La calidad del aire en Sao Paulo, la mayor área metropolitana de Brasil y una de las más grandes de América Latina, mejoró en los últimos años, pero sin alcanzar aún el nivel de sanidad ambiental deseable.
El promedio diario de monóxido de carbono en el ambiente, que había llegado a un máximo de 27,8 partes por millón (PPM) en 1994, bajó a 14,3 PPM el año pasado y a cerca de 10 a 12 PPM en la actualidad, según Jesuino Romano, de la Compañía de Tecnología de Saneamiento Ambiental.
Pero está aún lejos del límite fijado por las autoridades ambientales, de nueve PPM, reconoció el gerente de la División de Calidad del Aire del organismo, que tiene autoridad sobre el ambiente del estado de Sao Paulo.
Algo similar ocurre con las partículas que se inhalan, reducidas a un tercio en los últimos años, pero aún 10 por ciento por encima del nivel aceptable, de 50 microgramas por metro cúbico.
La mejoría se debió principalmente a un Programa de Control de la Contaminación del Aire por Vehículos, que obligó a la industria a una drástica reducción de los gases emitidos por los automóviles.
Uno vehículo de fabricación nacional, que hasta 1980 expulsaba 54 gramos de monóxido de cabono por kilómetro recorrido, redujo su poder contaminante a un cuarto en 1990 y a 0,79 gramos por kilómetro el año pasado.
Eso permitió un aire más limpio en la región metropolitana de Sao Paulo, aunque los vehículos en circulación aumentaran de 4,3 millones en 1994 a 5,4 millones en 1998, destacó Romano.
Además, contribuyeron la mejora del combustible, que deja ahora menos residuos, las presiones para disminuir el humo negro emitido por autobuses y camiones, una incipiente sustitución de gasolina y combustible diesel por gas natural, y también la menor contaminación por fuente industrial, indicó el experto.
Muchas industrias dejaron la congestionada metrópolis para instalarse en ciudades más pequeñas del mismo estado de Sao Paulo o de otros estados, donde además se pagan menores salarios. Las que quedaron fueron obligadas a controlar y tratar sus desechos.
El fenómeno de la fuga industrial hacia el interior del país, que se intensificó en esta década, fue decisivo para el barrio Saúde (Salud), de Sao Paulo.
La contaminación local provocada por la planta de Aliperti, una industria siderúrgica, ensuciaba las casas y provocaba enfermedades, recordó Celia Neri de Camargo, una peluquera cuya hija pequeña sufrió frecuentes crisis de bronquitis luego que se mudaron a ese barrio, hace 23 años.
Desde entonces "mejoró mucho el aire", porque la empresa transfirió su planta principal al interior y adoptó medidas anticontaminantes en la factoría que dejó en el barrio, comentó De Camargo, que siempre vivió en la ciudad de Sao Paulo.
El aire de la ciudad sigue muy contaminado, aunque en menor medida que en otros tiempos, afirmó la vecina de Sade, que se queja también del exceso de ruido en la zona donde trabaja, cerca del aeropuerto y de avenidas de tránsito intenso.
La contaminación en Sao Paulo comenzó a preocupar seriamente a las autoridades y a la población a mediados de los años 70, cuando el aire se hizo irrespirable en algunos días de invierno, cuando ocurren inversiones térmicas que impiden la dispersión de los gases.
El monitoreo sistemático de la calidad del aire y las medidas contra los vehículos, las industrias y otras actividades contaminantes se fueron multiplicando.
Hace cuatro años, ante el rápido aumento de la cantidad de vehículos, se impuso la prohibición de circulación por turnos, para sacar de las calles 20 por ciento de los automóviles de lunes a viernes, durante los meses de invierno.
Este año, el gobierno estadual decidió suspender la medida, manteniendo la posibilidad de imponerla en días de emergencia, cuando las condiciones meteorológicas agraven la contaminación. Pero hasta el momento no hubo necesidad de hacerlo.
La reducción de la contaminación en la nueva etapa se hace más difícil y lenta, según Romano. Los avances tecnológicos, que permiten que los vehículos, industrias y combustibles sean menos contaminantes, tienen un límite y sus resultados se van haciendo insignificantes.
Las perspectivas de descontaminación se concentran ahora en una mejoría del transporte público que permita tener menos automóviles en las calles, señaló el experto.
Las restricciones a la circulación en los últimos años, además de su propósito ambiental, produjo una sensible mejoría en el tránsito congestionado de la ciudad y, en consecuencia, un debate sobre la necesidad de un mejor transporte colectivo, lo que según Romano podría impulsar políticas en ese sentido. (FIN/IPS/mo/ag/en/99