La maquinaria propagandística del gobierno de China superó este año todas las expectativas de los ciudadanos, acostumbrados a 50 años de campañas de reafirmación de la ideología comunista y demonización de los disidentes.
Durante el último mes, los líderes del Partido Comunista concentraron su propaganda en tres frentes.
En una cruzada sin tregua contra Falun Gong, un movimiento espiritual con millones de seguidores proscripto en julio, el gobierno intentó demonizar a su líder y fundador residente en Estados Unidos, Li Hongzhi, acusándolo de intentar hundir a este país en el caos social.
Mientras, el presidente de Taiwan, Lee Teng-Hui, fue declarado enemigo número uno debido a su exhortación al relacionamiento con China "de estado a estado". Sus declaraciones fueron descriptas por el Partido como "un nuevo esfuerzo para dividir a la madre patria".
Todos los días, el Diario del Ejército de Liberación publica duros ataques contra Lee y promete aplastar cualquier movimiento separatista.
El tercer frente de batalla es más antiguo que los otros dos, aunque no tiene tanta fuerza política.
Durante meses, los funcionarios públicos de Beijing han asistido a largas sesiones de adoctrinamiento llamadas "San Jiang" (los tres hincapiés), en que son exhortados a denunciar la corrupción entre las filas del Partido y a "hablar más sobre política", como lo expresó el presidente Jiang Zemin.
"Es el 50 aniversario lo que hace trabajar tan duro a los encargados de la propaganda", opinó un funcionario de correos, en referencia a los 50 años de la fundación de la República Popular China el próximo 1 de octubre, cuya celebración es preparada por el Partido con gran fanfarria.
"Esto demuestra que no quieren ninguna manifestación ni escándalos de corrupción en vísperas del aniversario", agregó un investigador de la Academia China de Ciencias Sociales.
Pero si bien la intensidad de la campaña es una señal de la durabilidad del poder de la propaganda comunista en China, también revela la vulnerabilidad del Partido luego de medio siglo de gobierno autocrático.
El día 23, la prensa estatal declaró la victoria sobre "los últimos bastiones ideológicos" de Falun Gong luego de "una campaña masiva de varias semanas".
"Li Hongzhi y su culto Falun Gong, en los que muchos alguna vez confiaron, han sido desenmascarados en China", anunció el periódico China Daily.
Pero muchos residentes de Beijing consideran que la campaña propagandística contra la secta es un fracaso y no un triunfo.
"La gente ya está harta de los sermones. La propaganda se ha vuelto tan aburrida y omnipresente como el zumbido de una mosca", dijo un profesor universitario.
Desde que el gobierno anunció la proscripción del movimiento espiritual el 22 de julio, el público recibió constantes mensajes sobre la supuesta maldad, superstición y engaño de su líder exiliado, Li.
Falun Gong fue comparada a cultos infames como Aum Shinri Kyo, de Japón, y la Secta Davidiana de Texas, Estados Unidos.
"El Partido no quiere admitir que el único 'delito' de Falun Gong fue la manifestación realizada el 25 de abril frente a Zhongnanhai", dijo un taxista de nombre Huang. "Eso los asustó mucho".
Ese día, 10.000 seguidores de la secta rodearon Zhongnanhai, la sede de los líderes del Partido Comunista, para exigir el reconocimiento oficial de su movimiento, en la mayor protesta pública realizada en Beijing desde el movimiento estudiantil por la democracia, en 1989.
La protesta enfureció a Jiang Zemin, jefe del Partido, quien aparentemente no tenía conocimiento previo de la manifestación y ordenó entonces una investigación del movimiento, que resultó prohibido tres meses después.
Esta semana marcó el fin de la difamación de Falun Gong, pero la campaña de "los tres hincapiés" contra la corrupción no muestra señales de terminar a corto plazo, y hay una razón muy poderosa para ello.
El auditor general Li Jianhua conmovió al público la semana pasada al anunciar que unos 14.000 millones de dólares de fondos públicos fueron malversados en la primera mitad de 1999.
La cifra representa un cuarto de los ingresos del gobierno central, y siete veces el fraude admitido en todo 1998.
Es posible que la campaña de los tres hincapiés haya ayudado a los auditores a descubrir la maniobra, pero queda por ver si ayudará al gobierno a detener la corrupción, que amenaza con destruir al Partido, tal como lo advirtió Jiang hace ya cuatro años.
Pero sin duda la campaña más efectiva es la propaganda contra Taiwan, a la que Beijing considera una provincia renegada desde que las fuerzas nacionalistas se refugiaron en la isla en 1949 luego de ser derrotadas por el ejército comunista de Mao Zedong.
Las autoridades chinas dejaron claro que no tolerarán ningún paso hacia la independencia, representado por las recientes declaraciones del presidente Lee.
La semana pasada, el China Business Times declaró que la guerra con Taiwan era "inminente", mientras otro medio oficial de prensa sostuvo que China continental podría conquistar la isla en cuatro o cinco días, a pesar de la avanzada tecnología militar de Taiwan. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/ip/99