La campaña presidencial para los comicios del 24 de octubre en Argentina ofrece una característica sin precedentes: el protagonismo de asesores de imagen extranjeros, que no parecen acertar en el gusto de los votantes y conducen a los candidatos por un camino errático.
Los electores se refieren a ellos por sus nombres o apodos, como si se tratara de viejos conocidos, y atribuyen su comportamiento y cambios de timón a los presuntos consejos de estos artífices de campaña, mal escondidos tras las bambalinas.
El caso paradigmático es el del candidato oficialista Eduardo Duhalde, gobernador de la provincia de Buenos Aires, que despidió en mayo a James Carville -asesor del presidente estadounidense Bill Clinton- y en agosto dejó su campaña en manos del brasileño José "Duda" Mendonca.
Duda, quien traía de su país una carpeta de triunfos, no tiene presencia pública en Argentina y sin embargo su perfil es involuntariamente alto en la campaña.
"Es casi tan conocido como el candidato", remarcó el publicista argentino Alberto Borrini, quien considera que los asesores extranjeros nunca habían tenido este protagonismo.
Borrini estima que en la campaña electoral, que está resultando bastante anodina, se gastarán unos 100 millones de dólares entre contratos de estudios de asesores y publicidad.
Duda contribuyó al triunfo de 12 de los 19 candidatos que lo contrataron en Brasil y Argentina, aunque su fama se la dio la victoria del ex gobernador de San Pablo Paulo Maluf, que luego de siete derrotas ganó en esta década tras someterse a los cambios de imagen y estrategia recomendados por su asesor estrella.
Duhalde está segundo en las encuestas, detrás del alcalde de Buenos Aires, Fernando De la Rua, candidato de la Alianza opositora. La consultora Mora y Araujo le otorgó este mes 48 por ciento, frente a 29 por ciento del candidato oficialista.
Esta brecha no parece acortarse por influencia de Duda, aunque Duhalde prefiere no creer en las encuestas y sigue confiando en una sorpresa que surja de las urnas.
Para los analistas políticos, sólo un milagro podría salvar a Duhalde del estigma de ser el candidato del Partido Justicialista que hace la peor elección de la historia de esta organización creada por Juan Peron.
De la Rua, en tanto, se limita a prometer en la campaña un cambio que mantenga los logros del presidente Carlos Menem – básicamente la estabilidad económica-, y avance en cuestiones pendientes como desempleo, inseguridad, inequidad, educación y medidas contra la corrupción publica.
Los allegados a Duhalde consideran que Duda influye demasiado. Esta fue la condicion para ser contratado: no sólo manejar la publicidad de campaña, sino también la estrategia política, los temas de la agenda, el tono de los discursos y hasta los sitios en los que se debe realizar cada acto electoral.
Para eso, se instaló en Buenos Aires con un equipo de 60 personas que se turnan para mantenerse alertas las 24 horas del dia. La última publicidad televisiva, que intentaba mostrar a un Duhalde "preocupado" por los problemas, lo colocó en una posición de víctima, según reconoció la esposa del candidato.
De la Rua también contrató a un asesor extranjero, el estadounidense Dick Morris, pero sólo lo hizo para que interpretara las encuestas e hiciera análisis de opinión pública, subrayó el candidato opositor.
"Yo no entregué la campana, la campaña principal la hago yo", remarcó De la Rua, intentando diferenciarse de Duhalde
La contratación de Duda fue considerada una derrota por numerosos dirigentes del partido gobernante, que perdieron oportunidades de comunicarse con el gobernador y candidato.
Todas las decisiones ahora pasan por el asesor brasileño, que a veces denota cierto desconocimiento de la realidad argentina, de los hechos inesperados, de las reacciones contradictorias de los votantes.
Duda llegó al entorno de Duhalde por recomendación de Menem, quien paradójicamente es uno de los artífices de la desestabilización de su candidatura.
El presidente, quien buscó una segunda reelección -prohibida por la Constitución-, consiguió que el asesor brasileño hiciera una campaña de balance de sus 10 años de gobierno, que fue objeto de burlas de todo tipo y se ganó una denuncia por el enorme gasto publicitario.
La campaña, un calco de la realizada por el propio Duda para Maluf y otros candidatos a gobernadores estaduales brasileños, mostraba por television obras de todo tipo hechas en Argentina y remataba siempre vez con la frase: "Menem lo hizo".
En Brasil, la reiteracion de esta idea recibió la burla de la revista Zerozen, que sostuvo que Duda tiene un solo disquete con una sola idea de campaña, y cada vez que lo contratan la ofrece al cliente para su fascinación inmediata.
Un exitoso programa cómico argentino hizo una parodia del aviso de Menem, en el que se recogían como obras suyas las Cataratas del Iguazú y las pirámides de Egipto.
La banalización de la idea transformó la campaña en un fracaso.
Con Duhalde, Duda no tuvo mejor suerte. Apenas contratado, hizo anunciar a su cliente un repentino plan de concertación que incluía rebajas de impuestos, freno a los despidos y créditos para los pequeños empresarios, pero no tuvo el impacto esperado, sobre todo porque muchos lo percibieron como electoralista.
Las recomendaciones de Menem y Duda para que Duhalde lanzara a la campaña el polémico tema del aborto -ilegal en Argentina- se volvió también en su contra cuando la ex esposa del presidente, Zulema Yoma, reveló que ella había recurrido a la interrupción de un embarazo acompañada por su marido.
Cuando Duhalde aún no se había repuesto del mal trago, un grupo de delincuentes asaltó un banco en su provincia y mantuvo a seis rehenes durante casi un día.
El operativo policial, que tuvo en vilo a la opinión pública argentina, terminó con la muerte de dos rehenes, un escándalo que provocó el relevo del ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, el segundo que debe abandonar el cargo en menos de dos meses.
La destacada intervención de los asesores en la campaña revela una inclinación de los candidatos a ofrecerse como productos más que como líderes, en un esfuerzo estéril, según los analistas, de enfrentar el deterioro de la imagen de los politicos, que resultan cada vez menos creíbles para los electores. (FIN/IPS/mv/ag/ip/99