Gran Bretaña, India y Nepal sobre el reclutamiento de gurkhas por parte del ejército británico, así como los efectos culturales y sociales de ese reclutamiento.
Los gurkhas comenzaron a servir en el ejército británico desde 1817.
La situación de los gurkhas podría ser considerada de acuerdo con las leyes británicas, y probar que fueron tratados de manera menos favorable que sus pares británicos es fácil, pero demostrar que la discriminación se debió a motivos étnicos puede ser más complicado, dijeron los abogados.
En la reunión se sugirió la posibilidad de que los gurkhas se acojan a las normas de la Convención Europea sobre Derechos Humanos y Libertades Fundamentales, la Convención Internacional para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación, la Organización Mundial del Trabajo o el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Sin embargo, la mayoría de esas normas internacionales para la protección de los derechos humanos sólo pueden aplicarse una vez que se han agotado los recursos legales correspondientes a nivel nacional.
La organización de los ex militares desea que el asunto se resuelva de manera diplomática y amigable, y sólo iniciará acciones legales si eso no ocurre, indicó el abogado Yubaraj Sangroula.
Sangroula dijo que tenía esperanzas de que la cuestión se zanjara en forma satisfactoria para los gurkhas, mediante la intervención de un comité de evaluación británico y una comisión del parlamento nepalés que se formaron este año.
La GAESO pidió al gobierno británico pensiones para quienes fueron dados de baja tras las dos guerras mundiales y la lucha contra insurgentes comunistas en Malasia en los años 60, y visas de residencia en Gran Bretaña y en territorios bajo su gobierno para los ex soldados gurkhas.
También solicitó que se brinden servicios de educación y de seguridad social para los hijos de esos ex soldados.
Casi 4.000 gurkhas sirven en el ejército británico. La pensión que reciben los retirados varía entre 43 y 105 dólares por mes en el caso de los soldados, y entre 59 y 143 dólares en el de los oficiales. En contraste, un soldado británico que se retira después de 22 años de servicio recibe 617 dólares por mes.
La GAESO afirmó tras la reunión que el gobierno británico viola convenciones internacionales sobre los derechos humanos, sus propias leyes sobre discriminación racial y el tratado tripartito de 1947, en el cual se estableció que los soldados gurkhas recibirían el mismo tratamiento que los británicos.
En el marco de ese tratado, Gran Bretaña e India firmaron un acuerdo por separado para equiparar los salarios de los gurkhas en el ejército británico con los del ejército indio.
"Soportamos las mismas cosas, peleamos y transpiramos igual que los soldados británicos", dijo Sher Bahadur Rai, un veterano de guerra gurkha de 79 años de edad, quien se alistó en el ejército británico en 1940.
Rai y otros miles de gurkhas fueron enviado de regreso a Nepal en 1946, con poca o ninguna compensación.
"Nos dijeron que volverían a llamarnos pero nunca lo hicieron", dijo Rai, quien pasó un par de años en un campamento de prisioneros japonés, donde realizó trabajos forzados. El veterano reside en el este de Nepal, y soportó un cansador viaje en ómnibus para asistir a la reunión de Katmandú.
"Ahora que nos reunimos aquí, es posible que ocurra algo", declaró Tul Bahadur Pun, otro veterano de guerra gurkha de 79 años de edad.
Pun lleva con orgullo una condecoración del ejército británico por actos de valor en el combate, pero tiene dificultades para sobrevivir con su pensión mensual de 40 dólares por mes, con la cual dijo que sólo puede comprar un saco de arroz. (FIN/IPS/tra- en/rl/an/at/mp/hd lb/99