Olara Otunni, el representante especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Niños y los Conflictos Armados, se esfuerza para lograr que las milicias rebeldes del mundo respeten la prohibición de reclutar niños.
"Analizamos varios métodos de presión. Nadie opera en el vacío, hay gente que nos apoya, y esperamos lograr acuerdos con los insurgentes mediante esas personas", declaró un asesor de Otunnu.
"Es muy difícil detener el reclutamiento de niños por parte de los grupos rebeldes, que son mucho menos vulnerables a la presión internacional que los gobiernos", explicó Jo Baker, dirigente de la Coalición para Detener el Uso de Combatientes Infantiles.
Más de 300.000 menores de 18 años luchan en 35 conflictos armados según las últimas investigaciones.
A esa cifra hay que agregar otros miles de niños, incluso de apenas siete años de edad, que son reclutados en forma ocasional por milicias rebeldes.
Los gobiernos también reclutan menores de 18 años para sus ejércitos, según todos los estudios realizados.
Algunos grupos insurgentes se han hecho notorios por reclutar a menores de 15 años, y las niñas representan 30 por ciento de las fuerzas de ciertas milicias rebeldes.
El uso de combatientes infantiles aumentó en la última década en todo el mundo, debido al cambio en la naturaleza de los conflictos, según los especialistas en el tema.
Durante los años 90 el número de guerras civiles y étnicas ha sido mayor que el de los conflictos entre países. Durante los enfrentamientos que han predominado en esta década, es habitual que los rebeldes recluten niños en los pueblos por los que pasan.
"Los niños resultan más fáciles de manejar y su sustento es más barato" que el de los adultos, según un informe de la organización no gubernamental internacional "Salven a los Niños".
Los avances de la tecnología bélica y el desarrollo de "armas ligeras y automáticas hacen que los niños puedan transportar y usar armamento muy poderoso", explicaron los expertos de "Salven a los Niños".
Un trabajador de ayuda humanitaria que conoce la situación agregó que los niños se convencen de que ser combatientes es una manera de protegerse y de tener poder, así que, en general, no desean abandonar los grupos armados.
Ottuna, quien fue canciller de Uganda y ocupa su actual cargo desde 1995, urgió en junio al Consejo de Seguridad de la ONU a que censurara públicamente a quienes recluten niños.
"Es necesario transmitir el mensaje de que cometer abusos y atrocidades en forma sistemática contra los niños ya no es tan fácil", sostuvo el representante especial de la ONU.
Ottunu recordó al Consejo de Seguridad las disposiciones de la Convención de Ginebra de 1940, los Protocolos Adicionales de esa convención de 1977 y, en especial, la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, que prohíbe el reclutamiento de menores de 15 años para integrar fuerzas armadas.
En los últimos meses Ottunu ha reiterado su fuerte apoyo a las gestiones que se llevan a cabo para establecer los 18 años de edad como edad mínima para el reclutamiento.
La adopción de un Protocolo Opcional de la Convención de los Derechos del Niño constituye un paso en esa dirección.
Ottunu volvió a dirigire al Consejo de Seguridad a fines de agosto, cuando ese organismo se reunió para adoptar una resolución que llamó a proteger de la guerra a los niños.
Esa resolución, aprobada por unanimidad, exhortó a todos los participantes en conflictos armados a que protegieran a los niños y no los obligaran a combatir.
El Consejo de Seguridad condenó en forma específica que los los menores de 18 años fueran blanco de ataques, y que se les reclutara o secuestrara para ser empleados como combatientes.
A medida que el Consejo de Seguridad y otros organismos internacionales presten más atención al problema de los niños combatientes, "los rebeldes tendrán más dificultades para seguir reclutando niños y aspirar a la vez a ser reconocidos como fuerzas legítimas en conflicto", explicó Baker.
Es esencial "que se realicen grandes esfuerzos para no permitir la impunidad y lograr que quienes reclutan niños comparezcan ante la justicia", añadió.
Ottunu quiere crear una cultura internacional de preocupación por los derechos de los niños, y para eso intenta "pulsar los botones adecuados" y emplear la "presión moral", pero su experiencia previa le indica que será difícil persuadir a los rebeldes, afirmó el asesor del representante especial de la ONU.
El ex canciller de Uganda ha visitado varios territorios controlados por insurgentes. En 1998 logró que los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil, que combaten desde hace décadas en Sri Lanka, se comprometieran a no reclutar menores de 17 años y no emplear combatientes menores de 18.
Pero los Tigres no cumplieron su promesa, ya que siguieron "haciendo propaganda para reclutar milicianos en todas las regiones del país que controlan, incluso en las escuelas", según trabajadores humanitarios que asisten a los civiles de la zona norte de Sri Lanka, dominada por los insurgentes.
Los rebeldes manifestaron su "descontento" porque las agencias de ayuda humanitaria planteaban el problema de los derechos de los niños, y obligaron a esas organizaciones a suspender sus actividades en el territorio que controlan.
Los niños que expresan su deseo de abandonar las filas de los Tigres reciben como castigo la orden de "cavar trincheras en el frente de batalla durante tres meses, bajo intenso fuego de la artillería enemiga", según los autores del informe "Combatientes infantiles: el papel de los niños en los conflictos armados".
Insurgentes como los Tigres de Sri Lanka, el Ejército de Resistencia del Señor que opera en el norte de Uganda, y los grupos guerrilleros de Colombia parecen más interesados en sus objetivos militares inmediatos que en el respeto de las normas internacionales.
Pero Ottunu está decidido a conseguir que la cuestión de los combatientes infantiles sea tomada muy en serio por la comunidad internacional, y recalcó que "las palabras escritas en papel no son suficientes para salvar a los niños que corren peligro". (FIN/IPS/tra-en/mmm/mk/ceb/mp/ip hd pr/99