El nuevo primer ministro ruso, Vladimir Putin, prometió imponer "orden y disciplina" en Daguestán, en respuesta a la declaraciòn de independencia formulada hoy por el consejo islámico de la pequeña república del Cáucaso.
Ubicada sobre el mar Caspio, en la confluencia de Europa y Asia, con 50 mil kilómetros cuadrados y una población de 2,1 millones de habitantes, Daguestán era presentado hasta hace poco como un ejemplo de coexistencia pacífica de culturas y grupos étnicos.
Más de cien nacionalidades, 30 de ellas aborígenes, conviven en Daguestán, donde es mayoritaria la religión islámica, impuesta por tre s siglos de ocupación árabe entre los siglos XVII y IX.
Los consejos islámicos de "alims" (tutores espirituales) y los jama'a t (ancianos) constituyen la principal autoridad moral en las comunidades rurales daguestaníes, donde se registra un rápido retorno de la religi ón musulmana, tras más de 70 años de ateísmo oficial.
Tras la revolución de octubre de 1917 en Rusia, Daguestán se constitu yó en 1920 en una "república socialista soviética autónoma" dentro de l a Federación Rusa, el último de una larga serie de países que ocuparon el territorio por siglos, siempre enfrentados a una fiera resistencia de la población local.
Tropas rusas y rebeldes daguestanies han sostenido una cadena de enfrentamientos armados en las últimas semanas, que han provocado en Mosc ú el temor de una repetición de la guerra en la vecina Chechenia, que culmin ó con una virtual derrota del ejército ruso.
Pese a que los choques armados no han pasado de ser grandes escaramuzas, los dirigentes rusos le han dado la mayor importancia, como para enviar a la región al ministro del Interior, al jefe de Estado mayor del ejército y al propio primer ministro saliente, Sergei Stepashin.
Fue precisamente a su regreso de Daguestán que Stepashin se encontró este lunes con la novedad de que el presidente Boris Yeltsin había decidid o despedirlo y reemplazarlo por Putin, hasta el lunes jefe de los servicios federales de inteligencia.
Los rebeldes islámicos dicen haber ocupado varias aldeas y encontrarse en situación de lanzar una ofensiva hacia la independencia, con el apoyo velado de Chechenia, donde también la población muslumana es mayoría, y donde se dice se entrenan los grupos armados.
Entre 1994 y 1996 Rusia libró una infructuosa guerra contra los rebelde s chechenos, que terminó con un acuerdo para la autonomía del país dentro de la federación rusa, pero con un bochornoso saldo para las fuerzas armadas rusas, en particular las tropas del ministerio del Interior, que cometieron serios abusos contra la población civil.
Aunque formalmente en control del país, las fuerzas rusas se han dedicado en los últimos años principalmente a controlar las acciones de grupos armados chechenos dedicados al contrabando y a la toma de rehenes para intercambiarlos por dinero, y que intentan extender sus actividades hacia las regiones vecinas.
Alexander Lebed, un popular ex general nacionalista y ex candidato presidencial que consiguió el acuerdo de paz con los chechenos en 1996 tra s una negociación personal con los rebeldes, exigió hoy el envío urgente de tropas rusas para aplastar la rebeliòn del Daguestán.
La rebelión musulmana tiene como adversarios tanto a los rusos como al gobierno local del primer ministro Magomedali Magomedov.
La declaración de independencia en daguestán coincide con el estalli do de una nueva crisis política en Rusia, destada por el presidente Boris Yeltsin, quien decidió sorpresivamente cambiar gobierno sin dar explicaciones al país, ni al despedido Stepashin.
Yeltsin también anunció que el nuevo primer ministro Putin – quien no figuraba en los libros de los analistas como postulante a altos cargos políticos – es su preferido para sucederlo en la Presidencia, en las elecciones de junio del próximo año.
Putin anunció inmediatamente que adoptaría una línea dura en la bat alla que se avecina por el control de Daguestán, conciente al parecer de que un triunfo rápido y demoledor podría darle la popularidad que hoy no tiene, y convertirlo en un candidato serio
Abogado y veterano oficial de inteligencia, Putin sabe que – a diferencia de la rebelión de 1,8 millones de albano-kosovares contra Yugoslavia – la de los musulmanes daguestaníes no contará con apoyo político o militar decisivo por parte de Estados Unidos y sus aliados europeos.
Pero los rebeldes cuentan con el sostenimiento de los países musulmanes vecinos, y una tradición de siglos de guerrillas de montaña contra los múltiples invasores del país.
Como Chechenia hoy, el Daguestán de mañana puede que no sea totalment e independiente, pero sí ingobernable: otra fuente constante de violencia y muerte que paraliza la vida y el desarrollo en muchos países, pero que no parece ser objeto de desvelos en los centros de poder. (FIN/IPS/ws/ak/eu-ip-hr/99)