Las frutas frescas, la nostalgia y el color con que Rufino Tamayo pintó a México se exhiben desde hoy en una selección de 57 cuadros para celebrar los 100 años del nacimiento del artista, considerado uno de los más grandes creadores de la plástica latinoamericana.
La restrospectiva, denominada "Tamayo, su idea del hombre", exhibe la primera obra del artista, "Niño en azul", realizada en 1928, y la última, "El muchacho del violín", que trazó en 1990, un año antes de su muerte.
Tamayo, considerado el último de los grandes exponentes del muralismo mexicano, escuela que compartió con los famosos Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, nació en la sureña ciudad de Oaxaca el 26 de agosto de 1899 y murió el 24 de junio de 1991 a causa de una neumonía.
Durante sus 91 años, Tamayo dedicó 75 a una intensa actividad creativa, que mostró al mundo en 60 exposiciones de pintura y unas 20 de litografía, mientras dejaba su arte en 16 murales plasmados en lugares públicos de México, Estados Unidos y Europa.
Con gran éxito, expuso en el Museo Reina Sofía de Madrid, en la Sala Principal de Artistas Plásticos de Moscú y en el Museo Edward Munch en Oslo.
Casi 2.100 obras integran el catálogo del artista que invertía gran tiempo en cada obra, que realizaba sólo bajo luz natural durante ocho o nueve horas al día.
Gran parte de su obra fue adquirida por coleccionistas extranjeros, pero hace 15 años el pintor donó su colección completa de arte contemporáneo al estado mexicano.
En otra muestra de su generosidad, Tamayo entregó en 1974 cerca de 1.300 piezas de su colección de arte precolombino, con las que se fundó el Museo de Arte Prehispánico en su natal Oaxaca.
Hijo de Florentina Tamayo, costurera, y de Manuel Ignacio Arellanes, zapatero, el artista de origen zapoteca, una de las principales etnias indígenas de México, presentó por primera vez una exposición en 1926.
El Museo de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo de la ciudad de México pone desde este jueves ante los ojos de los admiradores y de las nuevas generaciones de mexicanos una selección que abarca todos los periodos creativos del autor, cuyo centenario de nacimiento comenzó así a ser festejado oficialmente.
La nostalgia del artista puede hallarse en un autorretrato en el que se plasmó a sí mismo como un niño de 10 años. El pintor internacionalista de la década de los 30 o el colorista de los años 50 aparecen también en "Tamayo, su idea del hombre".
Allí están "El rocanrolero", de 1990, y "Amantes contemplando el paisaje", que muestra a Tamayo junto a su compañera desde 1933 sentados frente a su antigua casa en un pueblo del central estado de Guanajuato.
La exposición incluye además varios cuadros que nunca habían sido vistos en México, como "El hombre", perteneciente al Museo de Arte Moderno de Dallas, Estados Unidos, desde 1953.
"El tragafuego", de 1955, integra una colección de Nueva York que lo prestó para la celebración. "El comensal", de 1938, y "El borracho feliz" son exhibidos también por primera vez en México.
En lo académico, "Tamayo es un pintor estudiado", pero sus interpretaciones del mundo "nunca son obvias", sostuvo Juan Carlos Pareda, curador de la exposición-homenaje.
"Cada cuadro que pintó abrió una ventana a la sensibilidad y la inteligencia para que nos asomemos cuanto queramos", señaló Parada.
El pintor mexicano abrió también "la puerta de la libertad y la 'mexicanidad'. Su obra es, como dijo (el escritor y Premio Nobel) Octavio Paz poesía concreta", agregó.
La intención de búsqueda de Tamayo quedó plasmada en el repudio a la guerra, el interés por los hippies y el recurrente recurso del artista de cubrir a sus personajes con máscaras, tanto como en el erotismo que impregnó sus obras, destacó Parada.
Prestadas por instituciones y coleccionistas, las 57 pinturas serán presentadas al público hasta el próximo 31 de octubre.
Como parte de los festejos oficiales por el centenario de Tamayo, será inaugurada además una selecta colección de 25 cuadros en su natal Oaxaca este sábado. En esta ciudad y en la capital, los niños son invitados especiales
Muestras interactivas serán presentadas con la intención de que los niños mexicanos perciban la obra de Tamayo como un retrato espiritual del hombre de este siglo, afirman los organizadores.
Más allá de los festejos, la intención primaria es que, sencillamente, la gente descubra cómo miraba el artista los colores, para quien el gris era "como mañana sin sol de un día lluvioso", el café "tierra erosionada de la altiplanicie" y el magenta "bugambilias (flor) que adornan nuestros jardines". (FIN/IPS/pf/mj/cr/99