La dimisión del ministro de Desarrollo, Clovis Carvalho, demostró que el gobierno de Brasil sigue apegado a las fórmulas de estabilidad sostenidas por el ministro de Hacienda, Pedro Malán, y que el espacio para los promotores de una política expansionista es limitado.
Malán y el presidente del Banco Central, Arminio Fraga, tienen un control total de la economía y disponen de suficiente fuerza para impedir que el presidente Fernando Henrique Cardoso se incline a los 'desarrollistas' de su gabinete, como los ministros Paulo Renato Souza, de Educación, y José Serra, de Salud.
Carvalho proponía aliviar la austeridad en materia económica, para aumentar la creación de empleo y enfrentar así la caída de la popularidad de Cardoso.
Lo que en un primer momento parecía una nueva versión del viejo choque entre monetaristas y desarrollistas, en realidad se volvió mucho más que un debate teórico entre economistas. Hay un componente político-electoral que torna la controversia altamente explosiva e imprevisible.
Malán está al frente de la cartera de Hacienda desde hace cinco años, período en el cual ha sido el principal garante de la estabilidad económica del país, responsable por la reelección de Cardoso el año pasado.
Al principio, la estabilidad logró una casi unanimidad de empresarios y asalariados, pero ahora las cosas cambiaron de manera radical. El gobierno ha perdido el apoyo mayoritario que tenía entre los trabajadores a raíz del crecimiento del desempleo y de la baja en el poder de compra de los sueldos.
La consecuencia fue el desplome de la popularidad presidencial y el temor de un contundente fracaso electoral en los comicios municipales previstos para el 2000.
Peor que eso fue la inquietud que empezó a tomar cuenta de los pequeños y medianos empresarios, al borde de la quiebra por los intereses de más de 20 por ciento al año impuesto por el Banco Central.
Los mismos empresarios que en 1994 entregaron un cheque en blanco a Malán ahora se muestran agotados por la fuerte recesión, agudizada por la devaluación de 40 del real desde en enero.
Las estadísticas del gobierno señalan que el desempleo es de casi ocho por ciento, lo cual ha causado una reducción de hasta 25 por ciento en el consumo de bienes durables, admiten dirigentes de la Asociación Brasileña de Industrias Electrónicas.
"Los empresarios se identifican ideológicamente con Malán, pero en la práctica pueden tornarse muertos económicos si no hay un mínimo de crecimiento", afirmó el senador Pedro Simón, un duro crítico de la política impulsada por el Fondo Monetario Internacional.
Irónicamente, el enfrentamiento entre los ministros Malán y Carvalho ocurrió el jueves pasado, escasos dos días después que el presidente Cardoso anunciara el ambicioso Plan Plurianual de 575 millones de dólares en inversiones destinadas a crear 8,5 millones de nuevos empleos en los próximos cuatro años.
Según el plan gubernamental, el producto interno bruto debería crecer cuatro por ciento en el 2000, en contraste con el previsto para este año menor al dos por ciento.
Cardoso no lo dijo, pero no fueron pocos los miembros del gobierno que asociaron el plan a la polémica "burbuja".
La dimisión de Carvalho interfirió casi totalmente el anuncio del Plan Plurianual y dejó a Cardoso otra vez en la defensiva política, en un momento en que crece el número de empresarios, asalariados y desempleados ansiosos por una "burbuja" capaz de librarlos de la asfixia económica. (FIN/IPS/cc/dm/if ip/99