COMERCIO: La agricultura divide las aguas

La agricultura ganó mayor relevancia económica y estratégica, como una línea divisoria de aguas que desnuda los límites del libre mercado, al cargar con subsidios que distorsionan el comercio y los precios.

Los subsidios y el proteccionismo agrícola aparecen como un gran obstáculo para las negociaciones multilaterales de la Ronda del Milenio, para la integración del continente americano y para la liberalización del intercambio entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea (UE).

El Mercosur es el principal portavoz de las demandas de apertura de los mercados agrícolas, pero no logra incorporar el azúcar al libre comercio entre sus cuatro integrantes. Argentina bloquea cualquier diálogo sobre ese producto, acusando a Brasil de apoyarlo con subvenciones.

Pero Argentina y Brasil y sus socios Paraguay y Uruguay están unidos junto a otros 11 países en el Grupo de Cairns, para luchar contra los subsidios agrícolas, principalmente de la UE y de Estados Unidos, que perjudican a los demás exportadores, cerrándoles mercados y rebajando precios.

Roberto Rodrigues, presidente de la Asociación Brasileña de Agribusiness, señala la "hipocresía" de las grandes potencias económicas, que "pregonan el liberalismo, pero practican el proteccionismo", favoreciendo a sus agricultores con subvenciones y barreras comerciales.

"Es un escándalo", afirmó Gilman Rodrigues, vicepresidente de la Confederación Nacional de Agricultura (CNA), que agrupa a los grandes productores brasileños.

La CNA calcula que, sin el proteccionismo de los países ricos, Brasil podría aumentar en 5.000 millones de dólares sus exportaciones agrícolas, 30 por ciento más que en la actualidad.

La convocatoria a la tercera conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) determinó una amplia alianza de exportadores de bienes agrícolas por la eliminación de los subsidios, que en sus variadas formas suman unos 360.000 millones de dólares anuales.

La conferencia ministerial de la OMC se realizará en noviembre en la ciudad de Seattle, situada en la costa del Pacífico de Estados Unidos, como preámbulo de la Ronda del Milenio, la instancia en que se perfilará el futuro del comercio internacional.

Países como Argentina y Brasil, presionados por la recesión y la necesidad de obtener mayores ingresos para atender el servicio de sus deudas, son ahora más dependientes de sus exportaciones agrícolas y redoblan su ataque al proteccionismo.

El Grupo de Cairns, que encabeza la batalla, no comprende sólo países en desarrollo, sino que entre sus 15 miembros se cuentan Australia, Canadá y Nueva Zelanda, integrantes de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, la asociación emblemática del Norte industrial.

Así mismo, Estados Unidos participó como observador de la conferencia que el Grupo de Cairns realizó a fines de agosto en Buenos Aires, para dar su apoyo al combate contra los subsidios agrícolas.

La división no es por tanto entre Norte y Sur. Muchos países pobres, importadores netos de bienes agrícolas, tampoco tienen interés en la extinción de los subsidios, pues se incrementaría el costo de sus suministros.

La Ronda del Milenio puede también confirmar lo que muchos consideran una regla en las relaciones internacionales, la imposición de los más fuertes. Especialmente, si la UE logra algún acuerdo con Estados Unidos para mantener su política agrícola.

Las disputas en el sector son estimuladas por la naturaleza de la actividad considerada. La agricultura, por su ciclo largo de producción y sus riesgos de clima y de precios, exige alguna forma de "apoyo de políticas públicas", reconoció Antonio Donizeti Beraldo, jefe del Departamento de Comercio Exterior de la CNA.

Pero lo que se rechaza "son los subsidios que distorsionan el comercio internacional", como los que aplican Estados Unidos y UE para proteger a sus productores en desmedro de la producción agrícola más competitiva de otros países, destacó Donizeti.

"No es aceptable la garantía de precios superiores a los del mercado internacional", pues favorece la producción de excedentes y derriba las cotizaciones, como ocurre ahora con la soja, afectada por decisiones políticas de Estados Unidos, añadió.

La decisión de la UE de mantener elevados subsidios hasta el 2006 creó un "escenario pesimista" para las negociaciones de la Ronda del Milenio, porque amenaza frustrar la esperada liberalización del comercio agrícola a partir del 2003, advirtió Donizeti.

Los subsidios europeos comprenden además un "mecanismo perverso", pues también apoyan al hacendado que deja su tierra en reposo, sin producir, indicó Ricardo Abramovay, investigador de la Universidad de Sao Paulo.

El cálculo de los subsidios toma como base la extensión de la tierra, favoreciendo a los mayores propietarios. Y, como subvenciona directamente al agricultor y no al producto, elude las reglas de la Organización Mundial de Comercio, que prohibe los subsidios a precios y factores de producción, explicó Abramovay.

La UE esgrime ahora el argumento de la "multifuncionalidad" de la agricultura para defender su política agrícola. Según afirma, hay que retribuir los servicios que la agricultura presta a la sociedad, como la preservación del ambiente y de la cultura rural, y el papel que cumple al evitar el éxodo de la población del campo a las ciudades.

Pero toda actividad tiene efectos colaterales, además de su objetivo directo, pero eso "no puede servir de pretexto para el neoproteccionismo", sostuvo Donizeti. (FIN/IPS/mo/ff/if/99

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