FILIPINAS: Curación por la fe y por dinero

Baguio, al norte de Filipinas, ha sido siempre el balneario preferido por los capitalinos para pasar el verano, pero hace dos décadas empezaron a llegar otros visitantes a tratarse con los famosos curanderos de la ciudad.

Los filipinos conocen la medicina tradicional y el uso de ciertas hierbas para curar varias enfermedades. Los "albularyos" o curanderos se encuentran a menudo en zonas remotas, donde tienen el respeto de los pobladores.

El Departamento de Salud decidió hace unos años promover el uso de hierbas para curar afecciones comunes como resfríos e indigestiones, y reconoció la eficacia de varias plantas medicinales.

Pero hay "albularyos" que curan a sus "pacientes", muchos de ellos extranjeros, con algo más que plantas y frutas.

Esos "albularyos" también practican "cirugía psíquica" con sus manos, y "curación pránica o energética", para la cual recurren a aparatos electromagnéticos.

Entre las personas que acuden a los curanderos hay pacientes con cáncer, y otros a quienes no se les ha diagnosticado ninguna enfermedad, pero ellos o sus parientes creen tener dolencias causadas por poderes sobrenaturales.

Los curanderos más conocidos de Baguio aseguran que Filipinas tiene una larga historia de medicina tradicional que comenzó con las "babaylan", o sacerdotisas anteriores a la época de la colonia, que decían curar a los enfermos con la ayuda de los dioses.

La provincia donde se encuentra la ciudad de Baguio es conocida también porque sus habitantes creen en los poderes de los curanderos, y cada año organizan un festival dedicado a calmar a los dioses y curar así a los enfermos.

Sin embargo, el alcalde de la ciudad, Mauricio Domogan, se ocupó personalmente de prevenir a la población acerca de la existencia de curanderos falsos cuyo único interés es ganar dinero cobrando precios exorbitantes.

La secretaria de Turismo, Gemma Cruz Araneta, por su parte, afirmó que los curanderos no figuran entre los atractivos que su departamento ofrece a los visitantes extranjeros.

"Eso se debe a que la credibilidad (de los curanderos) aún no ha sido probada, y eso se mantiene así desde hace muchos", explicó Araneta.

Uno de los curanderos más famosos de la ciudad, Jun Labo, fue preso en Rusia el año pasado por la queja de uno de sus pacientes. Pero también hubo otros que aseguraron que se habían sentido mejor luego de visitar a los curanderos de Baguio.

Un ejemplo es el de Philippe Guilhemotonia, un ingeniero de sistemas francoestadounidense que vive en Seattle, quien asegura que su diabetes mejoró gracias a las hierbas y tratamientos de Plácido Palitayan.

Guilhemotonia se encontró con Palitayan en Estados Unidos, y fue allí que el curandero aplicó su "magia".

"El nivel de azúcar de mi cuerpo bajó, y espero que esa situación se mantenga", explicó Guilhemotonia, en una visita por Filipinas.

Guilhemotonia jura haber visto cirugías psíquicas en las cuales el curandero extraía las "células malas" del cuerpo del paciente, pero al final de la operación no quedaban heridas visibles.

Los propios curanderos aseguran que la fe del paciente en que la consulta tenga resultados positivos tiene mucho que ver con el éxito del tratamiento.

Los curanderos explican que su fuerza conductora es la fe, o lo que uno de ellos describe como "la sustancia de la esperanza, la evidencia de lo que no se ve".

"No somos nosotros los que curamos, es Dios", afirmó Lawrence Cecteng, que empezó a practicar la medicina tradicional filipina cuando tenía siete años.

"Se necesita sinceridad para convertirse en curandero", agregó Palitayan, quien asegura que no cobra, pero que las donaciones son bienvenidas.

La mayoría de los entrevistados se negaron a dar detalles sobre las donaciones, pero algunos dijeron que la cantidad más grande que entregan los pacientes es de 500 pesos (cerca de 13 dólares), lo cual equivale al triple del sueldo mínimo por día de este país.

La Iglesia Católica, de la cual son feligreses casi 80 por ciento de los filipinos, advirtió en contra de los curanderos falsos. Pero nunca se declaró definitivamente contraria a dichas prácticas.

El poder de curar es una gracia mencionada por los apóstoles en el Nuevo Testamento, señaló Lorenzo Abela, de la Vicaría de Baguio y Benguet.

"Al principio, la Iglesia dio un lugar de importancia a la curación por la fe, que se sigue considerando una acción carismática", puntualizó.

La curación por la fe ocupa un lugar importante en la sociedad filipina, sobre todo en la zona rural, explicó la socióloga Hermanita Pelino, de la Universidad de Filipinas.

La curación por la fe "promueve el orden social en la comunidad, es un factor de unificación y una fuente de alivio, ya sea que el problema sea físico o psicológico", declaró en una entrevista.

Aunque podrían recurrir a un médico, los enfermos consultan al curandero "porque pueden relacionarse más fácilmente con el 'albularyo', que habla su misma lengua y ofrece diagnósticos y soluciones simples", dijo.

"Las diferencias de jerarquía social con los médicos son mucho más evidentes, y (los pacientes) deben hacerse exámenes médicos que en general no les gustan. Y encima, todo es mucho más costoso", explicó Pelino.

La médica Olivia Mandapat está de acuerdo con Pelino. Pero agrega que la curación por la fe es un fenómeno paranormal que no se puede explicar científicamente, y que es posible que sea un buen complemento de la medicina moderna para curar enfermedades.

De todos modos, a Mandapat le inquieta que los curanderos hagan cortes e incisiones porque pueden causar infecciones, y subraya la falta de supervisión que hay en ese terreno.

"A veces, un curandero le hace cualquier cosa a un paciente, y éste se lo permite", señaló la médica.

"Los medios de comunicación publicaron incluso historias de pacientes violadas por curanderos. En muchos casos, el curandero llega a prohibir que el enfermo vea a un médico y busque una segunda opinión", detalló. (FIN/IPS/tra-en/tr/ccb/ceb/aq/cr/99

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