Las restricciones al ingreso de 400 productos argentinos impuestas esta semana por Brasil, en represalia por medidas similares de Buenos Aires, parecen conducir a los dos países a la guerra comercial.
El Mercado Común del Sur (Mercosur) se pone así en un declive sin frenos a la vista, ya que la decisión brasileña parece ser ahora la de endurecer las retaliaciones hasta obligar Argentina a negociar y retroceder en las barreras impuestas últimamente.
Es lo que indica la amenaza del ministro brasileño de Agricultura, Marcus Pratini de Moraes, de adoptar exigencias "extremas" que podrían interrumpir las importaciones de productos agrícolas argentinos, especialmente arroz y lácteos.
Hay abundancia de granos y leche en muchos países interesados en exportarlos, observó Pratini de Moraes, argumentando que en su sector el intercambio es totalmente favorable a Argentina y dificultar importaciones estimularía la producción interna en Brasil.
El Ministerio de Agricultura ya había decidido exigir en la frontera exámenes fitosanitarios al arroz argentino, que pueden retardar en algunas semanas la importación, además de inspección y nuevo catastro de las empresas argentinas que exportan lácteos a este país.
Con la medida vigente a partir del lunes, 400 productos argentinos pierden el beneficio de la licencia automática, que autoriza la importación en 24 horas, pasando a enfrentar una dilación burocrática para el seguimiento de precios y plazos de pago.
Eso afecta muchos de los principales rubros de exportación de Argentina, como vehículos, alimentos, textiles y productos químicos. Pero responde a restricciones similares adoptadas por Buenos Aires, según la secretaria de Comercio Exterior del Ministerio de Desarrollo, Indstria y Comercio, Lytha Spíndola.
En realidad, la diplomacia brasileña intentaba postergar una negociación de los conflictos para después de las elecciones presidenciales argentinas del 24 de octubre, suponiendo que el gobierno electo será menos vulnerable a las presiones de sectores industriales menos competitivos.
Pero hay una cuestión emergente, la de los calzados brasileños, desde el 9 de septiembre impedidos de entrar en Argentina sin una licencia gubernamental cuya emisión demora cerca de 90 días.
La industria brasileña estimó en 80 millones de dólares la pérdida que puede sufrir debido a la medida. Un millón de pares de calzados, ya hechos, estrían bloqueados en las aduanas o almacenes a la espera de autorización, muchos amenazados de pérdida definitiva por el fin de la primavera y cambio de moda.
Una misión diplomática enviada a Buenos Aires la semana pasada intentó por lo menos aplazar la vigencia de tal restricción, hasta una negociación con el nuevo gobierno.
El rechazo argentino a cualquier flexibilización de la barrera tuvo como respuesta el anuncio de la retaliación brasileña, de suspensión de la licencia automática para 400 productos, en la noche del viernes 17.
El secretario de la Cámara de Comercio Exterior, José Botafogo Gonçalves, que participó en la fracasada misión, teme nuevas disputas comerciales con Argentina hasta las elecciones, por las condiciones políticas en el país vecino.
Su mayor preocupación es un proyecto de ley que el parlamento argentino puede aprobar en los próximos días, imponiendo un índice de nacionalización de 50 por ciento en los vehículos hechos en el país para favorecer la industria de autopartes local.
Eso sepultaría el régimen automotor común del Mercosur, también integrado por Paraguay y Uruguay, y llevaría Brasil a tratar los automóviles argentinos como externos al bloque, cobrándoles un arancel de 35 por ciento. Sería "la quiebra de la industria automovilística en Argentina", advirtió.
El deterioro de la integración entre los dos países socios mayores del Mercosur viene en aumento desde que Brasil devaluó su moneda en enero. Argentina Paraguay y Uruguay pidieron sin éxito compensaciones por el desequilibrio cambiario.
Brasil argumenta que sus exportaciones a Argentina cayeron, en lugar de crecer, y que aún registra un déficit en el comercio bilateral, de 412 millones de dólares de enero a agosto de este año.
A fines de julio, el presidente argentino Carlos Menem logró, con una sorpresiva visita a Brasilia, superar una crisis similar.
El gobierno brasileño de Fernando Henrique Cardoso había suspendido su participación en todas las reuniones del Mercosur, ante una resolución argentina que permitía aplicar salvaguardias contra cualquier producto importado del bloque, luego cancelada.
Ahora parece más dificil un gesto que pueda desarmar el clima de confrontación. Instalada la lógica del talión, es difícil volver atrás o hacer concesiones, evitando la imagen de rendición. (FIN/IPS/mo/dm/if/99