La privatización de las telecomunicaciones en Brasil cumplió un año con un crecimiento explosivo de la cantidad de teléfonos y también de quejas por la mala calidad del servicio.
Cerca de 10 millones de nuevos teléfonos fueron instalados desde que el gobierno vendió, el 29 de julio de 1998, las 27 empresas que componían el sistema nacional.
El total alcanzó unos 34 millones, estimó el Ministerio de Comunicaciones. Se duplicó desde fines de 1997 y hay ahora 20 teléfonos cada 100 brasileños. Las proyecciones prevén un aumento de hasta 80 por ciento en los próximos dos años y medio.
La telefonía móvil, un fenómeno de expansión muy superior a las previsiones, alcanzó cerca de diez millones de teléfonos en funcionamiento hoy, con un crecimiento de casi 70 por ciento en 12 meses.
La industria electrónica, que esperaba vender 4,5 millones de teléfonos celulares este año, elevó al menos 50 por ciento sus previsiones.
Esa inesperada demanda responde principalmente al servicio de teléfonos de cuenta prepagada, por el cual el usuario adquiere créditos por un tiempo limitado de comunicación y los renueva según su deseo.
El sistema permite al usuario fijar un gasto mensual máximo y se reveló perfecto para las capas más pobres, los trabajadores y microempresarios informales, que pueden recibir pedidos en cualquier parte, y para los adolescentes o niños que los padres buscan controlar a distancia.
La revolución, sin embargo, se limitó a la cantidad. Las empresas operadoras, en especial de telefonía fija, no lograron mantener siquiera la calidad precaria del servicio anterior y pasaron a ser los principales blancos de las quejas de usuarios.
La telefonía respondió por 51,3 por ciento de las quejas presentadas a los organismos oficiales de protección al consumidor en los cinco primeros meses de este año. Las empresas de asistencia médica colectiva se ubicaron en segundo lugar, con 4,6 por ciento.
La privatización se hizo aun más impopular a inicios de julio, cuando cambios en las llamadas de larga distancia causaron caos en el sistema telefónico nacional durante una semana. El objetivo era hacer efectivo el fin del monopolio en esta área, que pasó a ser brindado por varias empresas competidoras.
El modelo institucional de las telecomunicaciones implantado en Brasil con la privatización, imponiendo la competencia en todas las áreas y tipos de servicio, es uno de los mejores del mundo, según el experto Ethevaldo Siqueira, director hace más de dos décadas de la Revista Nacional de Telecomunicaciones.
Pero faltó prever un órgano de coordinación de las operaciones en la compleja red de telefonía, ausencia que favoreció el caos que se suscitó con la implantación de la competencia en el serivio de larga distancia, evaluó Siqueira.
El país fue dividido en ocho áreas para la telefonía celular, cada una servida por dos empresas operadoras. En la telefonía fija hay cuatro empresas que pasarán a competir a partir de fin de año. En total serán 25 empresas operando en bases territoriales que no coinciden.
La Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) fue creada para regular la actividad, establecer normas, hacerlas cumplir e imponer sanciones, no para coordinar la operación.
El presidente de Anatel, Renato Guerreiro, restó dramaticidad a los problemas de la transición, y destacó, en cambio, el avance en la democratización del teléfono ocurrido en Brasil.
En diciembre de 1994, 98 por ciento de los teléfonos residenciales se concentraba en 43 por ciento de las familias de mayor ingreso. Es decir, a una mayoría de 57 por ciento de la población le correspondía solo dos por ciento de las líneas, recordó Guerreiro.
Las confusiones ocurridas en ese proceso, como atrasos en la instalación de líneas ya pagadas, números de teléfonso equivocados, dificultad en completar llamadas y cobros indebidos, afectaron, sin embargo, la imagen de la privatización, pese a sus beneficios.
Una encuesta hecha por el diario O Estado de Sao Paulo y divulgada el domingo reveló que 82 por ciento de la población del estado de Sao Paulo considera que el servicio telefónico privatizado es peor que el estatal anterior. Solo 11,2 por ciento dijo que había mejorado. (FIN/IPS/mo/mj/dv if cr/99