"The Blair Witch Project" (El Proyecto de la Bruja de Blair) fue una de las películas de mayor éxito este verano boreal en Estados Unidos, donde el filme de terror, cuyo rodaje costó menos de 40.000 dólares, ganó más de 100 millones apenas seis semanas después de su estreno.
Un crítico la elogió como "la película más aterradora" que había visto y otro la calificó de "sencilla, pero devastadoramente eficaz".
Presentada inicialmente en sólo 27 salas, "The Blair Witch Project" se exhibe ahora en 2.000 cines de todo el país, ayudada por un inteligente plan de marketing que excedió 400 veces los costos de filmación.
"The Blair Witch Project" fue filmada con un estilo documental en sólo ocho días y virtualmente sin guión. Sus directores, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, quisieron crear una obra que trascendiera el terror convencional y, al mismo tiempo, fuera "100 por ciento real", según sus palabras.
La realización no tiene grandes figuras, efectos especiales ni banda de sonido musical. A pesar de que algunos criticaron su "bajo nivel artístico", su forma de presentación la convirtió en un nuevo "objeto de culto".
El argumento es sencillo. Tres estudiantes, Heather Donahue, Joshua Leonard y Michael Williams, se internan en 1994 en los bosques cerca de la localidad de Burkettsville, en el estado de Maryland, para filmar un documental sobre una leyenda del siglo XVIII llamada la Bruja Blair.
El trío desapareció y nadie lo volvió a ver. Un año después se encontró el negativo que habían filmado con una cámara de 16 milímetros y un video Super-8.
Lo que el público ve es una película dentro de otra, porque Myrick y Sánchez presentan el relato tal como fue rodado por Heather, Mike y Josh, personificados por los propios actores, un ingenioso concepto muy diferente de los filmes de terror habituales.
Los espectadores no saben más que los propios estudiantes en la pantalla, y deben unir el relato a través de secuencias fragmentadas, las cuales quedan detenidas cuando los actores discuten y la cámara queda aparentemente olvidada.
El público comparte la fatiga, el hambre y el miedo de los tres a medida que se enfrentan con una serie de hechos extraños como piedras misteriosamente apiladas durante la noche frente a su tienda, árboles llenos de figuras talladas en madera y ruidos indefinidos que van y vienen.
El único conocimiento adicional del espectador reside en que la muerte acecha inevitablemente a Heather, Josh y Mike, el elemento más aterrador de la película y al mismo tiempo el más débil y desilusionante.
Una vez que la película llega a su punto culminante, el encuentro de los cineastas con el horror que intentaron filmar, la película termina. Los héroes mueren y nadie sabrá jamás cómo y cuándo porque, naturalmente, les resultó imposible captarlo con la cámara.
Heather, Josh y Mike dejan de ser rápidamente un trío seguro de sí mismos y de su proyecto de filmación para convertirse en tres personas frágiles y atemorizadas perdidas en el bosque.
Una de las escenas más memorables muestra el primer plano de un ojo lloroso y aterrorizado de Heather en su tienda durante la noche. Sollozante y sin aliento, la segura cineasta de un par de días atrás le susurra a la cámara y evoca la simpatía del espectador, así como su terror.
¿Quién no hubiera sentido pánico en la situación de Heather? El vigor de la película probablemente surja del hecho de que la audiencia se indentifica con el trío en la pantalla. Son estudiantes universitarios que actúan y hablan como cualquier otra persona de su misma edad.
Myrick y Sánchez enseñaron a los tres jóvenes actores cómo usar las cámaras y los mandaron ocho días dentro del bosque. Sólo les dejaron notas en distintos lugares subrayando los puntos del argumento que debían ser cubiertos. El resto, de todos modos, quedó a merced de la improvisación del trío.
Los actores ignoraban qué iba a ocurrir exactamente. Para ellos, la interpretación se convirtió incluso en una forma de tormento dado que la falta de comida, sueño y una ducha caliente no fue sólo para la cámara, sino real.
"Cuando firmamos para realizar el proyecto nos dijeron: 'Su seguridad es asunto nuestro, pero la comodidad, no…", recordó Joshua Leonard en una entrevista a la revista de Internet Salon.
A las cuatro de la mañana, por ejemplo, Myrick y Sánchez despertaban al trío que dormía en sus tiendas de campaña con grabaciones de niños gritando, para lograr que el miedo de los actores no fuera siempre simulado.
Ese "realismo extremo" como lo llamaron los realizadores, es apoyado por el tembloroso trabajo de la cámara, porque la ambiciosa Heather ni siguiera apagaba la filmadora cuando corría dentro del bosque o se balanceaba sobre un árbol cerca del río.
El esfuerzo técnico a veces pasó inadvertido porque algunos espectadores sufrieron náuseas. Advirtiendo que "The Blair Witch Project" podía provocar mareos, una sala de cine en Atlanta incluso anunció que el filme no era para todos y que las personas impresionables deberían ver otra película.
Myrick y Sánchez seguramente no se esperaban el éxito comercial de su película, de lo contrario no la hubieran vendido por un millón de dólares a la compañía Artisan's Entertainment, que posee los derechos de "Blair Witch…" desde enero.
Artisan gastó 15 millones de dólares en el marketing y la distribución del filme y rediseñó la página en Internet dedicada a la obra, lanzada por los dos directores hace un año, antes del estreno oficial en julio.
Con la inserción de falsos recortes de diarios, añadiendo nuevos relatos y brindando "evidencias" de la bruja, el espacio en Internet revela la leyenda de "Blair Witch" como si hubiera sido auténtica.
La página se convirtió en uno de los ocho espacios más populares entre los usuarios de Internet con edades entre 12 y 17 años. (FIN/IPS/tra-en/km/mk/ego/aq/cr/99