Una exposición en Nueva York retrata el romance que mantiene el pueblo de Estados Unidos con las armas de fuego a través de 100 fotografías en blanco y negro de ciudadanos comunes y corrientes con sus pistolas, revólveres y rifles.
"Quise mostrar que las armas afectan a personas de todas las etnias y clases sociales", contra la creencia extendida de que "sólo las utilizan pandilleros juveniles o gángsters", explicó el fotógrafo británico Zed Nelson sobre su exposición "Gun Nation" (País de armas).
Más de medio millón de personas fueron baleadas y murieron en las calles y los hogares de este país desde 1960.
Más de 34.000 estadounidenses murieron de heridas de bala en 1996, según las últimas estadísticas. Del total, 18.100 fueron suicidios, y más de 1.100 disparos no fueron intencionales, según la revista Journal of the American Medical Association.
"Se calcula que circulan 200 millones de armas en Estados Unidos", observó Nelson. El fotógrafo viajó los últimos tres años por el sur y el oeste del país, y allí retrató a personas comunes con sus armas, en locales de venta y exposiciones de armas, en salas de emergencia y en sus casas.
El resultado de sus viajes es esta muestra cruda de la vida diaria y de situaciones de muerte. La mayoría de las fotografías de Nelson hablan por sí mismas, pero igual están acompañadas de pequeños textos que dejan la impresión de que los más peligrosos son los portadores y no las armas.
Nelson se encontró en la sureña ciudad de Memphis con un grupo de cinco amas de casa comparando sus armas mientras tomaban café en la casa de una de ellas. Las mujeres explicaron que para ellas la sensación de seguridad y la capacidad de defenderse son esenciales.
"Claro que descargaría mi arma contra alguien, no porque quiera herirlo, sino para estar segura de que no podrá atacarme. Y si hacen falta nueve balas, está bien. Es lo que nos enseñan en el curso, a vaciar los cartuchos", relató una de ellas.
En otra fotografía, John y Kaywin LeNoue, una pareja de ancianos que se identifican como "cristianos renacidos", logran conciliar sus creencias religiosas con el uso de las armas para defensa personal.
John tiene puesta una camiseta negra con la inscripción "world- changers" (gente que cambia el mundo) y Kaywin, que sostiene el arma, lleva un collar con una cruz.
"En los diez mandamientos, en hebreo no dice 'No matarás', sino 'No asesinarás'. Así que esto para nosotros es autoprotección", argumentó la pareja refiriéndose a sus armas.
Nelson se ocupó de documentar lo que él describe como "la perturbadora obsesión de Estados Unidos con las armas", pero también destaca la complejidad de ese asunto.
"Muchos propietarios de armas legales las adquieren para protegerse de peligros que están a la vista, y no porque sí", puntualizó el fotógrafo.
La segunda enmienda de las 10 hechas a la Constitución, que entró en vigor en 1791 para estipular los derechos individuales y los del Estado, establece el derecho a "tener y portar armas".
Legisladores, celebridades y la opinión pública en general discuten sobre ese derecho desde hace varias décadas, y este año el debate fue más acalorado después de los fatales tiroteos en algunos centros de enseñanza media y en otros espacios públicos.
Una de las amas de casa de Memphis le explicó a Nelson que "si se prohíben las armas, los malos las tendrán de todos modos". "La constitución me da derecho a poseer un arma para protegernos a mí y a mi familia", comentó un padre con un revólver en una mano y su pequeña hija en el otro brazo.
El espectador sólo desea que el arma que el padre apunta contra su hija no esté cargada.
"La gente es rehén en su propia casa. Así que, o nos sometemos a los delincuentes o nos defendemos", afirmó un hombre de Dallas, de bigote blanco y con una flamante pistola en su mano.
Nelson combina en esta muestra retratos de orgullosos poseedores de armas, como los mencionados, con fotografías tomadas en salas de emergencia salpicadas de sangre, automóviles con orificios de bala, y prótesis de pies, lo cual deja un retrogusto amargo en el espectador.
Un médico de Memphis que Nelson retrató al lado de una bolsa que contiene el cadáver de una mujer muerta de un disparo sostuvo que "los ciudadanos que cumplen con la ley causan muchas desgracias por error, por ira o por accidente".
Muchas muertes por bala ocurren en situaciones domésticas, aseguró el médico.
Sarah Read, una niña de 10 años que Nelson retrató detrás del mostrador del negocio de armas de su padre, quizá no sepa aún que eso sucede. "Papá Noel me dejó una escopeta calibre .410 el año pasado", reza la leyenda que acompaña a la fotografía.
Nelson también fotografió el Colegio Columbine, en Littleton, después de los sucesos de abril, cuando dos estudiantes mataron a 12 compañeros de clase y un profesor antes de quitarse la vida.
El fotógrafo, consternado ante lo ocurrido, no puede creer que, 10 días después de la tragedia, esté prevista la reunión anual de la Asociación Anual del Rifle en esa misma ciudad.
"Esto y el hecho de que algunos observadores locales y nacionales comenten que tragedias como la de Columbine podrían evitarse si los profesores estuvieran armados, muestra que la discusión sobre las armas es realmente complicada", manifestó Nelson. (FIN/IPS/tra-en/km/mk/ceb/aq/cr/99