Una serie de deserciones causadas por la cercanía de las elecciones municipales debilita a la coalición gobernante de Brasil, y la principal beneficiada es por ahora la izquierda.
El Partido Popular Socialista, formado por ex miembros del Partido Comunista Brasileño y que tiene al ex ministro de Hacienda Ciro Gomes otra vez como candidato a suceder a Cardoso, es el más favorecido por el remezón político de las últimas semanas.
Gomes, quien obtuvo un modesto tercer lugar en las elecciones de 1998, anunció una segunda postulación a la presidencia para el 2002, aprovechando la aguda y sostenida pérdida de popularidad de Cardoso y la cada vez menos posibilidades de que el opositor Luis Inacio Lula da Silva sea candidato por cuarta vez consecutiva.
Los comicios municipales del año próximo, cuya inscripción de candidatos concluye este jueves, ya se han transformado en un referendo sobre el gobierno.
Los políticos interesados en disputar las casi 6.000 alcaldías y bancas de las asambleas municipales de Brasil desean vincular sus candidaturas a dirigentes y partidos en ascenso, por eso están emigrando hacia los partidos de oposición.
Al parecer la mayoría busca salvarse de un posible derrumbe de la alianza de cuatro partidos que apoya a Cardoso desde 1994, cuando conquistó su primer mandato presidencial, y que hoy cuenta con 356 diputados luego perder 10 bancas en beneficio de partidos opositores de izquierda y de derecha.
El conservador Partido del Frente Liberal tuvo pérdidas más significativas que sus socios, el centrista Partido de la Social Democracia Brasileña, de Cardoso, el centroizquierdista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y el conservador Partido Progresista Brasileño.
Hay claros indicios que el movimiento de dirigentes políticos afectó la estabilidad de la alianza gubernamental. Son cada vez más fuertes los rumores de que el PMDB abandonaría el barco oficialista, lo que seguramente generaría un efecto cascada.
El PMDB tiene incluso un candidato presidencial no oficial, el veterano senador sureño Pedro Simon, quien está construyendo una imagen claramente opositora.
Simon es visto hoy como un Quijote en la carrera presidencial, pero no es un secreto que si tiene éxito el PMDB rompe con Cardoso de inmediato.
Si el baile de siglas partidarias era intenso en Brasilia hasta el último fin de semana, horas antes de la fecha fatal de este jueves la emigración de políticos de un partido a otro se constituyó en un fenómeno masivo.
Esa situación profundizó la crisis de identidad ideológica que afecta a los 18 partidos brasileños.
En febrero, más de 10 por ciento de los 550 diputados federales de Brasil ya habían cambiado de partido, cuando solo habían transcurrido cuatro meses de que ganaran su banca.
El cientista político Jairo Nicolau, del Instituto Universitario de Investigaciones de Río de Janeiro (IUPERJ), afirma que si el parlamento hubiera aprobado los cuatro proyectos de reforma política a estudio hoy habrían solo siete partidos y el movimiento de dirigentes políticos sería imposible de seguir.
Los proyectos contemplan, entre otras cosas, la reglamentación de alianzas parlamentarias y frentes electorales, además de aumentar la cantidad de votos necesarios para acceder a una banca en cualquiera de las dos cámaras del Congreso Nacional.
Sin embargo, ninguno de los proyectos fue votado con el tiempo necesario para ser aplicado en los próximos comicios municipales.
El problema es que los partidos brasileños ya están con los ojos puestos en las elecciones presidenciales del 2002 y difícilmente aprobarán cambios en la legislación que afecte sus posibilidades de seguir ocupando espacios en el parlamento.
Un empleo que cuesta a los contribuyentes el equivalente a 24.600 dólares mensuales, según una investigación del diario Jornal da Tarde, de Sao Paulo. (FIN/IPS/cc/dm/ip/99