Arima, la menor de tres hijas, tiene dos años y es la alegría de su hogar, en esta ciudad del norte de India, pero poco faltó para que nunca viniera al mundo.
Cuando Sandhya, la madre de Arima, supo que iba a tener su tercera hija por medio de la tecnología de ultrasonido, ampliamente disponible, ella y su esposo mecánico decidieron abortar.
"Esperábamos que al menos nuestro tercer hijo fuera varón y queríamos intentarlo de nuevo", relató Sandhya.
Arima debe su vida a la doctora Neelam Singh, una joven obstetra que encabeza un pequeño pero creciente movimiento contra el feticidio femenino en Lucknow, 300 kilómetros al este de Nueva Delhi. Ella logró disuadir a los padres.
"Es sorprendente lo que el asesoramiento puede hacer para detener esta horrible práctica, pero a pocos obstetras les importa y otros complacen a sus pacientes para obtener dinero", lamentó Singh.
"Convencí a Sandhya y a su esposo de que una bebé niña es tan valiosa como un bebé varón, y les hablé de mi propia carrera al frente de una exitosa clínica y de Vatsalya, una organización no gubernamental" (ONG), relató la médica.
"También le advertí a Sandhya que su búsqueda de un hijo varón podría llevarle a tener repetidos abortos y a destruir su salud, como veo que ocurre a menudo", agregó.
Aunque legalmente ningún médico puede revelar el sexo de un feto a una paciente, mucho menos realizar un aborto sin justificación médica, la determinación del sexo por ultrasonido se ha convertido en un gran negocio en Lucknow, como en muchas localidades y ciudades indias.
Las estatísticas revelan una reducción constante de la población femenina frente a la masculina en India. En 1901 había 992 mujeres cada 1.000 hombres, pero esa relación cayó a 972 cada 1.000 para el último censo, realizado en 1991.
Pero eso fue antes del advenimiento de los equipos de ultrasonido, relativamente baratos y fácilmente disponibles. Demógrafos y sociólogos prevén que para el próximo censo, en el 2001, la relación entre mujeres y hombres caerá a 830 por 1.000.
Funcionarios de policía sostienen que es imposible fichar a los médicos complacientes por falta de pruebas y también de denuncias. "No recuerdo una sola denuncia en todos estos años", declaró el inspector Dinesh Pal Singh, a cargo de una estación de policía en Lucknow.
Además, el aborto es legal en India y de hecho estimulado por el gobierno como medida de planificación familiar, en un país con una población de rápido crecimiento que pasará la marca de los 1.000 millones al comenzar el nuevo siglo, se estima.
"El único caso del que supe fue el del asesinato de una mujer porque estaba embarazada de una niña, pero nunca de un feticidio femenino", relató el inspector de policía.
La vigilancia policial en las clínicas que realizan diagnóstico por ultrasonido (ecografías) es imposible, en parte porque la técnica no sólo se utiliza para determinar el sexo de los fetos, sino también para diagnosticar una variedad de enfermedades.
"Aun si hubiera denuncias, no llegaríamos demasiado lejos, porque estamos muy ocupados con delitos comunes como robos y asesinatos", agregó el policía.
En cuanto a la ley que impide informar a los futuros padres sobre el sexo de la criatura, a nadie le importa, afirmó la doctora Singh.
El infanticidio femenino es una práctica antigua en India, presente en todas las castas y religiones. Los dominadores coloniales británicos trataron de ponerle fin con duras leyes, pero tuvieron resultados muy limitados.
Medio siglo después de la independencia, los asesinatos de niñas recién nacidas y los abortos de fetos femeninos han crecido, con la ayuda de la tecnología moderna.
El feticidio femenino también es un problema entre la numerosa población musulmana de Lucknow, aunque las leyes islámicas lo prohíben expresamente, afirmó Sultana Usmani, una funcionaria de salud pública.
"Sé de mujeres que viajan a Nueva Delhi para que determinen el sexo del bebé que esperan por ultrasonido y quizá para hacerse un aborto, a menudo bajo presión de la familia", sostuvo.
Al igual que Neelam Singh, Usmani otorga gran importancia al asesoramiento, que brilla por su ausencia pese a los numerosos programas del Departamento de Bienestar Familiar, en especial en el interior rural.
"Actualmente es común encontrarse con furgonetas que trasladan ecógrafos por áreas rurales, ofreciéndose para determinar el sexo del feto por tan solo 20 dólares", dijo Usmani.
Singh consideró paradójico que mientras los servicios de atención primaria de la salud escasean, haya una explosión de clínicas que ofrecen diagnóstico por ultrasonido y abortos.
Debido a su cruzada contra el feticidio femenino, Singh no es muy popular entre los obstetras. "Y esto pese a que muchos de ellos estudiaron junto conmigo en la Facultad de Medicina de Lucknow", manifestó.
Con todo, la campaña de Singh se limita a realizar talleres y distribuir folletos contrarios a la práctica, con el apoyo de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) y de la organización británica Oxfam.
"Nada cambiará mientras la sociedad india siga siendo tan profundamente patriarcal, sin importar las leyes", opinó T.P. Singh, coordinadora de programa de la ONG Sahghagi Shikshan Kendra. (FIN/IPS/tra-en/rdr/an/mlm/hd-pr/99