En 1998 desaparecieron más de 200.000 personas de sus hogares y comunidades en Brasil, concluyó una investigación del Movimiento Nacional de Derechos Humanos (MNDH), lo cual exige una rápida adopción de políticas adecuadas de búsqueda y prevención.
Ese es un problema mundial, que afecta incluso a países del Norte desarrollado.
En Canadá, país de más alto desarrollo humano según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la cantidad de desapariciones en proporción a la población es similar a la de Brasil, señaló el pastor presbiteriano Romeu Olmar Klich, presidente del MNDH.
La diferencia está en las políticas públicas para la búsqueda y prevención, casi inexistentes en Brasil, donde existe "un catastro nacional de vehículos robados, pero no de personas desaparecidas", lo cual indica que se valora más la propiedad material que el ser humano, lamentó Klich.
Sin embargo, la omisión del Estado en esa cuestión comienza a corregirse. El Ministerio de Justicia constituyó una comisión para discutir medidas, con la participación de la Secretaría Nacional de Derechos Humanos, parlamentarios, autoridades de seguridad pública y el MNDH.
El diagnóstico, iniciado por el estudio del MNDH, aún no está completo. El movimiento, una red de más de 300 organizaciones no gubernamental de todo el país, prepara una segunda investigación para precisar los motivos y el perfil de los desaparecidos, así como el índice de regresados, entre otros aspectos.
El primer estudio consistió en recoger datos en la policía, justicia de menores y otras instituciones donde se registran denuncias.
El censo se limitó al primer semestre de 1998 y llegó a la cifra de 102.297 desaparecidos. El total anual sería el doble, explicó Klich.
La investigación permitió concluir que más de la mitad de las personas desaparecidas son jóvenes entre 12 y 25 años.
Las principales razones para adoptar esa decisión entre los jóvenes de clase media son conflictos familiares, el deseo de aventura "en gran parte estimulado por lecturas", ímpetus de rebeldía y liberación.
Por su parte, la desaparición de gente de sectores más pobres está vinculada al crimen, ya sea como autores que tienen que pasar a la clandestinidad o por ser víctimas de asesinatos no resueltos. También el secuestro para adopción ilegal y problemas mentales, como pérdida de memoria, son otros motivos frecuentes.
La situación varía mucho en Brasil. En Tocantins, estado nuevo en construcción y por eso de intensa inmigración, el índice de desaparecidos alcanzó a 139,3 cada 100.000 habitantes, mientras en Río de Janeiro sólo fue de 20,1.
En general los hombres son mayoría, pero en dos estados pobres del nordeste las mujeres los aventajan: 63,16 por ciento del total en Paraíba y 52,05 por ciento en Sergipe.
Es posible que esas excepciones se deban a casos de prostitución infantil, comentó Klich. A modos de ejemplo, narró que descubrió a una adolescente de 16 años, explotada sexualmente en Paraguay durante tres años, que logró devolver a la familia en el norte de Brasil, con ayuda de una emisora de televisión.
"La desaparición es un problema de Estado y de derechos humanos", sostuvo Klich, quien lamentó que la ley no contemple el asunto. La policía solo actúa cuando hay indicios de delito y no hay intercambio de informaciones entre los distintos organismos que podrían cooperar en la búsqueda.
En todo el país solo hay tres comisarías especializadas en desapariciones de personas ubicadas en grandes capitales estaduales: una en Belo Horizonte, otra en Porto Alegre y la tercera en Sao Paulo.
El MNDH sugiere diseminar esas comisarías por los 27 estados brasileños, crear centrales de denuncias, informatizar y compartir las informaciones, entrenar la policía en el tema e involucrar a los medios de comunicación, entre otras propuestas presentadas al gobierno.
Mientras no se instale un sistema nacional, las iniciativas locales tratan de enfrentar el problema. En Río de Janeiro, la Fundación para Infancia y Adolescencia (FIA), con apoyo del gobierno estadual, ejecuta desde hace tres años el proyecto "SOS niños desaparecidos".
Los resultados son alentadores. De 1.007 casos registrados hasta el 24 de julio, se lograron solucionar 671, es decir dos tercios del total, informó la jefa del servicio, Zildenia Gomes.
El éxito se debe al uso de computadoras con sistema propio, que permite disponer de un catastro con fotos y datos detallados, además de la colaboración de los medios de comunicación, indicó Gomes.
"Pronto podremos actualizar virtualmente las fotos a la edad actual del desaparecido", un recurso muy utilizado en los países del Norte desarrollado, añadió.
El proyecto, sin embargo, solo atiende a los casos de niños y adolescentes hasta 18 años, edad ampliada a 21 años para las personas discapacitadas.
Carteles con fotos en las calles, teléfonos para denuncias y charlas en escuelas y comunidades, "incluso para estimular la prevención", son otras formas de actuación de la FIA.
La desaparición de personas tuvo gran repercusión hace algunos años, cuando una telenovela de gran audiencia trató el tema, incluso difundiendo fotos de desaparecidos, lo cual permitió localizar a muchos. Pero la experiencia no tuvo continuidad. (FIN/IPS/mo/dm/hd/99