RELIGION: El Papa demuele imagen tradicional del más allá

El papa Juan Pablo II concluyó hoy su reflexión sobre el más allá hablando del purgatorio, tras haberse referido al cielo y el infierno en las dos últimas audiencias públicas de los miércoles.

El Papa destruyó en estas tres semanas una serie de imágenes cristianas sobre lo que ocurre tras la muerte: sin un paraíso entre las nubes donde estaría Dios, ni tampoco el fuego eterno.

El aspecto central de sus intervenciones fue que el paraíso, el infierno y el purgatorio no son lugares físicos sino estados del alma, ligados a la comunión con Dios.

Juan Pablo II no hizo ninguna alusión hasta ahora al limbo, donde hasta hace pocos años la teología católica consideraba que iban los niños que morían antes de ser bautizados.

Una hipótesis sobre la cual no la menciona el último catecismo de la Iglesia, ni la Biblia.

El teólogo Aldo Locatelli señaló, respecto del limbo, que el pensamiento católico moderno cree en la existencia de "alguna misteriosa vía de salvación" para todos los inocentes que no han podido recibir el primer sacramento.

El Papa precisó que por el purgatorio pasan aquellos que, en el momento de la muerte, se encuentran en una condición de "apertura a Dios", pero de manera imperfecta porque el camino hacia el paraíso requiere de una "purificación completa".

Aclaró que no constituye "una ulterior posibilidad de cambiar el propio destino", el cual se decide en la tierra, sino para eliminar "toda deformidad del alma".

Es un vínculo de perfección para que toda huella de relación con el mal sea eliminada y toda deformación del alma sea corregida, afirmó.

Juan Pablo II inició el 14 de julio, con el paraíso, sus reflexiones sobre la vida ultra terrena, y una semana después prosiguió con el infierno, negando su existencia como un "lugar físico".

Dijo a los peregrinos que el paraíso no es "un lugar físico en las nubes, sino "una relación viva y personal con Dios", de lo que se puede tener un anticipo en la Tierra.

Llamó a mantener una cierta sobriedad cuando se describe esta realidad del cielo. Precisó que en la Biblia el cielo se presenta metafóricamente como la habitación de Dios, donde él ve y juzga, y de donde desciende cuando es invocado.

El Papa explicó que en el cuadro de la revelación "sabemos que el cielo o la beatitud en la cual nos encontraremos no es una abstracción, ni siquiera un lugar físicos entre las nubes, sino una relación viva o personal con la Santísima Trinidad".

En la audiencia del 21 de julio subrayó que el infierno es una experiencia de "trágica infelicidad eterna" debido al rechazo del amor divino, es la última consecuencia del mismo pecado que se retuerce contra quien lo ha cometido".

En este sentido, dijo que se deben interpretar las "imágenes" sobre el fuego con las cuales en la Biblia se habla del infierno.

Sin embargo, no podemos saber "que seres humanos están ahí efectivamente", porque "más que un lugar físico, el infierno es "el estado de aquellos que libre y definitivamente se separan de Dios", manifestó Juan Pablo II.

Agregó que en "el sentido teológico", el infierno es "la consecuencia última del pecado mismo, que se vuelve contra quien lo ha cometido".

En el Nuevo Testamento se presenta al infierno como un "horno ardiente", donde sólo existe el llanto y el rechinar de dientes: o como el lugar del fuego que no se acaba nunca, el lugar de pena definitiva "sin posibilidad de retorno o de mitigación del dolor", explicó.

También recordó que el Apocalipsis lo llama "estanque de fuego". Pero añadió que estas imágenes tienen que ser "interpretadas rectamente", ya que "ellas indican la vacuidad y la total frustración de una vida sin Dios".

"El pensamiento del infierno no debe crear psicosis y angustias, aunque representa una necesaria y saludable advertencia a la libertad, para escoger el camino abierto por Cristo, vencedor del pecado y de la muerte".

Un editorial de Civiltà Cattolica, la revista de los jesuitas italianos, afirmó hace tres semanas: "la condenación es una real posibilidad, pero no es posible conocer, sin una especial revelación divina, quienes están en el Infierno". "No sabemos ni siquiera si está Judas". (FIN/IPS/jp/dm/cr/99)

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