La Comunidad Ecológica de Peñalolén, que se comenzó a gestar hace 19 años en las faldas cordilleranas de la capital de Chile, se apresta a recibir su partida oficial de nacimiento que la consagrará como un santuario ambiental.
Las 350 familias que habitan las 153 hectáreas de la comunidad pueden constituirse en un ejemplo para futuros planes de poblamiento de la precordillera de Santiago, calificada como ambientalmente vulnerable.
Peñalolén es uno de los 34 municipios que configuran el Gran Santiago, núcleo a su vez de la Región Metropolitana, donde residen unos cinco millones de personas, es decir más de un tercio de los 14 millones de chilenos.
Con el propósito de controlar el crecimiento territorial anárquico de la ciudad, las autoridades establecieron un nuevo Plan Regulador que redujo la superficie urbanizable en el futuro de 99.935 a 59.330 hectáreas.
Este mismo plan apunta a alcanzar una densidad poblacional de hasta 450 habitantes por hectárea en la capital, para estimular así la construcción en altura e impedir que la expansión urbana siga absorbiendo tierras de vocación agrícola.
Estas coordenadas no sólo son difíciles de aplicar en las comunas del sector este de Santiago, que se extienden hasta las faldas de la cordillera, sino que además resultan inconvenientes, dadas las características de los suelos.
El poblamiento descontrolado en áreas precordilleranas de muncipios como el propio Peñalolén y La Florida trajo aparejados procesos de deforestación y erosión de los suelos, que facilitaron aluviones y otros desastres.
Estos fenómenos tuvieron su origen en ocupaciones de lomas y quebradas por parte de familias pobres, que levantaron allí viviendas precarias sin una infraestructura adecuada de servicios ni de vías de evacuación de aguas.
Los "campamentos", como se denomina en Chile a las barriadas que surgen de ocupación de tierras, contribuyen a contaminar la capital con polvo en suspensión al carecer de calles asfaltadas.
Por ello, los planes de poblamiento de los sectores precordilleranos deben tener características especiales, de acuerdo a los expertos, para preservar las condiciones naturales y a la vez impedir desastres y contaminación.
El alcalde de Peñalolén, el arquitecto Carlos Alarcón, señala que hay sectores de su comuna, en las proximidades de la cordillera de Los Andes, con una densidad de 100 habitantes por hectárea, lo cual es inconveniente desde el punto de vista ambiental.
El Consejo Regional Metropolitano aprobó este mes el plan seccional de la Comunidad Ecológica de Peñalolén, que establece una densidad de sólo 25 y 50 habitantes por hectárea.
La comunidad está conformada por propiedades de 1.000 y 2.000 metros cuadrados, adquiridas hace 19 años por sus actuales habitantes a precios relativamente bajos, cuando se parceló el fundo (hacienda) Lo Hermida Alto.
Los primeros en llegar, en 1980, fueron 14 personas de estrato socioeconómico medio-alto, que en su mayoría habían vivido fuera de Chile, forzados a emigrar transitoriamente tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
Alejandro Garrós, uno de los fundadores de la comunidad, señaló que tanto en el diseño de sus casas como en el uso de la tierra y en la relación con el ambiente aplicaron lo que habían aprendido en diversas partes del mundo.
La inspiración básica, señaló Garrós, está en los métodos conservacionistas de tres ciudades latinoamericanas declaradas patrimonio de la humanidad: Antigua de Guatemala, San Miguel de Allende, de México, y Colonia de Sacramento, de Uruguay.
Gracias al plan seccional, la comunidad conservará un estilo de construcción de las viviendas basado en el empleo de la madera, adobes y materiales reciclados, con cercos flexibles en las propiedades para el libre desplazamiento de la fauna.
Los cierres externos son de pircas (cañas y barro), los sistemas de iluminación se montan en postes de madera, con iluminación tenue, y en los tendidos eléctricos se usa un cable forrado, conocido en Buenos Aires, para no dañar los árboles.
La comunidad dispondrá de los desechos mediante sistemas de reciclaje de basura y de compactación de residuos orgánicos de acuerdo al plan seccional.
Esta valiosa experiencia será recogida en testimonios escritos y gráficos en un libro que prepara Garrós y que tendrá un ilustrativo título: "Arte de Habitar. El Recurso de Reciclar". (FIN/IPS/ggr/ag/en/99