Los sectores comercial y bancario de Japón están en medio de un necesario proceso de reforma, pero el desempleo limita la tolerancia de la población hacia estos cambios.
Las estadísticas oficiales muestran que la tasa de desempleo alcanzó un récord de 4,9 por ciento en agosto. Esto se traduce en 3,4 millones de personas desocupadas, en este país de 127 millones de habitantes.
Mientras el resto del mundo aplaude las reformas económicas de Japón, más y más japoneses recurren al suicidio o la violencia familiar como resultado de la reducción abrupta de sus presupuestos.
En consecuencia, sólo 34 por ciento de los japoneses respaldan las reformas comerciales y bancarias, reveló la última encuesta telefónica realizada por el periódico Asahi Shimbun.
El porcentaje es considerablemente inferior al obtenido en una encuesta similar realizada en abril, cuando 42 por ciento de los entrevistados respondieron que Japón debería continuar adelante con las reformas económicas aun si esto provocara un aumento del desempleo.
La última encuesta de Asahi se realizó los días 20 y 21 de agosto e incluyó a 2.000 personas. Además de manifestar una creciente intolerancia hacia las reformas, cerca de 51 por ciento de los encuestados se oponen al sacrificio de empleos en aras de la reestructuración.
Asimismo, 62 por ciento opinó que las empresas deberían dar prioridad a la conservación de los empleos por encima de la búsqueda de ganancias.
Aunque el aumento de la desocupación nunca es bienvenido en ningún país, Japón es especialmente sensible al problema debido a su tradición del empleo vitalicio a cambio de la lealtad incondicional de los trabajadores.
La pérdida del trabajo se transforma así en una carga absolutamente intolerable para la mayoría de los japoneses.
Sólo la semana pasada, un joven desempleado mató a puñaladas a dos personas e hirió a otras seis en Tokio porque, según declaró a la policía, estaba furioso con la sociedad debido a su despido.
Muchos japoneses temen que se repitan este tipo de incidentes a medida que disminuyan las oportunidades y aumente el nivel de estrés. La sola idea de ser despedidos coloca a muchos asalariados en un estado de tensión constante.
"Hasta hace poco, la sociedad japonesa era considerada segura, limpia y justa. Las cosas están cambiando para peor", lamentó Junko Hata, de 46 años, propietaria de una tienda de ropa en el centro de Tokio.
Los expertos temen por lo que pueda pasar con aquellas personas que dedicaron más de la mitad de su vida a trabajar en una compañía y repentinamente se encuentran desocupadas.
Cifras no oficiales revelan que la tasa de desempleo para los mayores de 45 años es superior a 10 por ciento, muy por encima del índice nacional. Los más afectados son los cargos medios, ocupados en su mayoría por hombres que dedicaron unos 30 años a la empresa.
El destino de estos hombres es especialmente fatídico, afirmó Hiromichi Yamazaki, funcionario de la Unión de Gerentes, que ofrece servicios a ejecutivos medios desempleados.
"En Japón, cuando una persona es despedida por su empresa, la vida ya no tiene sentido, porque no hay adónde ir. El empleado promedio no está capacitado para cambiar de un trabajo a otro", explicó.
Las reformas económicas de Japón deben tender a modificar esta situación, exhortó Yamazaki.
"En realidad, la mayoría de los japoneses no están contra las reformas, pero creen que éstas no sólo deben significar despidos, sino también mejorar la vida de la gente", aclaró.
Activistas sindicales también arguyeron que la destitución de trabajadores no ayuda a la economía, ya que reduce el gasto.
El gobierno es consciente de esta situación y prometió recuperar 600.000 puestos de trabajo, la mitad de ellos en el sector privado. El resto incluiría la recontratación directa de funcionarios de gobiernos locales o del central.
Además, el primer ministro Keizo Obuchi anunció nuevos fondos para capacitación de trabajadores, préstamos con bajos intereses para pequeñas y medianas empresas afectadas por la recesión y más servicios de consultoría laboral, así como seminarios para el desarrollo de nuevos emprendimientos comerciales.
Pero Yamazaki advirtió que los hombres que procuran nuevos trabajos corren una carrera contra el tiempo, dado que sus beneficios por desempleo en general sólo cubren un período de tres meses, y un máximo de un año para los más afortunados. (FIN/IPS/tra-en/sk/ccb/mlm/lb-if/99