Las imágenes de devastación del gran terremoto que azotó a Taiwan estremecieron a los japoneses que, junto con los turcos, viven en las zonas más propensas del mundo a los temblores de tierra.
"Si un terremoto de la intensidad del de Taiwan afectara a Tokio, la mayor ciudad del mundo, el daño y la cantidad de muertes serían mucho mayores", advirtió Yoshimitsu Okada, del Instituto de Ciencia y Tecnología de Japón para la Prevención de Desastres.
Japón yace sobre el "anillo de fuego", nombre dado al cinturón de países con costas sobre el Pacífico que están ubicados sobre fallas geológicas, como Taiwán, Filipinas y el estado de California, en Estados Unidos.
Hasta el miércoles por la tarde de Taiwan, el terremoto, que midió 7,6 grados en la escala de Richter, se había cobrado 1.700 víctimas fatales y 4.000 heridos. Se trata del sismo más fuerte ocurrido en la isla desde 1935.
Las tareas de rescate continuaban frenéticamente, aunque dificultadas por las numerosas réplicas que se sentían en toda la isla. El epicentro del terremoto tuvo lugar en la ciudad central de Taichung, 200 kilómetros al sur de Taipei, la capital.
Los geólogos sostienen que la misma placa tectónica cuyo movimiento causó el sismo es la que ejerce presión sobre Japón, ya acostumbrado a los movimientos de tierra.
Japón podría sufrir un terremoto de 7,4 grados en los próximos 40 o 50 años en el área de Tokaido, en la prefectura de Shizuoka, unos 150 kilómetros al sur de Tokio, predijeron científicos.
Sin embargo, no se ha descartado la posibilidad de que un gran temblor de tierra afecte a Tokio, cuya población de 12 millones casi se duplica durante el día con la llegada de habitantes de los alrededores.
Algunos científicos citados por la prensa japonesa consideran que hay 40 por ciento de probabilidades de que un sismo mayor de seis grados en la escala de Richter afecte a la capital de Japón en el futuro.
A diferencia de otros países, sin embargo, Japón está bien equipado para hacer frente a los terremotos.
Este país invirtió millones de dólares en tecnología antisísmica y construyó la red de observación de terremotos más completa del mundo.
Pero Okada reconoció que los científicos son incapaces de formular advertencias claras sobre posibles temblores.
"La lección es clara. Debemos estar mejor preparados, porque todavía nos falta mucho para poder confiar en las predicciones", declaró.
Tokio sería un escenario pesadillesco en caso de un fuerte terremoto debido a la gran concentración de edificios, que crecieron como hongos como resultado del gran crecimiento económico posterior a la segunda guerra mundial.
"Hay pocos parques y espacios abiertos, porque cada metro cuadrado de tierra fue aprovechado para la construcción", lo que aumenta el riesgo de daños materiales y humanos en caso de un sismo, observó Okada.
"Como en Taiwan y Kobe, el mayor número de víctimas fatales se produjo en casas y no en edificios. Los incendios también podrían devastar cientos de casas en una ciudad tan densamente poblada como Tokio", previno el científico.
Más de 6.000 personas murieron en enero de 1995 debido al terremoto de 7,2 grados que devastó Kobe, una ciudad portuaria ubicada al suroeste de Tokio.
En el superpoblado centro de Tokio abundan las casas y edificios antiguos, desprovistos de la costosa tecnología antisísmica.
"En general son las zonas más pobres las peor afectadas, como en Kobe", señaló Okada.
Quizá la lección más importante que aprendieron los japoneses de los casos de Turquía y Taiwan es que nada es absolutamente seguro en caso de un terremoto muy fuerte.
Como resultado, el gobierno emprendió nuevas discusiones sobre prevención de desastres, que incluyen esfuerzos para ampliar las funciones de las Fuerzas de Autodefensa a operaciones de rescate.
En el Día de la Prevención de Desastres, celebrado el 2 de este mes, más de 5,7 millones de japoneses, entre bomberos, médicos y funcionarios de los servicios de gas y energía eléctrica, participaron en un simulacro de terremoto en todo el país.
Pese a la preparación de Japón contra los sismos, "nunca es posible estar absolutamente seguros", advirtió Okada.
"Hemos construido una capital tan grande y peligrosa para alcanzar nuestros ambiciosos objetivos económicos que estremece sólo pensar en las posibles consecuencias de un terremoto fuerte", dijo. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/mlm/en/99