Campesinos y campesinas pobres de la provincia de Veraguas, en la región central de Panamá, recobraron la esperanza de una vida mejor gracias a un proyecto de desarrollo rural con equidad de género realizado por la FAO y el gobierno local.
El proyecto, diseñado por el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (Mida) de Panamá y auspiciado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), incluye a unas 100 familias pobres en cinco comunidades del distrito de Atalaya, 240 kilómetros al oeste de esta capital.
La ingeniera María Teresa Benavides, encargada del proyecto, dijo a IPS que el mismo está orientado a la capacitación comunitaria con enfásis en la equidad de género, apoyo a la producción y al desarrollo institucional.
La inversión total fue de 397.000 dólares, de los cuales la FAO aportó 272.000 y el Mida 125.000 dólares.
La organización de las cinco comunidades en asociaciones fue una de las primeras tareas acometidas por Benavides y otros funcionarios del Mida, a partir de algunas formas de agrupamiento ya existentes o la creación de nuevas células comunitarias.
"La idea es que la comunidad entienda la necesidad de incorporar a la mujer en el proceso de desarrollo", indicó Benavides.
Benavides, así como el encargado del Programa de la Juventud Rural del Mida, Evercio Gonzalez, quien también participó en el proyecto, indicaron que uno de los primeros objetivos logrados por la comunidad organizada la reparación del camino que los comunica con la ciudad de Atalaya.
Además de la gran participación de mujeres, jóvenes y niños en la toma de decisiones y en las actividades para recolectar fondos para reparar el camino, las cinco comunidades entendieron que la unidad es vital para conseguir beneficios colectivos, indicó González a IPS.
"Durante el desarrollo del proyecto vimos cambios en la participación de la familia en su conjunto. También hubo un cambio de actitud de los hombres, que pasaron a darle un lugar a sus mujeres y a sus hijos en la toma de decisiones", acotó Benavides.
Además de la reparación del camino, los expertos del Mida y la FAO enseñaron nuevas técnicas de cultivo, organizaron con los campesinos viveros comunitarios con semillas mejoradas resistentes a las plagas en tubérculos como ñame, otoe y la yuca, y se introdujo la producción de frutas, como la piña.
Tambien se organizó la cría de cerdos y gallinas y se enseñaron técnicas para la producción de arroz.
Gonzalez señaló que luego del impulso inicial las comunidades se han hecho cargo de todo lo relativo a la producción y administración de los bienes generados por el trabajo colectivo, entre ellos los acueductos y de una planta para el procesamiento de algunos productos para la exportación.
Ambos funcionarios dijeron que los técnicos y el Departamento de Desarrollo Rural del Mida "también ganamos experiencia" con ese proyecto.
"Me han abierto un mundo que antes no conocia" indicó María del Rosario González, de la comunidad de Las Animas, al ser consultada por IPS sobre los beneficios que obtuvo del proyecto de Desarrollo Rural con Equidad de Género.
María del Rosario recordó que a partir de las análisis de grupo y otras formas de discusión que introdujeron los expertos dentro de la comunidad, "a las mujeres se nos toma en cuenta y los esposos ya no son los que mandan como ocurría antes".
"Yo siento que las mujeres somos las que ahora mandamos", dijo, por su parte, Serafina Torres, residente en la comunidad de Charco Azul.
Torres comentó a IPS que cuando llegaron los expertos del Mida y de la FAO en esa comunidad no se utilizaba ninguna técnica para la cría de los cerdos, las gallinas o el cultivo de los tubérculos y el arroz.
Puso como ejemplo el caso de la producción de ñame diamante que se introdujo con el proyecto, el cual le permitió aumentar sus cosechas de 15 quintales (un quintal equivale a 45 kilogramos) a más de 32 quintales en la misma área sembrada.
Los hombres también opinaron a favor de una mayor participación de sus mujeres y su familia en la toma de decisiones y en las labores de producción, tradicionalmente reservada a los hombres al imperio de la cultura machista que predomina en el área rural de Panamá.
Vicente Navarro, presidente de la Asociación de Productores de la comunidad de Valbuena, dijo que "aprendimos a priorizar los problemas de la comunidad, a cuidar los recursos naturales y darle participación a la mujer".
Tras indicar que sin capacitación técnica de los campesinos "los recursos de nada sirven", Navarro adujo que "otra cosa que aprendí es a producir buenos productos para competir en el mercado".
Otros campesinos como Evaristo Gonzalez, presidente de la Asociación de Productores de Las Animas, Leónidas Rodríguez, de esa misma comunidad y Amado Quintero, de La Carrilla, consideraron que su vida es mejor desde que se incorporaron al proyecto de la FAO y el Mida.
"Antes no sabíamos como se producía una porqueriza y ahora si lo sabemos. Nunca habíamos tenido ayuda de nadie", dijo Quintero a IPS.
Mientras, Rodríguez señaló que los grupos de discusión realizados por los expertos "han ayudado mucho a unir a la familia".
Sin embargo, reclamó más ayuda para acometer otros proyectos, entre ellos la organización de una unidad de comercialización directa con el mercado de consumo.
"Las veces que hemos ido directamente a vender los productos a (a la ciudad de) Santiago (cabecera provincial de Veraguas) sacamos hasta un 50 por ciento más de lo que paga el intermediario que viene a comprar aquí", subrayó Rodríguez.
Los campesinos de Las Animas, Valbuena, Charco Azul, Los Peñales y La Carrillo, son la parte más visible de los 1,1 millones de habitantes de Panamá que viven por debajo de la línea de pobreza o en extrema pobreza. (FIN/IPS/sh/mj/dv/99)