MALASIA: Regresan los "megaproyectos"

Los llamados "megaproyectos" del gobierno de Malasia, suspendidos a fines de 1997 debido a la crisis asiática, se reanudaron con nueva fuerza y esta vez parece que nada podrá detenerlos.

Uno de los hechos más destacados de las celebraciones del día nacional de la independencia, esta semana, fue la inauguración oficial de las torres gemelas Petronas, construidas a un costo de 474 millones de dólares en Kuala Lumpur, la capital.

Las torres, que parecen perforar el cielo de la capital, tienen 88 pisos y son los edificios más altos del mundo, pero también son uno de los proyectos públicos más criticados de Malasia.

"Parece que hubiéramos vuelto a la época de los faraones, que erigían enormes monumentos a manera de homenaje", comentó la activista social Jubal Lourdes.

Lo lamentable es que "el éxito de nuestra sociedad se mide por estos monumentos y no por mejoras en la justicia social y los derechos civiles", agregó.

Mahathir también inauguró en agosto las partes finalizadas de Putrajaya, que será la nueva capital administrativa. Construida a un costo de 5.260 millones de dólares, la ciudad incluirá una mansión para el primer ministro.

Al sur de la capital, en Sepang, se ubica una nueva pista de carreras de Fórmula Uno de 75 millones de dólares, otro de los sueños realizados del mandatario.

No muy lejos está el futurista Aeropuerto Internacional de Kuala Lumpur, que costó al Estado 2.360 millones de dólares.

Algunos observadores opinan que todos estos proyectos son en realidad un intento por aumentar la confianza de la ciudadanía y poner un sello a la recuperación económica del país luego de una desmoralizante recesión.

El propio Mahathir reconoció en la inauguración de las Torres Petronas, el pasado martes, el valor psicológico de este tipo de proyectos, porque "el país necesita algo alto hacia donde mirar".

Pero los críticos señalaron que Malasia paga un precio excesivo para mirar alto y pusieron en duda que los recursos nacionales sean empleados de la manera más productiva posible.

Varios economistas temen que la próxima generación de malasios cargue con enormes deudas y bonos a reembolsar, además del agotamiento de los recursos naturales.

Por otra parte, los proponentes de los proyectos afirman que éstos son posibles debido a la mejora de la economía, que cumplió un año de control de capitales.

"No somos un país grande ni muy rico, pero construimos lo que podemos, y podemos construir las torres gemelas", sostuvo Mahathir en el discurso de inauguración.

El primer ministro también predijo que la controversia y las críticas a las Torres Petronas cesarán con el tiempo, y que ellas pasarán a simbolizar el progreso del país "en un mundo hostil".

Estos argumentos no convencen a los críticos. Las torres, señalan, contribuyeron a la sobreoferta de locales comerciales, lo cual perjudica a la economía.

Además, mientras una de las torres está ocupada por las oficinas de la empresa nacional de petróleo Petronas, que financió el proyecto, el otro edificio está medio vacío.

Algunos observadores señalaron la paradoja de tener las torres en una ciudad donde escasean viviendas al alcance de la mayoría de la población, lo que margina a los residentes pobres de Kuala Lumpur a asentamientos precarios de los suburbios.

Así, mientras algunos malasios creen que las torres gemelas son un símbolo del orgullo patriótico, otros creen que se trata de un "falso orgullo" que refleja un orden erróneo de prioridades.

Otros tres megaproyectos anunciados por el gobierno también son blanco de críticas.

Dos de ellos son la autopista de la costa este, de 338 kilómetros, y la Puerta Internacional del Sur, un puente de 1,5 kilómetros de largo que reemplazará una carretera elevada entre el estado sureño de Johor y la isla-estado de Singapur.

El tercer megaproyecto anunciado es el de aprovechamiento de tierras en Kedah, el estado natal de Mahathir, y ya provocó la ira de grupos ambientalistas, que temen por la destrucción de arrecifes de coral y vida marina a lo largo de la costa.

Los tres proyectos costarán a Malasia más de 9.000 millones de dólares, y el de Kedah insumirá casi 90 por ciento de esa suma.

En algo coinciden los promotores y los críticos de estos proyectos: mucho tiempo después que Mahathir se haya ido, las construcciones estarán allí como recuerdo indeleble de su largo gobierno. (FIN/IPS/tra-en/an/ccb/js/mlm/dv/99

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