/Ciudades de América Latina/ CUBA: Habana Vieja, una ciudad para vivir mejor

En la estrategia de rehabilitación de la Habana Vieja, en la capital de Cuba, la elevación del nivel de vida de sus habitantes ocupa un lugar tan o más importante que la salvación de sus valores arquitectónicos.

"Recrear la ciudad no sólo para verla, sino para vivirla. He ahí el desafío", dice Eusebio Leal Spengler, historiador de la ciudad desde 1967, cuya oficina dirige el vasto programa de restauración del Centro Histórico.

Se trata de un área declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1982 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), cuyos trabajos de rehabilitación se rigen por un programa único desde diciembre de 1995.

Hasta 1994 contó varios planes, pero las propias perspectivas de desarrollo de la zona, de alta significación turística, llevaron a la creación de una entidad unificadora de voluntades y, sobre todo, de responsabilidades.

El Plan Maestro de Revitalización Integral de la Habana Vieja, concretado a instancias de la Oficina del Historiador y la Agencia Española de Cooperación Iberoamericana, define las acciones más convenientes para la recuperación del casco histórico.

La zona, con una superficie de 214 hectáreas y 242 manzanas en las que se encuentran unos 4.000 edificios, más de 900 de las cuales de alto valor patrimonial, constituye uno de los centros económicos, turísticos y culturales más dinámicos de la isla.

Directivos del Plan sostienen que se trata de lograr un desarrollo integral autofinanciado que haga recuperable y productiva la inversión, estrategia que este año aportará unos 40 millones de dólares.

En ese sentido, el programa persigue cuatro objetivos clave: la conservación del patrimonio, la permanencia de la población local, el mejoramiento de la infraestructura de la ciudad y el desarrollo autofinanciado.

Los beneficios derivados de la explotación adecuada del patrimonio cultural en su calidad de bien económico, generador de riqueza, permiten ahora orientar una parte importante de la recaudación a la atención de los problemas sociales y la solución del hábitat en La Habana Vieja.

La zona alberga 88 monumentos de alto valor histórico, 860 espacios de gran valor ambiental y 1.780 construcciones armómicas, cuyo conjunto muestra cuatro siglos de arquitectura.

Pero el estado de las viviendas presenta signos alarmantes, señala un estudio del equipo interdisciplinario del Plan Maestro.

De un fondo de 22.516 viviendas, 43 por ciento tiene fallas estructurales en el techo, 42 por ciento presenta grietas en las paredes, 24 por ciento muestra hundimientos en el piso, en tanto más de la mitad tiene filtraciones en los techos y 38 por ciento en las paredes.

La mitad de las viviendas se sitúa en casas de inquilinato y en una proporción similar se han improvisado segundos pisos para aumentar su capacidad, lo que en el lenguaje popular se conoce como "barbacoa".

Un tercio de las casas no recibe agua directamente y la situación de los servicios sanitarios es considerada crítica, con el agravante de frecuentes uniones entre la red de alcantillado y el sistema de evacuación del agua de lluvia.

En el centro histórico viven 70.658 personas, concentradas en 113 hectáreas, para una densidad de 621 habitantes por hectárea y 3,3 personas por vivienda, según el Censo de Población de 1996.

La alta densidad, el mal estado de las viviendas y los problemas con las redes y los servicios asociados evidencian "unas condiciones de vida inadecuadas, que requieren incrementar esfuerzos y recursos para su solución", afirma el estudio.

Sin embargo, indica que hay un fondo edificable de unas cinco hectáreas, debido a la existencia de solares yermos y ruinas, por lo que en principio no sería necesario el desplazamiento de población para lograr índices de habitabilidad adecuados.

Por otra parte, hay un cuatro por ciento de casas y apartamentos habitados por uno o dos ancianos, a los que podría resultarles atractiva una propuesta de reubicación en viviendas más pequeñas ya rehabilitadas.

Poco a poco, los habitantes del Centro Histórico asisten, entre sorprendidos y reconfortados, al resurgir de sus viviendas por obra y gracia del Plan Maestro.

"Jamás hubiéramos podido costear esto nosotros solos", dice Nicanor García, un jubilado de 70 años que se prepara a regresar junto a su esposa a su casa remozada por una brigada de 10 obreros.

La pareja de jubilados, que habita una casa construida en la azotea de un edificio en pleno corazón del Centro Histórico, tiene un ingreso mensual que no supera los 200 pesos, igual a dólares al cambio oficial, pero menos de 10 según la cotización en las casas de cambio.

Ambos se encuentran dentro del 68 por ciento de residentes en La Habana Vieja que, según una encuesta realizada por expertos del Plan, manifestaron su preferencia por continuar viviendo allí a pesar de las dificultades.

Además, el 84 por ciento de los encuestados dijo estar dispuesto a participar en la solución de los problemas y el 85 por ciento consideró positivos los cambios en la zona, aún cuando el 47 por ciento no se siente beneficiado por éstos.

Por otra parte, el 77 por ciento manifestó interés por incorporarse a un plan de reparación o construcción de viviendas, y de ellos, el 79 por ciento dijo que asumiría el costo por su propia cuenta, mediante préstamo bancario o aportando entre todos los vecinos.

El programa de mejoramiento de la calidad de vida incluye la construcción de obras de beneficio social, como un hospital materno infantil y la rehabilitación de edificios coloniales para dedicarlas a diferentes sectores de la población.

Así, un antiguo convento destruido por el tiempo y un incendio reciente, está siendo reparado para convertirlo en asilo de ancianos, junto a un "hotel para la tercera edad" que servirá de sustento económico al primero. (FIN/IPS/pg/ag/dv-cr/99

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