El movimiento internacional Jubileo 2000 lanzó una campaña para que los países más pobres puedan comenzar el nuevo siglo libre de deudas, casi un mes antes de las reuniones anuales conjuntas del FMI y el Banco Mundial.
Las decisiones que adoptarán en Washington ambas instituciones multilaterales de crédito del 26 al 30 de este mes podrían determinar el éxito o fracaso de lo que se conoce como la Iniciativa de Colonia para la Deuda.
La iniciativa surgió de la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8), constituido por las siete naciones más industrializadas del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, que conforman el G-7), y Rusia, realizadas del 18 al 20 de junio en Colonia, Alemania.
Allí, los líderes acordaron cancelar hasta 90 por ciento de la deuda externa de los países pobres fuertemente endeudados. El total de la deuda de los 42 países más pobres del mundo, principalmente de Africa, con una población de 700 millones de habitantes, llega a 207.000 millones de dólares.
Pero la cumbre de Colonia condicionó la eventual cancelación de la deuda al "firme compromiso" de los beneficiarios de "canalizar los beneficios hacia la mejora de las condiciones de vida de toda su gente", compromiso que implica reformas económicas orientadas al mercado.
Así mismo, los líderes del G-8 solicitaron al Banco Mundial y al FMI (Fondo Monetario Internacional) la elaboración de planes específicos para un "marco mejorado para la reducción de la pobreza".
Este llamado "es apenas un gesto simbólico" sobre los problemas de desarrollo, escribió el economista Jeffrey Sachs, de la Universidad de Harvard, en una columna para The Economist.
Sachs considera que la Iniciativa de Colonia es un comienzo bien intencionado pero inadecuado, ya que "las barreras al desarrollo son con frecuencia más sutiles que lo que el actual énfasis en la 'buena gestión de gobierno' en los países deudores sugiere".
Jubileo 2000 y otras organizaciones no gubernamentales (ONG) que apoyan la cancelación de la deuda externa no quieren esperar a que los elementos del marco propuesto se hayan divulgado.
"La Iniciativa de Colonia para la Deuda es un cheque en descubierto", advirtió Barbara Unmuessig, de Economía, Ecología y Desarrollo Mundial (WEED), una ONG que apoya Jubileo 2000.
Unmuessig teme que falte voluntad política para movilizar los fondos necesarios.
Ese temor no es infundado. Los ministros de finanzas del G-7 dijeron en un informe que "los costos finales de la iniciativa dependen de un número incalculable de factores y los pagos reales deberán hacerse durante un período más largo".
"Consideraremos cuidadosamente cualquier contribución a un fideicomiso ampliado para los países pobres fuertemente endeudados", agregaron.
Alemania es uno de los mayores acreedores de los 41 países. Al finalizar 1997, tenía una deuda por cobrar superior a 8.150 millones de dólares.
La mayor parte de esta suma, 5.700 millones de dólares, corresponde a garantías de exportación, seguida de 1.500 millones de dólares en concepto de asistencia oficial para el desarrollo.
Según fuentes del gobierno alemán, la implementación de la Iniciativa de Colonia reduciría la deuda bilateral en unos 2.360 millones de dólares. En consecuencia, el tesoro alemán deberá renunciar a entre 33 millones y 43 millones de dólares por año.
Esto, como dijo el canciller alemán Gerhard Schroeder en la cumbre del G-8, no sería demasiada carga para los contribuyentes alemanes, porque se trata de deudas que no fueron pagadas en los últimos años.
"En consecuencia, no es honesto hablar de la forma en que el gobierno alemán y algunos parlamentarios lo hacen y justificar los recortes presupuestarios del Ministerio de Desarrollo con la pérdida de ingresos de los pagos e intereses debido a la Iniciativa de Colonia para la Deuda," observó Unmuessig.
Considerando que la reducción de la pobreza es uno de los principales objetivos de la iniciativa de Colonia y de la política de cooperación económica alemana, para la portavoz de WEED, "las políticas de desarrollo alemanas parecen cínicas y faltas de credibilidad".
Para desilusión de las ONG de desarrollo e incluso de la ministra de Cooperación Económica y Desarrollo, Heidemarie Wieczorek-Zeul, el presupuesto para su agencia fue recortado de 4.230 millones de dólares a 3.910 millones este año.
"A este ritmo, nuestra asistencia oficial al desarrollo representará sólo 0,2 por ciento del producto interno bruto (PIB) en el año 2003, en contraste con el objetivo de 0.7 por ciento al que Alemania se comprometió", advitió Peter Molt, presidente de la Asociación de ONG Alemanas para el Desarrollo.
Actualmente la asistencia oficial al desarrollo representa 0,26 por ciento del PIB.
Como los fondos deben tomarse del presupuesto nacional, que sufrió importantes recortes, Unmuessig considera poco probable que Alemania aumente su contribución al fondo para los países pobres altamente endeudados.
Es igualmente dudoso que otras naciones industrializadas, que brindan en total unos 55.000 millones de dólares en asistencia oficial al desarrollo, proporcionen suficientes recursos para permitir una implementación eficaz de la Iniciativa de Colonia para la Deuda. (FIN/IPS/tra-en/raj/ak/at-mlm/dv/99