Casi todos los días hay nuevas ofensivas, tiroteos o emboscadas que aumentan la cantidad de víctimas civiles en Burundi, donde el gobierno, de mayoría tutsi, combate a la insurgencia hutu.
Mientras se espera la conclusión de las complicadas negociaciones de paz, el jefe de los mediadores y ex presidente de Tanzania Julius Nyerere anunció que se retirará de la mesa de negociaciones porque padece de leucemia.
La Fundación Nyerere continuará su trabajo, pero la posibilidad de que se firme un acuerdo de paz hacia fines de este año parece lejana.
La guerra civil estalló en Burundi luego de que el entonces presidente, el hutu Cyprien Ntaryamira, y el de Ruanda, Juvenal Habyarimana, murieran el 6 de abril de 1994 en un atentado perpetrado en Kigali contra el avión en el cual viajaban.
El actual presidente, el tutsi Pierre Buyoya, asegura que se han exagerado mucho los problemas que afectan a su país. "Los medios de comunicación crearon una imagen falsa", declaró antes de irse de Kigali, donde se reunió el fin de semana con su homólogo de Ruanda, Pasteur Bizimungu.
Buyoya habló de combatir "los actos de terrorismo de los grupos armados", pero sostuvo que no hay peligro de que los rebeldes desestabilicen el país o la capital.
Ambos gobiernos estuvieron de acuerdo en que la "cooperación mutua" fue el tema central de la reunión, y los dos negaron que Ruanda brinde ayuda militar a Burundi.
Buyoya desmintió de plano la información procedente de Kigali de que 500 soldados ruandeses ya estaban en Burundi, dispuestos a realizar operativos conjuntos con los militares locales.
El ministro de la presidencia de Ruanda, Patrick Mazimhaka, dijo que había confiado en la promesa de que los problemas de seguridad de Burundi serían controlados, y le quitó importancia a la inquietud de Ruanda por la violencia reinante.
Mazimhaka admitió que Interahamwes, milicias hutus ruandesas, podrían estar en Burundi vinculados a insurgentes de las Fuerzas de Defensa de la Democracia (FDD) y del Partido para la Liberación del Pueblo Hutu (Palipehutu).
Sin embargo, "la colaboración entre esos grupos no es nada novedosa", señaló.
Ruanda apoyará el acuerdo de Lusaka, cuya meta es la firma de la paz en la vecina República Democrática de Congo (RDC) y prevé la neutralización de las "fuerzas negativas", como el Interahamwe y el FDD, agregó Mazimhaka.
Buena parte de la violencia de los últimos años en Burundi se concentra en la región occidental de la zona rural de Bujumbura. Los trabajadores de ayuda humanitaria advirtieron que hasta 100.000 personas estarían desplazadas.
Pero la situación de la seguridad empeoró en la capital, y hubo varios incidentes violentos en las últimas semanas.
Al menos 20 personas murieron en los ataques perpetrados en los distritos de Musaga y Gihosha, en Bujumbura, durante la noche del 28 al 29 de agosto.
El presidente Buyoya envió sus condolencias a las familias de los muertos. "Creo que de ahora en adelante hablaremos menos y actuaremos más, para que las pandillas armadas reciban el trato que merecen", advirtió.
La radio informó el día 3 que 15 personas murieron en una emboscada en el sudoeste de Bujumbura. También se supo de otros enfrentamientos que tuvieron lugar en la capital durante el fin de semana del 4 y 5.
Un portavoz militar informó que 60 rebeldes y seis soldados murieron en una batalla que tuvo lugar el día 14 en la zona rural de Bujumbura.
El gobierno confirmó el martes que cinco civiles y cinco rebeldes murieron en un ataque que se produjo el lunes, y otros 12 civiles fueron muertos el mismo día en Kayogoro, en la provincia sureña de Makamba.
Ocho civiles más murieron el viernes en la provincia de Rutana, también al sur del país.
Las autoridades ordenaron extender dos horas el toque de queda, así que la población no puede salir a la calle entre las 22:00 y las 5:00 horas.
El gobierno pidió mayor prudencia a la población civil, pero recalcó que las fuerzas de seguridad tienen controlada la situación.
La violencia no es una novedad en el país. Alrededor de 150.000 personas, en su mayoría civiles, murieron en la guerra civil.
Organizaciones defensoras de los derechos humanos, como Amnistía Internacional, denunciaron la violencia con frecuencia, pero las denuncias no tuvieron respuesta.
Buyoya y sus partidarios sostienen que la reaparición de los rebeldes es una señal de su desesperación. El FDD y el Palipehutu "intentan hacer algo para mostrar que no están acabados", sostiene el portavoz del gobierno Apollinaire Gahunga.
Pero no parece probable que la ofensiva gubernamental contra la insurgencia vaya a tener más éxito que en el pasado.
Aún subsiste una gran confusión respecto de los rebeldes, y no se sabe con certeza quién es su líder, cómo estan compuestos los grupos ni cuál es su programa.
El FDD parece ser el ala armada del Consejo Nacional para la Democracia (CNDD), del cual se separó en junio de 1998 cuando su líder, Leonard Nyangoma, apoyó el acuerdo de paz de Arusha.
El nuevo CNDD-FDD, contrario a Nyangoma, pidió un lugar en la mesa de negociaciones, pero quedó afuera porque Nyerere cuestionó su legitimidad.
El Palipehutu sostiene, al igual que el CNDD y el CNDD-FDD, que lucha para toda la población hutu a través de su brazo armado, las Fuerzas Nacionales de Liberación, que han sido hasta ahora más eficaces que los insurgentes rivales.
Ambos grupos rebeldes cuestionan la legitimidad del Frente para la Defensa de la Democracia, de mayoría hutu, que ha tenido una colaboración difícil con Buyoya.
El asesinato del presidente hutu Melchior Ndadaye en octubre de 1993 es un típico acto de venganza de la elite tutsi, según los rebeldes, que advirtieron que no habrá acuerdo alguno con Buyoya.
Burundi aún sospecha que Tanzania oculta rebeldes hutus en campamentos de refugiados, y que no hace nada para impedir que se infiltren por la frontera.
Las relaciones entre Dar-es-Salaam y Bujumbura fueron tensas en varias ocasiones, y el gobierno de Burundi cuestionó la neutralidad de Nyerere.
Un alto funcionario de Burundi observó que la gestión mediadora de Tanzania es "paradójica", ya que allí "se realizan las negociaciones de paz y, simultáneamente, se alberga a nuestros atacantes".
Se sabe que el FDD tiene una fuerte presencia en el sur de Kivu, en RDC.
Burundi desmintió que tenga presencia militar en RDC, pero se considera que apoya a los rebeldes congoleños en su lucha contra el presidente Laurent Kabila. (FIN/IPS/tra-en/cs/pm/ceb/aq/ip/99