Los rociadores de pesticidas de las plantaciones de palma y de caucho en Malasia, en su gran mayoría mujeres, pueden perder la vista o contraer cáncer, entre otras enfermedades, por las sustancias químicas que manejan.
Kamala se queja de problemas en la piel y de otras dolencias desde que comenzó a trabajar hace tres años como rociadora en una plantación de palma a un par de horas en automóvil de Kuala Lumpur. La mujer se rasca contantemente las manos enrojecidas.
"Cuando rocío los pesticidas mis ropas se impregnan con esas sustancias químicas y siento la picazón", dijo Kamala, cuyo abdomen está cubierto de manchas rojizas debido a que se rasca constantemente. También padece náuseas y mareos.
Ella no es la única que sufre esa clase de malestar, explicó el médico Isa Mohamad Abdul Majid, del estatal Centro Nacional de Venenos. Otros rociadores padecen males peores, desde la pérdida de la visión hasta cáncer.
El aceite de palma y el caucho figuran entre los principales rubros de exportación de este país. Casi todos los rociadores de pesticidas de las plantaciones son mujeres porque cobran salarios inferiores a los hombres.
En la actualidad, hay 30.000 rociadoras de pesticidas y activistas y médicos afirman que la mayoría trabaja sin protección alguna.
Según Sarojini Rengam, de la organización no gubernamental (ONG) Red de Acción de Pesticidas, esas rociadoras están en contacto con pesticidas monocrotofos, metamidofos y carbufurun, clasificados como Clase 1 por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los pesticidas de Clase 1 son sustancias altamente tóxicas que deben ser manejadas de acuerdo con rigurosas instrucciones. Los patrones de algunas plantaciones dan vestimentas protectivas a sus trabajadores, pero por lo general no lo hacen y las propias rociadoras se niegan a usarlas por el calor.
Las trabajadoras a menudo ignoran que los pesticidas son muy peligrosos y, por lo tanto, no adoptan precauciones, explicaron activistas.
El supervisor de una plantacion reconoció a IPS que no proporciona información alguna a sus trabajadoras acerca de los pesticidas que emplean y qué tipos de problemas de salud arriesgan si no toman precauciones.
Las rociadoras mezclan las sustancias químicas con sus manos desnudas. Algunas veces soplan con la boca los tubos difusores de su equipo porque se han bloqueado.
"No hay agua limpia para enjuagar los ojos en caso de salpicaduras accidentales de pesticidas. Si eso pasa en el campo, normalmente usan la fuente de agua más cercana que, usualmente, tambien está contaminada con pesticidas", apuntó Isa.
El médico y Kamala participaron de una conferencia nacional sobre pesticidas y salud de las mujeres que los rocían. Organizada por el Centro de Venenos y la ONG Tenaganita, el simposio discutió los problemas que afectan a las trabajadoras en las plantaciones.
Las 72 mujeres que participaron en un estudio que Isa realizó a comienzos de 1992 contrajeron varias enfermedades, incluso las que ahora afectan a Kamala. La investigación se concentró sobre rociadores de pesticidas en plantaciones de palma y de caucho.
"Todas las entrevistadas sufrieron dolores vaginales, malestar al orinar, náuseas, vómitos, dificultad para respirar, problemas de piel, temblores, dolores en el bajo vientre, fatiga, visión borrosa o decoloración de las uñas", enumeró.
Otros expertos señalaron que las rociadoras son más propensas a contraer enfermedades que los hombres.
Según el médico Marion Moses, que trabajó con rociadores de pesticidas en Estados Unidos, la piel femenina es más fina, lo cual facilita la absorción de los químicos.
Las plantaciones malasias cuentan con facilidades médicas básicas, pero sus servicios no bastan para la variedad de afecciones que padecen las trabajadoras.
Vasuli, por ejemplo, buscó repetidamente asistencia médica por agudos dolores en la zona pectoral que luego se extendieron a la tráquea y el cuello. Un enfermero en el hospital al que acudió le dio gran cantidad de analgésicos.
Como no mejoraba, después de un año Vasugi fue al centro médico. "Me diagnosticaron cáncer al pulmón y me extirparon uno. El dolor continúa y los médicos creen que todo se debe a que estuve expuesta a la acción de pesticidas durante seis años", contó.
Según la OMS, cerca de 37.000 casos de cáncer se producen anualmente debido a la exposición de pesticidas. Varios estudios de la organización revelan que 25 millones de trabajadores agrícolas en países en desarrollo padecen anualmente de algún episodio de envenenamiento por esta razón.
Moses, que tambien asistió a la conferencia sobre pesticidas y salud femenina, comentó que es "indignante" la severidad de los síntomas y el uso de pesticidas con enorme poder tóxico en Malasia. Sin embargo, el país tiene leyes que protegen a las trabajadoras.
En efecto, la ley sobre salvaguardia de la salud laboral requiere que se forme una comisión de seguridad si hay más de 40 rociadores en una plantación. "Pero esto no se cumple", observó Irene Fernández, de Tenaganita.
Aparentemente, el ministerio de Salud que, debería supervisar esas cuestiones, no pudo verificar que todas las plantaciones cumplan con la ley.
Las propias rociadoras dijeron que sus sindicatos no plantearon los problemas que padecen a los patrones. Los trabajadores de las plantaciones en su mayoría son afiliados a los sindicatos. (FIN/IPS/trad-en/rm/cb/js/ego/aq/he-lb/99