El presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, cree que los códigos para interpretar el mundo ya no están en el ámbito político, sino en la revolución científica y tecnológica, y que los gobernantes deben ocuparse del corto plazo, pues la futurología no es una ciencia y es necesario ser modesto en materia de previsiones.
La red de computadoras Internet y los satélites son el mundo de hoy, y no el de mañana, pues a éste no lo conoce nadie, advierte Sanguinetti.
En cuanto a la globalización, ese conjunto de fenómenos que todo lo transforman, entraña riesgos, pero también posibilidades, según el presidente uruguayo, que ya gobernó entre 1985 y 1990 y que en marzo del 2000 entregará el poder.
"Tenemos que ver cómo las fuerzas que el hombre ha desatado sirven al bienestar de éste", afirma,
—IPS: Como el historiador británico Eric Hobsbawm, usted ha dicho, sintéticamente, que el siglo XX ha sido un siglo corto y que el XIX fue largo. ¿Cómo desarrolla su afirmación?
—SANGUINETTI: El siglo XIX empezó en realidad en 1789, con la Revolución Francesa, que universalizó otras revoluciones, como la inglesa y la norteamericana, e inundó al mundo con la gran revolución liberal en su lucha contra el absolutismo y contra el clericalismo. Así se inicia el gran periodo de la revolución liberal, que dura hasta 1914.
La primera guerra mundial marca el comienzo del siglo XX, porque cambian las coordenadas. Se caen los imperios otomano, austrohúngaro, ruso y alemán, y comienza la declinación del imperio británico, con el ascenso de la hegenomía estadounidense.
A partir de allí viene nuestro siglo, que ha sido el de la batalla de la democracia liberal, que tiene que luchar contra tres enemigos que quieren destruirlo: el fascismo, el nazismo y el comunismo.
Contra los dos primeros se triunfa luego de la segunda guerra mundial y contra el tercero en 1989, con la caída del muro de Berlín. Y allí se terminó el siglo, se terminó la relación de fuerzas y el gran factor de conflicto.
—IPS: El siglo XX fue muy rico en descubrimientos, en avances tecnológicos y científicos. ¿Cuál es su balance de ese hecho de cara al futuro?
—SANGUINETTI: A eso prefiero referirme luego, porque hay una relación con lo que expresaba. Le decía que con la caída del muro de Berlín se termina el siglo, porque toda la relación de poder nacida luego de la segunda guerra mundial, es decir, la guerra fría y la bipolaridad del mundo, se termina, y emerge un nuevo período de la historia.
Hay ahora en el mundo una sola superpotencia militar, capaz de arbitrar cualquier conflicto, y eso no ocurría desde los tiempos del imperio romano.
—IPS: La mayoría de los períodos históricos que usted describió tuvieron un gran sustento político y bélico, pero especialmente en los últimos años, se fueron produciendo profundos cambios, a partir de la ciencia y la tecnología.
—SANGUINETTI: Los 200 años anteriores, de 1789 a 1989, fueron dos siglos políticos. Los seres humanos referíamos nuestras hipótesis de progreso, nuestras utopías, nuestros sueños y nuestros conflictos al mundo político.
Todos nos sentíamos parte de un proyecto o de una corriente de la historia. Los intelecuales se sintieron heraldos de algún nuevo movimiento que conquistaría el mundo. Los futuristas, con (Filippo Tommaso) Marinetti a la cabeza, creyeron que (ese movimiento orientador) era el fascismo. La mayoría de la intelectualidad europea creyó que lo era el comunismo.
El nuevo siglo ya no incluirá estos ingredientes. Ya no somos parte de ninguna gran corriente de la historia, no le estamos pidiendo a la política el código para interpretar el mundo y mirar adelante.
—IPS: ¿Por qué?
—SANGUINETTI: Porque, como usted me señalaba, por debajo del debate político iban ocurriendo cambios en el orden científico y tecnológico, y en muy pocos años, la irrupción de los satélitos, de las computadoras, de los microchips, de la biogenética, de la nueva física y de las telecomunicaciones en general, modificaron las condiciones del mundo. Se modificó todo, desde la familia hasta las relaciones de poder.
—IPS: ¿Básicamente por la influencia de esos fenómenos?
—SANGUINETTI: Durante 200.000 años de historia, la familia se reunió en torno del fuego. Hoy el lar familiar no contiene el fuego sino una pantalla de televisión. Hoy, el centro de una casa es donde está la tele, y como algún humorista ha dicho, el poder de la casa no pertenece a quien paga las cuentas, sino a quien tiene el control remoto del televisor para hacer 'zapping'.
Pero eso que parece trivial es muy profundo, porque ha cambiado el modo de comunicarse y de organizarse de la institución esencial de la sociedad. Además, hoy el poder tampoco es el de antes, una cadena de televisión tiene un poder gigantesco, acaso mayor que cualquier otro poder.
La fuerza comunicacional es impresionante. Cuando la guerra de Iraq, Sadam Hussein en un lado y George Bush en otro, miraban la misma CNN. Fíjese, antes de que les llegaran las informaciones de inteligencia les llegaban las imágenes de la televisión.
—IPS: ¿Cómo cree que debe valorarse ese cambio?
—SANGUINETTI: Son hechos. A partir de allí tenemos que tratar de que (los cambios) sean buenos. Esto es como la irrupción del ferrocarril, que en su momento desplazó a las carretas y a las diligencias. Muchos pensaron que era bueno y otros que era malo, porque cambiaba su modo de vida o arruinaba sus negocios. Las grandes fortunas rurales argentinas nacieron del comercio en mula, a través de los Andes. (SIGUE/2-E