(Derechos Humanos) ARGENTINA: Ejército tendrá mujeres subtenientes

Un pequeño grupo de mujeres argentinas marcará el año próximo un punto de inflexión en la historia de una institución históricamente masculina, al egresar del Colegio Militar con el grado de subtenientes del Ejército.

Serán las 16 primeras mujeres que culminen la etapa inicial de la nueva carrera de oficiales en el Cuerpo Comando, y quedarán así habilitadas para alcanzar el grado de general dentro de 25 años en los batallones de Artillería, Ingeniería o Comunicaciones.

Hasta hace poco, las mujeres sólo podían incorporarse al Ejército como profesionales (enfermeras, médicas, odontólogas o bioquímicas) en los servicios de Sanidad. En 1994, cuando se eliminó el servicio militar obligatorio, muchas jóvenes se ofrecieron como voluntarias.

En 1996 se les permitió cursar la carrera de suboficiales y en 1997 fueron admitidas por el Colegio Militar de la Nación, fundado hace casi dos siglos para formar oficiales del Ejército con rango universitario.

En diálogo con IPS, un grupo de mujeres de entre 22 y 25 años que ingresaron a la carrera contaron cómo descubrieron su vocación, cómo se sienten dentro de una institución que hasta hace poco no las aceptaba, y cómo piensan compatibilizar la profesión que eligieron con la vida familiar.

Al principio, las entrevistadas, vestidas con el tradicional uniforme verde oliva camuflado, estaban tensas. Saludaron llevando la mano a la frente y se mostraron dispuestas al reportaje haciendo chocar los talones de sus botas, pero luego se soltaron un poco y se despidieron con un beso en la mejilla.

Su modelo es el ejército de Estados Unidos. En el resto del continente hay pocos otros que acepten a las mujeres para la carrera que puede llevarlas al grado de general, y eventualmente a comandar la fuerza.

En la Armada y la Fuerza Aérea de Argentina, los cambios acaban de comenzar.

En el Ejército de Estados Unidos, las mujeres con el grado de teniente son 20 por ciento del total, y su desempeño está muy bien considerado por los expertos. Los militares argentinos que las conocieron en misiones internacionales de mantenimiento de la paz aprendieron a respetarlas.

El general Martín Balza, comandante del Ejército, afirmó que la participación femenina en esa fuerza "brinda aportes múltiples y beneficiosos, y permite la selección de personal para ocupar determinados cargos sobre la base de la idoneidad y no del sexo".

Las entrevistadas prefirieron no hacer comentarios sobre el oscuro pasado del Ejército argentino, que intervino en todos los golpes de Estado de la historia del país y se desprestigió mucho durante la última dictadura (1976-83). "El Ejército cambió", aseguraron a coro.

Del total de mujeres que están actualmente en el Colegio, alrededor de 60 por ciento tiene algún familiar militar, pero cada vez son más las que ingresan a la carrera sin tener parientes en las fuerzas armadas ni saber casi nada de la vida militar.

Viviana Ruiz, de 22 años, cursa el primer año en el Colegio. Antes hizo la carrera de maestra pero no estaba satisfecha. No había otros militares en su familia, y contó que siempre le gustó "probar si podía hacer las cosas que todos dicen que sólo pueden hacer los hombres".

"Mi familia y mis amigas decían que no iba a aguantar ni una semana porque tenía un físico muy menudito, pero me encantó", relató Ruiz, añadiendo que cuando sale los fines de semana y va a bailar, prefiere no decir al comienzo a qué se dedica, porque "los hombres se asustan".

La carrera exige vivir en el Colegio de lunes a viernes y recibir instrucción militar física y teórica, además de estudiar una profesión universitaria afín a la tarea que se va a realizar en el Ejército.

Las entrevistadas egresarán con el grado de subtenientes y títulos de contadoras públicas o licenciadas en administración de empresas, dos carreras que les permitirán desempeñarse con buena preparación técnica en las misiones que se les asignen.

Los profesores comentaron que su rendimiento intelectual es muy bueno. "Creo que nos destacamos", comentó Ruiz con orgullo, aunque también comentó que en lo físico son los varones quienes más sobresalen.

Graciela Argüello tiene 25 años y egresará en el 2000. Desde que ingresó en 1997 cambiaron muchas cosas, pero ella parece decidida a hacer honor al espíritu de cuerpo, y se negó a revelar cuáles fueron las zancadillas que los varones les pusieron al principio. "Les costó pero se van acostumbrando", comentó.

Ella comenzó como voluntaria, pero cuando se abrió la posibilidad de entrar al Colegio sintió que si lo hacía su carrera tendría más futuro y solidez. "Como voluntaria tenés un techo enseguida", señaló.

Para Argüello, el mayor desafío al egresar será tener bajo sus órdenes a otros militares varones mayores que ella, e incluso de edad similar a la de sus padres (los cadetes egresan del Colegio con un grado mayor al que pueden alcanzar quienes no cursan estudios allí).

También se imagina que en el futuro será difícil compatibilizar su carrera y su familia. "Las esposas de militares aceptan el destino del marido, pero si nosotras nos casamos con un civil nos van a tener que destinar a un sitio donde él pueda trabajar", comentó.

Romina Lombardi, de 22 años y actualmente en el tercer año de la carrera, opinó que dejar a un bebé de meses para irse a Kuwait no es lo mismo para una madre militar que para un padre militar. "Tendremos que ir encontrando las soluciones sobre la marcha", acotó.

En el Colegio conviven unas 150 mujeres con 650 varones. Comparten horas de estudio y de entrenamiento físico (con exigencias diferentes para varones y mujeres), comen juntos, organizan fiestas o ven películas, y se separan a la hora de dormir.

No se permite la formación de parejas entre los estudiantes. Afuera, cada uno es dueño de su intimidad, pero cada tres meses las mujeres deben someterse a un examen de orina para controlar si están embarazadas, porque el Colegio no acepta cadetes con hijos. Tampoco se aceptaría a un varón cuya pareja quede embarazada.

Una vez que los cadetes egresan y el Ejército les asigna un destino, se pueden casar y tener hijos. Las oficiales embarazadas tendrán sus licencias por maternidad y por lactancia.

Los objetivos de la institución no cambiaron con la incorporación de mujeres, sino que son ellas las que adoptaron los valores y metas del Ejército. "Nosotros buscamos la paz, pero nos preparamos para la guerra, esa es la esencia de la vida militar", reconoció Argüello.

Ruiz añadió que los militares también pueden participar en misiones internacionales de mantenimiento de la paz, ayudar a la población en casos de innundaciones, cuidar el ambiente o prevenir el narcotráfico.

Las primeras mujeres que reciban el grado de subteniente habrán dado el primer gran paso, pero les quedarán muchos por delante en el escalafón, de subteniente a teniente, teniente primero, capitán, mayor, teniente coronel, coronel y general.

Cuando alguna recorra todo ese camino, las Fuerzas Armadas habrán incorporado plenamente a las mujeres, para darles oportunidad de desarrollar todo su potencial, como otras instituciones lo han ido haciendo en los últimos años. (FIN/IPS/mv/mp-mj/ip hd/99) = 08170825 NYC017

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