China volvió a abrazar la filosofía de Confucio y se prepara para celebrar pródigamente el 2.550 aniversario de su nacimiento, pese a haber considerado esta doctrina como causa del atraso nacional durante décadas.
Las razones de este cambio son tanto internacionales como domésticas.
Los ideólogos modernos creen que los postulados confucianos de benevolencia y tolerancia pueden ayudar al país a mejorar su imagen internacional como un actor pacífico.
A nivel nacional, esperan que el espíritu de esfuerzo y fortaleza de Confucio compense el vacío espiritual creado por el materialismo inherente a las reformas económicas introducidas por el difunto líder comunista Deng Xiaoping.
Confucio, que vivió entre los años 551 y 479 antes de Cristo, fundó un sistema de moral que exalta la fidelidad a la tradición nacional y familiar.
Este año, el aniversario de su nacimiento será conmemorado mediante la emisión de estatuillas de oro y medallas de plata con su imagen y la de su más famoso discípulo, Mencius.
Cada estatuilla pesará 300 gramos. Para su fabricación debió obtenerse un permiso especial del Ministerio de Finanzas.
Estudiosos que participaron de un seminario sobre Confucio opinaron que la fabricación de las estatuillas constituye un sacramento de la cultura China y debería realizarse en gran escala.
Se prevén más discusiones y exhibiciones antes de la fecha del aniversario, el día 27, en las que académicos chinos intentarán revivir el pensamiento del filósofo y aplicarlo al mundo moderno.
"Conmemorar a Confucio es cuidar la tradición de la cultura china", declaró Liu Weihua, vicepresidente de la Fundación China de Confucio.
Sin embargo, en medio siglo de historia de la China comunista, el pensamiento confuciano no siempre fue celebrado como símbolo de la civilización nacional.
El fundador de la China comunista, Mao Zedong, se jactó en 1969 de haber multiplicado por "más de cien" la "hazaña" del primer emperador Qin Shihuang, quien enterró vivos a 460 eruditos confucianos y quemó sus libros.
"Creo que Qin Shihuang mató a muy pocos académicos confucianos. Todos ellos eran en realidad contrarrevolucionarios", escribió Mao.
Mao admiraba la filosofía política del legalismo expuesta por Han Fei, un rival de Confucio. En medio de la Revolución Cultural (1966-1976), Mao lanzó una campaña nacional para que todos los chinos estudiasen a los legalistas.
En contraste con el confucionismo, que promueve la benevolencia y la moralidad, el legalismo enfatiza el poder absoluto del Estado sobre sus súbditos. Según esta doctrina, todos excepto el gobernante pueden ser castigados, y la ley es usada como instrumento para mantener a la población bajo control.
"En general se cree que el confucionismo es la filosofía más influyente en la cultura china, pero de hecho todos los gobernantes se adhirieron a los postulados de Han Fei", comentó Zhao Zumo, profesor de la Universidad de Beijing.
Los emperadores lograron ejercer un poder absoluto sobre sus súbditos mediante la política "ru wai, nei fa", es decir, confuciana por fuera pero legalista por dentro.
"Mientras el severo sistema de castigos introducido por los legalistas fue utilizado para conducir al Estado y evitar el caos social, la doctrina ética del confucionismo fue esencial para mantener unido el tejido social", explicó Zhao.
Sin embargo, fue el confucionismo y su "ética feudal canibalista", y no los códigos draconianos del legalismo, los que cayeron bajo el fuego de la crítica durante el movimiento del 4 de mayo de 1919, cuando la nueva elite intelectual china intentó abrazar el pensamiento humanista occidental.
El ataque al confucionismo continuó bajo el régimen comunista. Los líderes consideraban "contrarrevolucionarios" a los seguidores de Confucio, porque éste quería eternizar los privilegios de la aristocracia.
Durante la Revolución Cultural, Mao, vuelto al absolutismo, ordenó a la Guardia Roja que destruyera todas las reliquias históricas y erradicara las viejas ideas y costumbres.
Más de 20 años después, China vuelve al pensamiento confuciano, al que considera un recurso espiritual en su determinación de construir un nuevo orden mundial "multipolar", es decir, un mundo que no sea dominado por Occidente.
"La benevolencia y la humanidad son esenciales en la tradición confuciana", destacó Gong Dafei, ex viceministro de Asuntos Exteriores y miembro de la Fundación China de Confucio.
"Si esta tradición se reflejara en las relaciones internacionales, lo más importante para cada país sería entender y ayudar a los otros, aun a expensas de sus propios intereses", explicó.
Ejemplo de esto, según Gong, fue la decisión de China de no devaluar su moneda durante la crisis financiera de Asia.
Al predicar la tolerancia confuciana en las relaciones internacionales, las autoridades chinas esperan evitar una crisis del tipo de Kosovo en su propio territorio, donde subsisten tensiones étnicas en regiones como Tibet y Xinjiang.
"El confucionismo siempre fue útil a los líderes de China porque promueve la benevolencia, pero las autoridades saben que también es el arma de los débiles", comentó Zhao. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/ip-cr/99