El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, aceptó la renuncia en las primeras horas de hoy del ministro de Desarrollo, Industria y Comercio, Clovis Carvalho, un mes y medio después de investirlo en el cargo.
Una maldición parece acosar a la cartera, a la cual se agregó la palabra Desarrollo a principios de este año, con la evidente intención de restablecer el crecimiento económico en el país.
Su primera víctima fue el propio ideólogo del Ministerio, que se llamaría de la Producción, antes incluso de que asumiera el cargo al que estaba destinado.
Luiz Carlos Mendonza de Barros, entonces ministro de Comunicaciones, renunció en noviembre de 1998, presionado por un escándalo de escuchas telefónicas que revelaron sus frustrados intentos por favorecer a un consorcio en la privatización del sistema nacional de telecomunicaciones cuatro meses antes.
Nombrado en enero como titular del Ministerio encargado de duplicar las exportaciones brasileñas hasta el 2002, Celso Lafer duró sólo seis meses y medio en el cargo, del que fue sustituido por Carvalho en el marco de la reforma ministerial del 19 de julio, supuestamente por insuficiente dinamismo.
Carvalho, amigo de Cardoso, provocó su propia salida al criticar el conductor de la política económica nacional, el ministro de Hacienda, Pedro Malán, en un seminario del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), al que pertenece también el presidente, celebrado el jueves en Brasilia.
El ex ministro calificó de cobardía al "exceso de cautela" en la defensa de la estabilidad monetaria y pidió "osadía hasta el límite de la responsabilidad" en favor del crecimiento económico.
Su discurso respondió a las inquietudes de la denominada corriente "desarrollista" del gobierno, encabezada por los socialdemócratas, en oposición a los "monetaristas" o "fiscalistas" que, reunidos en torno de Malán, conducen la economía.
Dos días antes, el ministro de Hacienda había anunciado que dejaría el gobierno si lo presionaban a alejarse del ajuste fiscal en marcha y a producir una "burbuja" de crecimiento.
El conflicto puso en jaque la autoridad de Cardoso, que desde el nombramiento de los actuales ministros en julio había advertido que no toleraría discrepancias públicas entre miembros de su gobierno.
El presidente justificó su decisión de "aceptar la renuncia" de Carvalho, su colaborador directo desde 1993, cuando era ministro de Hacienda, porque es "necesaria la unidad del gobierno", ante la grave situación que aún vive el país, producto de la crisis financiera iniciada el año pasado.
Reconoció que "el pueblo está impaciente, como también el presidente" por medidas que permitan reanudar el desarrollo. Para eso, el gobierno se dispone a ejecutar el Plan Plurianual de inversiones, anunciado el martes, cuya meta de crecimiento para el año próximo es de cuatro por ciento.
El Plan, sin embargo, alentó reclamos "desarrollistas" y nuevas presiones sobre Malán, considerado un inflexible ejecutor de las actuales políticas fiscales y monetarias de estabilización que estarían trabando la expansión económica.
Pero en lugar de unidad, bajo la consigna "desarrollo con estabilidad", el gobierno sigue revelando sus contradicciones.
La situación se agrava por una ofensiva callejera de la oposición y la gran impopularidad de Cardoso, rechazado por 60 por ciento de la población, según las últimas encuestas.
El Ministerio de Desarrollo sigue simbolizando un anhelo de muchos partidarios del presidente y las discordias que corroen a su gobierno. (FIN/IPS/mo/ag/ip-if/99