Pocas veces un encuentro de ministros y funcionarios técnicos del Mercosur suscitó tanta expectativa como la que precede la cita de este miércoles en Montevideo, convocada para enfrentar la peor crisis del bloque desde su creación en 1991.
Argentina y Brasil, que están en recesión, se acusan mutuamente de aplicar medidas de protección contrarias al espíritu del bloque, y el duro lenguaje empleado por los industriales de uno y otro país para calificar los hechos describe por sí solo el clima reinante.
La chispa que provocó el incendio en el Mercosur (Mercado Común del Sur) fue una resolución del ministerio de Economía de Argentina que puso trabas a las importaciones.
Brasil respondió suspendiendo toda negociación con Argentina y el futuro del bloque parece depender ahora de la capacidad para superar tormentas de los técnicos y de los cancilleres y ministros de Economía de los cuatro países que integran el Mercosur.
La primera prueba se tendrá el miércoles, en la reunión del Grupo Mercado Común, conformado por funcionarios técnicos, que fue convocada por Uruguay, presidente de turno del Mercosur. También habrá participación de ministros, dada la importancia de los asuntos en juego.
En un intento por reparar el daño producido, el ministro de Economía de Argentina, Roque Fernández, promotor de las salvaguardias que causaron la reacción de Brasil, se manifestó este lunes absolutamente contrario a adoptar medidas proteccionistas.
"La recesión que atraviesa Argentina es cierta, pero lo peor que podemos hacer para afrontarla es restringir el comercio", opinó Fernández, que tiene previsto viajar a Montevideo para reunirse con sus colegas del bloque y con su equipo técnico.
Fernández, un economista ultraliberal, fue acusado el fin de semana por algunos columnistas de aplicar las salvaguardias para boicotear la integración de Argentina en el Mercosur.
El ministro vería con más simpatía la asociación de este país con Estados Unidos a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, según los columnistas.
La crisis comenzó el 26 de julio, cuando Fernández firmó una resolución que autorizaba la aplicación de salvaguardias a todas las importaciones, incluso a productos exportados por Brasil, Uruguay y Paraguay, los socios de Argentina en el Mercosur.
La decisión molestó a Brasil, que acusó al gobierno argentino de proteccionista. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina replicó que Brasil fue el primero en adoptar una medida proteccionista, al devaluar en enero el real, su moneda.
La cancillería de Brasil afirma, por su parta, que la devaluación no fue un hecho voluntario, y que, en todo caso, Argentina resultó afectada porque su industria no se venía preparando para la competencia, al menos en algunos rubros.
Mientras técnicos y ministros se acusaban mutuamente y los empresarios argentinos proferían amenazas, advirtiendo presuntos intereses hegemónicos de Brasil, los presidentes intentaron -por insistencia del argentino Carlos Menem- poner paños frios.
Menem viajó el día 29 a Brasilia y en reunión con su par Fernando Henrique Cardoso anunció que las salvaguardias no se aplicarán a los productos del Mercosur.
A cambio, pidió que Brasil estudie alguna alternativa para evitar el impacto de la devaluación del real sobre la industria argentina.
La concesión de Menem a Brasil fue rechazada por empresarios argentinos que consideraron la intervención del presidente un retroceso que provocará el cierre de empresas y confirmará el liderazgo de la industria brasileña en el bloque.
El secretario de la Unión Industrial Argentina, Ignacio de Mendiguren, se manifestó admirado por el modo en que funcionarios brasileños defienden los intereses empresariales, y advirtió que ese trato -y no el del gobierno argentino- atraerá capitales a Brasil.
El secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Jorge Campbell, explicó que, como la devaluación brasileña perjudicaba a la industria argentina, el gobierno reglamentó las salvaguardias.
Pero ante el malestar de Brasil, Argentina debió dar marcha atrás y pedir al gobierno brasileño que proponga medidas compensatorias de otra clase, dijo Campbell, que también estará presente en la reunión de Montevideo.
La mayoría de los observadores argentinos son escépticos respecto de la posibilidad de avances concretos en Montevideo, dado el contexto de desaceleración económica que viven hoy el Mercosur.
El enfrentamiento de los dos socios mayores, que llevó a algunos industriales a advertir que "así el Mercosur no nos sirve", es considerado como el más severo del bloque desde su inaguración, cuando comenzó un período de comercio intrerregional recordado hoy con nostalgia.
Sin embargo, los consultores de empresas señalan que, pese a los problemas de comercio, a la recesión y al estancamiento de las negociaciones sobre el azúcar, los automóviles y la siderurgia, para muchas transnacionales el Mercosur sigue siendo un negocio.
Ese hecho parece ser, más que la voluntad de los gobiernos, el cemento que mantiene unidos a los cuatro países, cuya agenda está plagada de conflictos latentes y asuntos pendientes de resolución. (FIN/IPS/mv/ff/ip if/99