La selección de fútbol de Estados Unidos jugará en Cuba contra el equipo nacional cubano por primera vez en 53 años, si prosperan las negociaciones entre ambos países.
Menos de cuatro meses pasaron desde que la selección cubana de béisbol regresó victoriosa a La Habana tras derrotar a los estadounidenses Orioles de Baltimore en su sede de Maryland.
Grupos de exiliados cubanos siguen irritados porque las autoridades permitieron los partidos amistosos. Todavía siguen montando protestas cada vez que los Orioles juegan en Miami.
Así mismo, está en marcha una investigación para verificar si al restringir las protestas en el segundo partido, jugado el 3 de mayo, los dirigentes de los Orioles y la policía de Baltimore violaron los derechos de los manifestantes anticastristas.
La Unión Estadounidense de Libertades Civiles todavía considera si presentará una demanda judicial en conexión con esas restricciones.
Pero ahora se supo que la Federacion Estadounidense de Fútbol envió a La Habana a Doug Logan, ex comisario de las divisiones superiores, para entregar una carta a la Federación Cubana de Fútbol proponiendo partidos de exhibición en dos series a disputarse el próximo verano (boreal).
"La proposición fue cálidamente recibida. Incluso fijamos la fecha, el 19 de julio", declaró Logan a la prensa.
Cuando los Orioles de Baltimore vencieron por estrecho margen a los cubanos el 28 de marzo en La Habana, fue la primera vez en 40 años que un equipo estadounidense de béisbol de las ligas mayores jugaba en la isla caribeña.
La última había sido una serie de partidos de exhibición disputados por los Dodgers de Los Angeles y los Reds de Cincinnati en marzo de 1959, diez semanas después de que los rebeldes de Fidel Castro derrocaran al dictador Fulgencio Batista.
Si los partidos de fútbol tienen lugar el verano próximo como está planeado, será la primera vez en 53 años que un equipo estadounidense juegue en territorio cubano, desde que la selección de Estados Unidos perdiera frente a Cuba por 5 a 2 el 20 de julio de 1947.
Desde entonces, el fútbol estadounidense cambió mucho. El deporte es ahora uno de los más populares entre adolescentes de ambos sexos. El país tambien participó en las dos últimas ruedas finales de la Copa del Mundo y fue sede del torneo una vez.
El mes pasado, la selección estadounidense ganó como local la Copa Mundial de mujeres, frente a una muchedumbre extasiada.
El fútbol cubano también cambió. Desde que la revolución identificó a los deportes como un aspecto crucial del desarrollo nacional, fueron una fuerza dominante en el fútbol regional durante los años 60. Actualmente, Cuba sigue siendo uno de los principales equipos en el área caribeña.
La Federación Internacional de Fútbol Asociado ubica al equipo estadounidense en el vigésimo lugar en el mundo, mientras los cubanos ocupan el número 79.
Sin embargo, es el aspecto político de las series de partidos de exhibición que dominará las discusiones durante los 10 meses que faltan para las competencias.
Cuando se iniciaron las discusiones entre los dirigentes de los Orioles de Baltimore y las autoridades cubanas a fines del año pasado, dirigentes cubanos exiliados, políticos cubano- estadounidenses y varios comentaristas denunciaron la iniciativa y dijeron que beneficiaría la imagen del presidente cubano Fidel Castro.
También afirmaron que quitaría fuerza a la oposición anticomunista dentro y fuera de la isla. "Crea la falsa impresión de que Cuba es una sociedad abierta", dijo Ana Carbonell, de la Alianza de Jóvenes Cubanos, con sede en Florida.
"Es trágico que el béisbol estadounidense trate de limpiar la dilapidada, decadente y corrupta imagen de Fidel Castro", agregó.
Los juegos "servirán sólo a aquellos que egoístamente abogan por un acercamiento con el dictador cubano", protestó Jorge Mas Canosa, que encabeza la poderosa Fundación Nacional Cubano- Estadounidense.
Dirigentes cubanos exiliados temen también que los cotejos de béisbol abran la puerta a otros contactos deportivos y culturales entre Cuba y Estados Unidos.
Esos temores se basan en los pasos que dio en enero el gobierno de Bill Clinton para suavizar el embargo contra la isla y fomentar los "contactos sociales", lo cual estimuló las negociaciones entre Washington y La Habana y permitió la realización de los partidos de béisbol.
Las series tuvieron éxito y la anunciada deserción masiva de jugadores cubanos hacia Estados Unidos no se materializó, lo cual permitió a grupos cubano-estadounidenses moderados que desean mayores contactos y no el embargo, a proclamar la victoria.
El triunfo cubano en el segundo encuentro dio pie a Castro para proclamar la bondad de los programas patrocinados por el Estado en el desarrollo de los deportes.
A raíz del intercambio, un equipo de médicos de Baltimore, incluso el Comisionado Municipal de Sanidad, un cirujano cardíaco y un especialista en transplantes renales, visitaron Cuba para tener una impresión de "primera mano" del sistema de salud del país.
Más intercambios similares están programados entre Baltimore y La Habana. Ahora, otros equipos de béisbol pretenden imitar la iniciativa de los Orioles y jugar contra los cubanos.
Los dirigentes de Anaheim Angels, de Arizona, pidieron la autorización del Departamento del Tesoro para negociar con Cuba una serie de partidos de exhibición el año próximo, contra el equipo nacional o la escuadra de campeones de la isla. Todo hace pensar que obtendrán el permiso.
Según informes sin confirmar, los New York Yankees, cuyo pitcher estrella Orlando "El Duque" Hernández desertó de Cuba a Estados Unidos, también solicitaron el permiso.
Como los grupos anticastristas siguen siendo la voz dominante entre los exiliados cubanos en Estados Unidos, serán inevitables las protestas si se producen esos contactos deportivos el próximo verano.
Pero los clubes de béisbol y la administración de las ligas mayores pueden sentirse aliviados de que otra voz se oiga cada vez más fuerte, dentro y fuera de la comunidad de exilados, que ya no es hostil a La Habana y considera un fracaso los 40 años de embargo contra el gobierno de Castro.
Esa voz sostiene que llegó el momento de intentar un nuevo acercamiento, que fomente los contactos para facilitar la comparación entre el capitalismo estadounidense y la revolución cubana, y que contribuya a la caída del gobierno comunista con el ejemplo, y no mediante la asfixia.
"Todo lo que acerque las tentaciones del capitalismo a los cubanos será una amenaza para el fracasado experimento socialista de Castro", escribió el columnista Robert Steinback. (FIN/IPS/tra- en/ps/cb/ego/aq/ip-cr/99