El gobierno de Argentina parece decidido a actuar con cautela en el caso de la crisis comercial con Brasil, a fin de mantener a flote el Mercado Común del Sur (Mercosur) hasta diciembre, cuando será reemplazado por nueva administración.
A pesar de la gravedad aparente de los gestos de Brasil, que desde el lunes traba el ingreso de mercadería argentina, el conflicto bilateral por restricciones al comercio podría comenzar a encarrilarse antes de fin de año, cuando asuma el nuevo gobierno.
El 24 de octubre se realizarán las elecciones presidenciales en Argentina y el favorito en las encuestas es el jefe del gobierno municipal de Buenos Aires, Fernando de la Rúa, candidato de la Alianza de oposición. El presidente electo reemplazará a Carlos Menem el 10 de diciembre.
Brasil decidió el viernes 17 eliminar las licencias automáticas de importación para una lista de 400 productos procedentes de Argentina, en respuesta a la amenaza argentina de fijar cupos a la compra de calzado brasileño.
Las perspectivas políticas del conflicto fueron evaluadas en Brasil por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. El canciller Luiz Felipe Lampreia reconoció el lunes que su país prepara un repaso profundo de la agenda del Mercosur para discutir con el próximo gobierno argentino.
El presidente de la Cámara de Comercio Exterior de Brasil, José Botafogo Goncalves, señaló que Menem "perdió capacidad para hacer frente a las presiones -proteccionistas- internas", y que la crisis persistirá hasta que lleguen las nuevas autoridades.
Algunos analistas fueron más allá e interpretaron que la determinación brasileña de exigir permisos especiales para las compras en Argentina es un alarde de firmeza de cara al cambio de gobierno en este país.
De acuerdo con esa interpretación, Brasil estaría ensayando una toma de posición y mostrando cómo va a reaccionar ante restricciones a sus productos.
Del lado argentino, el silencio y las opiniones cautelosas de las autoridades ante la escalada proteccionista en el país socio, también parece guiada por la idea de que hoy la meta es llegar al traspaso del mando con un Mercosur en crisis pero unido.
Este martes circularon con insistencia versiones acerca de una misión del secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la cancillería argentina, Jorge Campbell, a fin de lograr que Brasil baje el tono de la disputa hasta que finalice el gobierno de Menem.
La idea de una tregua es recomendada por economistas. Jorge Todesca, consultor y ex secretario de Comercio, sostuvo que en plena cuenta regresiva para las elecciones de Argentina, no puede haber avances políticos para superar la crisis.
"Hay que seguir administrando las diferencias de la mejor manera posible, sin agudizar el enfrentamiento", recomendó Todesca, de la consultra Finosoport.
Otro economista, Eduardo Curia, señaló a IPS que el problema de fondo entre Argentina y Brasil sigue siendo el mismo, la sobrevaluación del peso argentino respecto del real brasileño. Pero a medida que pasa el tiempo y que se mantiene la recesión económica, el problema se agrava.
"La crisis de fondo es por la diversidad cambiaria, que se acentuó este año por la devaluación en Brasil, que quitó competitividad a los precios de los productos argentinos", señaló Curia.
La embajada argentina en Brasilia destacó que en 1998, Argentina exportó a Brasil por valor de 8.000 millones de dólares a Brasil, y este año lo hará por 6.000 millones. Es una caída de 25 por ciento en el intercambio, que en algunos sectores es dramático.
La importación de calzado brasileño aumentó 67 por ciento en los primeros seis meses de este año y de textiles, 38 por ciento. Los empresarios exigieron la semana pasada en Argentina frenar la avalancha de importaciones, y Brasil respondió con la exclusión de 400 productos argentinos del régimen de licencia automática de importación.
El empresario textil argentino Jorge Sampayo intentó quitar dramatismo a la disputa. "Es un momento difícil, pero nadie plantea que sea una crisis terminal que afecte el proyecto de largo plazo", sostuvo, y aconsejó esperar al cambio de gobierno.
Sampayo consideró que la prensa amplifica los ecos de la disputa. "Hay una discusión y hay que mantenerla en ese terreno, sin derivar en una escalada que no beneficia a nadie", advirtió.
La insistencia de las autoridades argentinas en señalar que todo el conflicto podría resolverse el jueves, cuando los industriales del calzado de Argentina y Brasil se reúnan para discutir cómo se repartirán el mercado, es simplista, según el criterio de Curia.
"Cuando se resuelva el conflicto del calzado, va a aparecer el textil, el del papel, o el automotriz, siempre habrá algo, porque las dos economías están en un momento muy crítico, y porque hay una disparidad cambiaria que perjudica a Argentina", subrayó.
Sampayo consideró que esta crisis era inevitable. Estalló en un momento en que las dos economías atraviesan coyunturas difíciles, pero ya estaba en gestación.
El economista Carlos Alvia, de la consultora Exante, coincidió con Curia en indicar que el Mercosur atraviesa su momento más difícil. Argentina, que mantiene un tipo de cambio fijo, quedó inerme en enero, cuando Brasil devaluó su moneda.
El índice de producción industrial cayó a mitad de año en los dos países entre 12 y 14 por ciento, y en ese marco, las dos economías tienen roces más frecuentes, explicó Alvia. (FIN/IPS/mv/ff/if/99