BRASIL: Cardoso, de la máxima popularidad a la mínima

La popularidad del presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, llegó a su nivel más bajo: 65 por ciento de la población considera "pésimo" o "malo" su gobierno, un récord en el país, según encuesta divulgada hoy.

Hace cuatro años, al comienzo de su gestión, Cardoso registraba la mayor aprobación popular obtenida por un gobernante en Brasil, superando 70 por ciento.

Disfrutaba entonces el éxito del Plan Real, que había puesto en marcha como ministro de Hacienda el año anterior y que logró superar la alta inflación que por más de una década azotó a la población brasileña.

Ahora, sólo ocho por ciento califica como "bueno" y "excelente" su desempeño, comprobó el sondeo hecho por el Instituto Vox Populi para la Confederación Nacional de Transportes (CNT), con entrevistas a 2002 personas en todo el país, del 4 al 6 de este mes.

Las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) están por detrás de esta evaluación, a las que el gobierno les concede la máxima prioridad en forma equivocada, de acuerdo a la opinión popular.

Estas imposiciones del FMI deberían ser ignoradas, según una mayoría de 44 por ciento. En tanto, el esfuerzo para cumplir las metas acordadas con el organismo multilateral es aprobado por sólo 29 por ciento.

La escasa atención a los problemas de la población también contribuye a la impopularidad. Los programas sociales y la generación de empleo serían las últimas prioridades del gobierno, en la visión de los entrevistados.

El desempleo es apuntado como una de las mayores preocupaciones de la población, indican todas las encuestas, aunque hay señales de que la desocupación tiende a bajar, después de superar el ocho por ciento en julio.

También inquieta a los brasileños un rebrote de la inflación registrado en los tres últimos meses, en gran parte impulsado por alzas de precios de productos y servicios administrados por el gobierno, como combustibles y tarifas de servicios públicos.

El 57 por ciento de los entrevistados se manifestaron dispuestos a hacer sacrificios para contener la inflación, frente a 37 por ciento en la encuesta del mes anterior.

La caída de la popularidad de Cardoso comenzó en 1997, al registrarse en Brasil los primeros efectos de la crisis económica en Asia, y se aceleró tras la moratoria rusa de agosto del año pasado. Y no puso en riesgo su reelección el 3 de octubre sólo por cuestión de semanas.

La devaluación en enero, forzada por una fuga de capitales sin precedentes, tardía y desordenada según los críticos de la política económica gubernamental, debilitó la credibilidad del presidente, resucitando el temor al regreso de la alta inflación.

Luego, diferencias en el gabinete acentuaron la imagen de falta de autoridad de Cardoso, que intentó mejorar la capacidad administrativa del gobierno con una reforma ministerial parcial.

Su impopularidad estimuló a la oposición a pedir la renuncia o la inhabilitación del presidente, iniciando una campaa que culminó con la llamada "Marcha de los Cien Mil", el 26 de agosto en Brasilia. La reacción oficialista consistió en calificar de "golpista" la acción opositora.

El rechazo al gobierno de Cardoso, sin embargo, "tocó fondo" y tiende a bajar a partir de ahora, evaluó Clesio Andrade, presidente del gremio de los empresarios del transportes, que ganó notoriedad al promover esas encuestas mensuales desde junio de 1998.

A esto contribuyen dos hechos, según Andrade. El presidente recuperó su autoridad al exonerar el día 4 al ex ministro de Desarrollo, Industria y Comercio, Clovis de Carvalho, su amigo personal, por haber criticado en forma poco elegante al principal conductor de la economía, el ministro de Hacienda, Pedro Malán.

Además, abrió perspectivas de crecimiento económico al anunciar el Plan Plurianual de inversiones para los próximos cuatro años, que comprende la aplicacin de unos 600.000 millones de dólares en 358 proyectos.

Dirigentes opositores, sin embargo, restaron efectividad a estas medidas. El programa cuatrienal es sólo un "refrito" de viejos proyectos no cumplidos anteriormente, señaló el diputado José Dirceu, presidente del izquierdista Partido de los Trabajadores.

El presidente Cardoso atribuyó al Congreso gran parte de los problemas actuales, como los altos intereses, el estancamiento de la economía y el desempleo, por demorar la aprobación de las medidas propuestas por el Poder Ejecutivo.

La reforma del sistema de previsión social, por ejemplo, estuvo en trámite parlamentario durante cuatro años y se rechazó una disposicin vital para la economía, la edad mínima de jubilación, se quejó Cardoso, al inaugurar este lunes en Río de Janeiro el Congreso de la Asociación Brasileña de Supermercados.

Sus declaraciones provocaron la reacción inmediata de sus propios aliados en el Congreso. El presidente del Senado, Antonio Carlos Magalhaes, acusó Cardoso de "contradicción", ya que anteriormente elogió la conducta del parlamento, que aprobó todos los proyectos enviados por el gobierno.

El diputado Germano Rigotto respondió que en el caso de la reforma tributaria, sometida a una comisión parlamentaria bajo su presidencia, fue el Poder Ejecutivo el que estuvo en falta, ya que sólo hace una semana presentó sus propuestas. (FIN/IPS/mo/ag/ip/99

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