Los ecologistas de Corea del Sur esperaban que el presidente Kim Dae Jung aplicaría medidas respetuosas del ambiente, a diferencia de sus autoritarios predecesores, pero se han desilusionado.
Kim, que había sido un popular político opositor y reformista, asumió el gobierno en febrero de 1998, y los ambientalistas declararon que se ha vuelto el principal contaminador del país, porque archiva políticas verdes e impulsa proyectos peligrosos, como la construcción de diques.
El incumplimiento de promesas electorales sobre política ambiental ha hecho crecer la desconfianza ante las declaraciones oficiales, e incluso quienes no son activistas dejaron de creer al gobierno cuando asegura que no hay nada concreto acerca de un proyecto considerado ecológicamente destructivo.
En la provincia central de Sichún, por ejemplo, funcionarios gubernamentales dijeron a preocupados residentes de una aldea en el Monte Chiri que no se ha decidido construir un nuevo dique, pero hubo informes sobre personas desconocidas que vigilan el área discretamente y realizan, al parecer, exámenes geológicos.
Los lugareños escucharon rumores de que se construiría una represa en torno a su comunidad, para abastecer de agua potable a quienes habitan en el cauce inferior de la corriente fluvial que nace en el Monte Chiri. Si así fuera, desaparecerían no sólo los lagos y valles que rodean la aldea, sino toda la comunidad.
"¿A qué otro lugar puedo ir a esta edad? La construcción del dique significará el fin para mí", señaló Soe Young-Chae, de 67 años, quien ha pasado la mayor parte de su vida produciendo caquis y miel en su granja, ubicada en una ladera del Monte Chiri.
Los ambientalistas admitieron que no tienen pruebas de que las autoridades estén impulsando el proyecto, pero señalaron que tampoco existen evidencias que indiquen lo contrario, a pesar de que el presidente declaró que no pensaba que el gobierno debiera llevar adelante la construcción de un dique, dada la aparente oposición al proyecto.
También temen que el partido de gobierno olvide las promesas sobre políticas ambientales que hizo antes de la elección de Kim, para ganar las elecciones parlamentarias de abril del año próximo.
Los activistas recordaron que el mes pasado las autoridades levantaron las restricciones establecidas para proteger el ambiente en 30 por ciento del llamado "cinturón verde", que había prometido proteger cuando era candidato a la presidencia.
El "cinturón verde", que representa cerca de 5,4 por ciento del territorio del país, fueron creado para frenar la hipercomercialización de algunas áreas. Al restringir el desarrollo en esos lugares, la contaminación tambien pudo ser limitada.
Los propietarios de terrenos en esas zonas venían reclamando desde hace tiempo que fueran "liberadas" de restricciones, y los ambientalistas afirmaron que Kim cedió ante el poderoso grupo de presión de los terratenientes, en parte para lograr su apoyo en los próximos comicios.
Los precios de las propiedades en terrenos que integraban el "cinturón verde" y fueron "liberadas" subieron vertiginosamente.
Los activistas dijeron que no sería una sorpresa que el gobierno construyera una represa en Sichún, porque hay más votantes en las zonas que serían abastecidas de agua potable con ese proyecto que en la comunidad que sería destruida.
Yang Un-ji, un ingeniero ambientalista de la Universidad de Kyungnam, opinó que no sería tan malo que el gobierno construyera algunos diques porque está preocupado por el suministro de agua. Pero también señaló que sería algo totalmente distinto que la decisión "se deba a presiones políticas".
Yang dijo que la estatal Corporación Coreana de Recursos Acuíferos quizá sea una de los principales grupos que presionan para que se construyan más diques.
Esa empresa "está hambrienta de construir diques, porque si no lo hace deberá despedir a por lo menos 60 por ciento de sus trabajadores", explicó.
La corporación estuvo involucrada en una polémica con los ambientalistas respecto de la construcción de una represa cercana a la ciudad oriental de Yongwol.
La compañía estatal arguyó que ese proyecto era necesario para para controlar las inundaciones del río Han, y prevenir la escasez de agua en Seúl, prevista para el año próximo. Sin embargo, las protestas públicas determinaron que la construcción de la represa se detuviera.
Los activistas afirmaron que el gobierno guarda silencio sobre sus planes en Sichún porque quiere evitar que ocurra lo mismo que en Yongwol. Que las autoridades callen no quiere decir que no vayan a actuar para conseguir lo que quieren, advirtieron. (FIN/IPS/tra-en/amy/cb/ego/mp/en ip/99)