Ontario, la provincia más poblada de Canadá, es la segunda mayor fuente de contaminación de este país y de Estados Unidos, tras el estado de Texas.
Un estudio basado en datos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) revela que Ontario, la segunda provincia canadiense en tamaño, pasó del tercer al segundo lugar en los puestos de contaminación en Canadá y Estados Unidos.
Texas permaneció en el primer lugar, y Louisiana y Ohio, ambos en Estados Unidos, ocupan la tercera y cuarta posición respectivamente.
Los grupos ambientalistas culpan por los problemas de contaminación en Ontario al gobierno neoconservador, que prácticamente desmanteló su departamento ambiental desde 1995.
El estudio de la Comisión para la Cooperación Ambiental señala que la mitad de las 50 mayores fuentes de contaminantes de Canadá se encuentran en Ontario, y dos de ellas, Co-Steel Lasco, en la localidad de Whitby, e Inco, en Sudbury, se encuentran entre las 25 mayores contaminadoras.
Co-Steel Lasco arroja gran cantidad de cinc a un pozo próximo al lago Ontario. Inco opera una gran fundición de níquel y cobre en la ciudad de Sudbury, que es la peor fuente de contaminantes causantes de la lluvia ácida en América del Norte.
El jefe de gobierno de Ontario, Michael Harris, niega que su administración sea la responsable del aumento de la contaminación y alegó que el estudio se basa en estadísticas anticuadas, aunque los autores del mismo aseguran que trabajaron con los últimos datos disponibles.
El TLCAN creó la Comisión para la Cooperación Ambiental para controlar el impacto ecológico adverso del tratado, criticado por ambientalistas que temen que el pacto obligue a Canadá a mitigar sus leyes ambientales para igualarlas a las de Estados Unidos.
El estudio revela que el grado general de contaminación industrial en Canadá y Estados Unidos descendió 2,3 por ciento a 1.225 millones de kilos en 1996, comparado con 1995, lo cual confirma la tendencia a la baja de los primeros dos informes de la comisión.
Ontario produjo 68:763.262 kilos de contaminación industrial en 1996, o sea 7,4 por ciento menos que en 1995, pero lo suficiente para desplazar al estado de Louisiana del segundo lugar. Texas, en el primer lugar, produjo más de 122 millones de kilogramos de contaminantes.
El estudio no incluyó a México, el otro socio del TLCAN. La Comisión para la Cooperación Ambiental concluirá un análisis de la situación mexicana en los próximos meses.
Los principales contaminadores de Ontario se encuentran en algunas de las zonas más aisladas de América del Norte. Fábricas de pulpa y de papel en el norte poco habitado de la provincia contaminan el aire con compuestos de azufre y arrojan al agua millones de litros de residuos todos los años.
La gran chimenea en la fundición de Inco en Sudbury es culpada por la lluvia ácida que destruyó a muchos lagos en zonas a cientos de kilómetros de la región minera.
El jefe de gobierno Harris dijo que el estudio se basa en datos de 1996 y no incluyó un programa de la provincia para verificar las emisiones de los automóviles, en el contexto de una campaña para reducir la contaminación del aire en la ciudad de Toronto y otras próximas a la frontera con Estados Unidos.
"En el primer año de nuestro gobierno, no hemos mejorado mucho (en materia ambiental), es verdad. Pero creo que estamos mejorando. Es una prioridad que tenemos", declaró, y agregó que tanto su gobierno como la anterior administración socialdemócrata cuestionaron la metodología de la investigación.
El gobierno de Harris redujo en 40 por ciento el presupuesto del Ministerio del Ambiente de Ontario desde 1995.
Limitó el Ministerio a un departamento de segundo orden y delegó gran parte de sus responsabilidades a otros departamentos. Se despidieron inspectores, y el sistema de reintegro de impuestos fue restructurado a favor de la industria.
El ministro actual, Tony Clement, es considerado posible líder de la próxima generación de neoconservadores canadienses.
Clement afirma que no corresponde que el informe compare las toneladas de una provincia altamente industrializada como Ontario, con 10 millones de habitantes, con zonas más pequeñas y menos industrializadas, como la provincia de la Isla del Príncipe Eduardo o el estado de Arkansas.
No hace falta cambiar radicalmente la legislación ambiental de Ontario, sostuvo. "Las leyes ya las tenemos. Estamos trabajando para que se respeten más", dijo. Pero no todos comparten sus palabras.
"No hay razón para esperar que mejore la gestión de Ontario", dijo Mark Winfield, director de investigación del Instituto Canadiense para el Derecho y la Política Ambientales, de Toronto, y autor de varios informes negativos sobre las políticas ambientales de la provincia.
"Cuando tantas voces calificadas presentaron tanta evidencia de graves problemas ambientales en la provincia, de las condiciones de deterioro, y del impacto que tiene la situación en la salud de la población, uno se pregunta qué hace falta para que actúe el gobierno", comentó. (FIN/IPS/tra-en/mb/mk/aq/en/99