La tensión entre Colombia y Venezuela crece, concentrada en la compleja frontera de más de 2.000 kilómetros de largo que comparten.
Los gobiernos protagonizan una guerra de declaraciones sobre la incidencia de la violencia colombiana en el área, mientras Venezuela mantiene la decisión unilateral de ordenar el trasbordo de las cargas en la frontera de camiones colombianos a otros de este país.
El enrarecimiento de las relaciones provocó la convocatoria a una reunión de cancilleres para fines de este mes, y fue el punto fundamental de las conversaciones entre los vicecancilleres el jueves y viernes en Bogotá.
La disputa con mayores repercusiones se inició el 9 de agosto, cuando el presidente venezolano Hugo Chávez declaró que podría reunirse con la guerrilla de Colombia sin autorización del gobierno de ese país.
Chávez hizo el comentario tras agradecer a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) la devolución de un avión venezolano secuestrado y de sus pasajeros. El grupo guerrillero negó la autoría del hecho, aunque la aeronave aterrizó en una de sus pistas clandestinas en territorio colombiano.
El comentario provocó reacciones del gobierno colombiano, que demandó respeto al principio de no intervención. La cancillería venezolana alegó que si hay reunión sería en este país, con el fin exclusivo de evitar incursiones guerrilleras procedentes del país vecino.
Durante más de 10 días, el intercambio de declaraciones incluyó acusaciones mutuas sobre falta de vigilancia en la zona de frontera, donde son habituales los secuestros, la extorsión y otros delitos atribuidos a guerrillas, narcotraficantes y paramilitares colombianos.
Los comentarios se intensificaron esta semana. El ministro de Relaciones Exteriores colombiano, Guillermo Fernández, dijo el miércoles que si Venezuela "tiene problemas para controlar su territorio por actos de grupos irregulares colombianos que son lamentables", debería recurrir a mecanismos institucionales.
Fernández pidió a otros países "no venir con el cuento de que todo es culpa de Colombia".
Por su parte, el presidente colombiano Andrés Pastrana habló al país para advertir que no admitiría presiones foráneas "ni acciones que menoscaben la dignidad de un pueblo que ha tenido que sufrir y realizar enormes sacrificios".
El gobierno venezolano, que había insistido en el derecho a negociar con la guerrilla para proteger su territorio, en declaraciones que implicaban la presencia de otros "factores de poder" en Colombia, optó por un discurso más conciliatorio.
Chávez aseguró a la prensa extranjera en Caracas que su objetivo primordial es contribuir a la paz en Colombia, y dijo que si se produjera una reunión suya con la guerrilla le gustaría contar con la presencia de Pastrana.
"Yo quiero ayudar", dijo Chávez.
El canciller venezolano, José Vicente Rangel, dijo que prefería utilizar un tono más moderado en sus respuestas a Colombia para evitar "una escalada retórica, inútil y contraproducente para ambos países".
Pero Rangel fue más duro al calificar como "irrespetuosas" declaraciones del parlamentario colombiano Manuel Velázquez, quien había acusado a Chávez de "populista ciclotímico".
"No es posible que se diga que el presidente venezolano es un loco en el seno del Congreso (legislativo) y que eso no tenga ninguna respuesta", comentó Rangel, para quien algunos políticos colombianos buscan en Venezuela "un factor de distracción" a problemas internos.
"Lamentablemente nos han escogido a nosotros", dijo.
Entretanto, Colombia anunció el miércoles posibles represalias para compensar los daños causados por el trasbordo obligatorio en la frontera de las cargas que se dirigen a Venezuela de camiones colombianos a camiones venezolanos, impuesto por el gobierno de Chávez.
Venezuela sostiene que el trasbordo responde a la situación de inseguridad en Colombia, donde los camioneros de este país no se atreven a ingresar. "Nuestros conductores a veces no regresan", comentó Chávez.
Colombia protestó la medida ante la Comunidad Andina (CAN) a la cual ambos países pertenecen. El organismo de integración pidió a Venezuela levantar la medida, pero este país anunció que la mantendrá mientras apela esa decisión.
La medida que obliga a traspasar las cargas e impide la entrada de camiones colombianos a Venezuela, se produce justamente cuando hay alarmantes versiones sobre una fuerte disminución en el otrora floreciente comercio bilateral.
De acuerdo con cálculos difundidos a ambos lados de la frontera, el intercambio que alcanzó 2.500 millones de dólares en 1998 podría bajar hasta los 1.500 millones este año, principalmente a causa de la recesión económica entre ambos países. (FIN/IPS/lc/mj/ip/99) = 08202105 NYC101