El Banco Mundial sostiene que hizo mucho para proteger el ambiente en los últimos 10 años, pero sus detractores y documentos redactados por el propio organismo multilateral lo desmienten.
"Evidentemente hemos avanzado mucho", aseguró Ian Johnson, el vicepresidente de Desarrollo Ambiental y Socialmente Sustentable del Banco Mundial al lanzar el informe anual "Asuntos Ambientales".
Entre los 10.000 funcionarios del Banco ahora hay 250 expertos en ambiente y 800 empleados que trabajan en cuestiones de desarrollo sustentable, según Johnson.
En los últimos años la institución comenzó a dar créditos para proyectos ambientales, y el monto de esos préstamos aumentó a 2.000 millones de dólares el año pasado.
Pero al analizar las operaciones del Grupo del Banco Mundial, que consiste del Banco Mundial y de sus filiales, grupos ecologistas concluyeron que la financiación en "sectores ambientalmente destructivos", como el transporte, la energía y la minería, sigue sin disminuir desde 1995.
Las filiales del Banco son la Corporación Internacional de Finanzas (IFC), que invierrte en proyectos del sector privado, y la Agencia Multilateral de Garantías para la Inversión (MIGA), que brinda seguro de riesgo político para proyectos en los países en desarrollo.
Los préstamos ambientalmente cuestionables que otorgó el Banco Mundial descendieron de 32 por ciento a 23 por ciento del total en 1998. Pero los de la IFC aumentaron de 45 por ciento en 1995 a 54 por ciento en 1998, y los de la MIGA superan 60 por ciento.
Las cifras demuestran que el Banco Mundial responde a las necesidades de sus clientes y que estas incluyen proyectos ambientalmente cuestionables dirigidos a impulsar el crecimiento económico, declaró el director del departamento ambiental de la institución, Robert Watson.
El Banco Mundial no puede rechazar un proyecto que pueda dañar el ambiente cuando lo propone "un país que quizá no tenga muchas opciones de desarrollo", explicó Watson.
"El alivio de la pobreza y el ambiente suelen chocar. Muchas veces se debe transar", agregó.
Pero "el Banco ha dicho durante años que no habría concesiones, que todo el desarrollo debe ser sustentable. Ahora prece que dan marcha atrás", comentó Korinna Horta, economista del no gubernamental Fondo de Defensa Ambiental, de Washington.
"El Banco sigue autorizando proyectos que son muy controvertidos", dijo.
El Banco Mundial y la IFC consideran participar en un proyecto que perforaría 300 pozos petroleros en la zona ecológicamente frágil del sur de Chad e instalaría un oleoducto de 1.050 kilómetros de largo en la vecina Camerún hasta una terminal petrolera marítima en el océano Atlántico.
Los organismos con sede en Washington consideran participar en el proyecto, encabezado por las compañías petroleras Exxon, Shell y Elf, desde 1993, pero han aplazado su decisión debido a las opiniones adversas de la comunidad ambientalista y de su propio personal.
La terminal marina consistirá en un buque petrolero de un solo casco, y no de dos, lo cual aumentaría el riesgo de derrames, advirtió Horta. Así mismo, no existen planes de reacción ante este tipo de emergencia.
Los derrames afectarían la costa Atlántica donde la pesca a pequeña escala y el turismo ecológico generan una economía de 1.500 millones de dólares por año, indicó Horta, basada en un estudio de la Universidad de Warwick, de Gran Bretaña.
Por el contrario, se espera que el proyecto petrolero genere 500 millones de dólares para la economía local en el curso de 30 años, agregó. Según Exxon, el proyecto podría generar hasta 5.000 millones de dólares para los dos países en las próximas tres décadas.
El Banco Mundial está tomando recaudos para que parte de las ganancias se destinen a escuelas y centros de atención médica, pero sus gestiones son obstaculizadas por la corrupción y la represión política que imperan en la región africana, sostienen legisladores estadounidenses opuestos al plan.
El proyecto de Chad y Camerún aún debe ser autorizado por los directores ejecutivos del Banco Mundial. Mientras, el organismo se dispone a mejorar en materia ecológica sus créditos de ajuste estructural en todo el mundo.
No será una tarea menor, según un análisis interno de 54 créditos de ajuste estructural autorizados entre julio de 1997 y enero de este año.
Los créditos, por un valor de 21.000 millones de dólares y dirigidos a 42 países, reflejan la "desconexión entre la política y la práctica del Banco Mundial", según el informe del análisis.
La política del Banco Mundial exige que se investiguen las posibles consecuencias adversas que tengan sus proyectos para el ambiente.
Pero de los 54 créditos examinados, sólo "20 por ciento mencionaban posibles inquietudes ambientales", según el informe. "Eso representa una drástica reducción del análisis de 1994, que concluyó que 60 por ciento de los proyectos incluían metas o condiciones ambientales".
Del total, 19 créditos tienen referencias mínimas al ambiente, que no incluyen "detalles de componentes, medidas o evaluación, y no pueden considerarse un intento serio de discutir las consecuencias ambientales de los proyectos", señala el informe. (FIN/IPS/tra-en/aa/aq/en-dv/99