El cuerpo del sacerdote estadounidense Guadalupe Carney, desaparecido en Honduras en 1987, estaría en una base militar, mientras su cabeza habría sido enterrada en instalaciones del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, según un dirigente campesino.
Jorge Ulloa, de la Unión Nacional de Campesinos (UNC), dijo que parte de los restos de Carney se encontrarían en la base de El Aguacate, en el nororiental departamento de Olancho.
Comentó que los resultados de la investigación en la unidad militar sorprenderán a muchos "si la justicia llega hasta el fondo en el caso", pues en ese lugar también hay varios cementerios clandestinos.
Ulloa, quien fue secretario general de la UNC y su coordinador en Olancho en los años 80, indicó que informes de inteligencia en su poder prueban que Carney y el guerrillero José Mata Reyes, fueron capturados por el Ejército cuando ingresaban a Honduras por Patuca, en la frontera con Nicaragua.
"Supimos por militares que ambos fueron ejecutados en la base de El Aguacate y que el padre Guadalupe fue torturado por varios días y luego lanzado desde un helicóptero", así que en esa base deben haber restos de su cadáver, afirmó.
El activista aseguró que, como los militares querían evidencias de la muerte del religioso, "llevaron su cabeza a la sede del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, donde la enterraron en un túnel a la entrada del edificio".
"Uno de los hombres de inteligencia del Ejército confesó a la dirigencia campesina que la cabeza del padre Guadalupe está en ese túnel y sólo tiene una lesión, aunque no sé si es en el labio superior o inferior", dijo Ulloa.
"Estamos seguros que otras partes del cuerpo fueron tiradas en las montañas de Olancho", agregó el dirigente campesino, que goza de mucha credibilidad en su departamento.
Las denuncias de Ulloa causaron conmoción este viernes en Honduras y organizaciones de derechos humanos dijeron que aporta "nuevas pistas" a los testimonios que ya tenían sobre el paradero de Carney, sacerdote jesuita que desarrolló un intenso trabajo con los grupos de mujeres y campesinos en Olancho.
Sandra Ponce, fiscal de Derechos Humanos, opinó que las declaraciones de Ulloa son "bastante fuertes y parece que tiene información valiosa en su poder, por eso vamos a investigar esa denuncia" sobre un capítulo de los desaparecidos políticos en Honduras".
Ponce anunció que este lunes se iniciará la excavación de un terreno en El Aguacate, donde se presume existen seis cementerios clandestinos.
Esa base sirvió de refugio y entrenamiento a comienzos de los años 80 de grupos contrarevolucionarios de Nicaragua, con apoyo de militares hondureños y financiados por Estados Unidos.
Casi 20 años después los misterios que encierra el lugar intentan ser desenterrados, luego que se dilucidara un problema de tenencia de tierras entre campesinos y militares.
Una investigación del diario El Heraldo, de Tegucigalpa, reveló el lunes la existencia de cámaras de tortura, presuntos cementerios clandestinos y fosas donde se escondían armamentos que, según versiones campesinas, han sido desenterradas para venderlos de forma ilegal.
La publicación del informe motivó que la Fiscalía de Derechos Humanos decidiera inspeccionar la zona, encontrando rastros de sangre humana en las celdas de tortura, según dijo Ponce.
Las denuncias sobre El Aguacate hizo volver la atención sobre el destino de 187 personas desaparecidas por causas políticas e ideológicas en los años 80 en Honduras, entre las que se cuenta el sacerdotes estadounidense, cuyo paradero es reclamado con insistencia por la comunidad internacional.
Según Bertha Oliva, del Comité de Familiares Detenidos- Desaparecidos en Honduras (Cofadeh), "en la base de El Aguacate no sólo entrenaron los contras nicaraguenses sino también fuerzas de elites del Ejército hondureño, y "ambos son cómplices de los hechos que se denuncian".
Oliva dijo que las declaraciones de Ulloa sobre el destino de Carney deben ser analizadas con "sumo cuidado". "Nosotros teníamos informes que el padre había sido torturado en El Aguacate, pero no que su cuerpo o algunas de sus partes podrían estra ahí", explicó.
"Lo novedoso es el hecho de que su cabeza pudiera estar aquí en las meras barbas de las Fuerzas Armadas. El sólo hecho de pensar esas cosas, nos da escalofríos y que no haya duda de que vamos a investigar, porque todo evidencia que la represión en esa maldita base fue funesta y macabra", afirmó Oliva.
Mientras, las Fuerzas Armadas negaron este viernes su participación en los hechos que habrían ocurrido en El Aguacate, y señalaron que quienes operaban en esa zona fueron los contrarrevolucionarios nicaragüenses. Honduras sólo "prestó" las instalaciones castrenses, dijeron.
En un comunicado divulgado este viernes, los militares niegan que estén moviendo "evidencias" en la zona, como insinuó el jueves la fiscal Ponce, e informaron que debieron cercar con cintas y montar vigilancia en la zona, "ante sospechas de que algunos efectivos fueran a remover evidencias". (FIN/IPS/tm/dm/hd/99)