Las fuerzas de Rusia parecen superar a los rebeldes chechenos y los extremistas musulmanes en Daguestán occidental, pero la victoria aún está lejos en la norteña región del Cáucaso.
Aunque la mayoría de los rebeldes chechenos se están retirando de la zona, se cree que quedan pequeños grupos capaces de cometer atentados terroristas. De ser así, Moscú tendría que actuar contra bases insurgentes en Chechenia, vecina de Daguestán, lo cual daría pie a un conflicto más extendido.
"Los acontecimientos en Daguestán fueron provocados por una política bien calculada, apoyada financieramente desde el exterior", argumentó el ministro ruso de Asuntos Federales y Nacionales, Vyacheslav Mijailov.
"Los extremistas chechenos y sus defensores pretenden cambiar el mapa político en el Cáucaso septentrional, y Chechenia se convirtió en la base del terrorismo internacional", aseguró.
Hay rumores de que el financista Osama Bin Laden, acusado de terrorismo por Estados Unidos, apoya la ofensiva chechena e incluso consideró asentarse en Chechenia. Esto desató la especulación sobre supuestas gestiones de Moscú para conseguir ayuda externa para combatir el terrorismo internacional.
La cancillería israelí incluso debió negar oficialmente informes que señalaban la intención del Ministerio de dar a Rusia datos de inteligencia sobre los rebeldes islámicos en Daguestán. El Ministerio aseguró que los informes se debieron a un error de traducción.
Sin embargo, el líder rebelde checheno Shamil Basayev anunció significativamente que sus hombres avanzarían a la "fase dos" de su lucha: la eliminación de la influencia "sionista" en Daguestán.
También prometieron luchar contra el "sionista" presidente ruso Boris Yeltsin, cuando los separatistas bajo el liderazgo de Basayev coparon aldeas en el distrito montañoso de Botlij, próximo a la frontera de Daguestán con Chechenia.
El miércoles, las fuerzas rusas habían recuperado el control de las seis aldeas montañosas capturadas por los guerrilleros islámicos en el distrito de Botlij, el día 7.
Pero a pesar de las alentadoras declaraciones oficiales sobre las "exitosas" operaciones de las fuerzas federales en Daguestán, Moscú aún no consiguió el control absoluto.
Los comandantes militares rusos aseguran que unos 2.000 rebeldes murieron en el conflicto, y que sólo habrían caído 59 soldados y oficiales del gobierno. Por su parte, los insurgentes sostienen que sólo tuvieron 30 bajas. Ninguna de estas cifras se pueden confirmar independientemente.
Más de 30 grupos étnicos con sus distintos idiomas viven en las montañas y las estepas del Cáucaso junto al mar Caspio que conforman Daguestán, que ha sido el escenario de la creciente violencia fronteriza con Chechenia en los últimos meses.
Unos 2.000 rebeldes ingresaron a Daguestán desde Chechenia, que goza de una independencia de hecho desde el fin de la guerra con Rusia (1994-1996).
Representantes de un organismo daguestani conocido como la Shura (consejo) Islámica aparecieron en la capital chechena de Grozny y pidieron el apoyo del pueblo checheno para combatir por la "liberación del estado islámico de Daguestán de la ocupación rusa".
Los rebeldes, que se cree pertenecen al movimiento fundamentalista Wahhabi, fracasaron rotundamente en obtener el apoyo de los daguestanis. Afganistán y Arabia Saudita serían las potencias extranjeras que Moscú acusó, sin nombrarlas, de apoyar a la insurgencia.
Muchos chechenos consideran que Basayev es un héroe de guerra, aunque Rusia lo acusa de terrorismo. El líder habría obtenido el apoyo de combatientes para su causa a cambio de 100 dólares diarios.
Los comandantes rusos respondieron elevando el salario de sus soldados a 800 rublos (unos 30 dólares) por día, aproximadamente la mitad del salario mensual de un oficial. Moscú parece haber aprendido la lección de su desastrosa campaña en Chechenia, cuando los oficiales rusos, mal pagos, vendían sus armas a los rebeldes.
Rusia solicitó al presidente checheno Aslan Masjadov que reprima a los rebeldes que operan fuera de Chechenia, pero este sostiene que la invasión de Daguestán es simulada para engañar a la comunidad internacional, incluso a los rusos.
Pero Masjadov no parece tener mucho control sobre los jefes de la guerra como Basayev, o incluso en su propio gobierno.
"Los combates en Daguestán son la lucha del pueblo daguestani por la independencia. Chechenia no puede darse el lujo de no apoyar esta lucha", declaró el viceprimer ministro checheno Ajmed Zakayev.
La lucha en Daguestán se convirtió en la peor crisis de seguridad de Rusia desde que las fuerzas rusas se retiraron de Chechenia luego de que el 31 de agosto de 1996 se firmó el cese del fuego en Jasavyurt, una localidad daguestani en la frontera.
El acuerdo de paz aplazó la cuestión de la soberanía chechena hasta el 2001.
La crisis de Daguestán se convirtió en una prueba de fuego para la estrategia rusa en el Cáucaso septentrional, manifestó Yegor Stroyev, presidente del Consejo Federal, la cámara alta del parlamento ruso.
Otros políticos consideran que la participación chechena en el conflicto actual invalidó el acuerdo de paz firmado con Rusia en 1996.
"El pacto de paz de Jasavyurt entre Rusia y Chechenia está muerto", dijo Vladimir Zorin, presidente de la comisión de Asuntos de Nacionalidades de la cámara baja del parlamento ruso.
"No cumplieron con la promesa de desarmar a las bandas armadas, y esta fue la razón principal de los combates en Daguestán", dijo.
Pero los funcionarios en Moscú evitan las declaraciones fuertes. "En Daguestán, los soldados rusos no luchan contra el pueblo checheno ni contra los musulmanes. No es una 'segunda edición' de la guerra con Chechenia", sostuvo el ministro Mijailov.
A pesar de las declaraciones oficiales, persiste el temor de que Yeltsin utilice el pretexto de una nueva guerra con Chechenia para declarar el estado de emergencia en Rusia y cancelar las elecciones parlamentarias de diciembre y las presidenciales de mediados del 2000. (FIN/IPS/tra-en/sb/ak/aq/ip/99