La represa de Farakka, cerca de la frontera entre India y Bangladesh, donde el río Ganges se divide en sus dos corrientes principales, ha sido un motivo central de disputas diplomáticas en el sur de Asia durante los últimos 25 años.
Una de las dos corrientes del Ganges va desde Farakka hacia el sur, y en sus orillas se ubica el puerto de Calcuta, al este de India. La otra corriente se dirige hacia el este, a Bangladesh.
El embalse fue construido allí para asegurar que fluya suficiente agua hacia el sur, de modo que el puerto de Calcuta, uno de los principales para el comercio internacional de India, sea navegable durante la estación seca que antecede a los monzones.
Nueva Delhi y Dhaka firmaron hace tres años un acuerdo para compartir el agua durante la estación seca, pero siguen disputando por lo que muchos consideran el recurso natural más importante de la región.
Las tierras que circundan el embalse de Farakka están llenas de granjas y lagunas rebosantes de peces. La cuenca del Ganges y sus afluentes del Himalaya alberga ganado y abundantes cultivos, y se ha convertido en una garantía de la seguridad alimentaria de millones de personas de ambos países.
Por ese motivo, años de negociaciones diplomáticas y varios acuerdos para compartir el agua del río no lograron satisfacer por completo a Bangladesh, donde la cuestión de la represa de Farakka enciende pasiones políticas.
La disputa se debe a la diferencia de apreciaciones acerca de los efectos negativos del embalse sobre la agricultura, la pesca y la industria de Bangladesh, y se centra en la búsqueda de procedimientos para lograr que aumente el caudal del Ganges en Farakka durante la estación seca.
Farakka es un ejemplo de la profundización de la crisis del agua en el sur de Asia, donde la escasez de ese recurso podría agravar el problema de la falta de alimentos y causar grandes pérdidas económicas, si los gobiernos no resuelven sus diferencias de forma más madura, señalaron los expertos.
Los ríos no respetan las fronteras nacionales, así que es esencial que Bangladesh, Bhután, India y Nepal dejen de tratar el problema del agua desde perspectivas exclusivamente nacionales, añadieron.
El Ganges y el Brahmaputra, que son los ríos más grandes del Himalaya, forman junto a sus afluentes la tercera cuenca más grande del mundo (después de la del Amazonas y la de Congo-Zaire), con un flujo anual de 1,4 billones de metros cúbicos de agua.
Sin embargo, los 500 millones de habitantes de la cuenca del Ganges-Brahmaputra tienen una de las disponibilidades de agua por persona más bajas del mundo. Una de las razones es que en Asia meridional llueve demasiado en un período muy corto de tiempo.
La mayor cantidad de lluvias se produce durante los cuatro meses de los monzones, que comienzan en junio. En el mes de agosto el flujo del Ganges y el Brahmaputra es 20 mayor que en el mes de enero. según mediciones realizadas en Bangladesh.
Se calcula que la población de la cuenca, donde existe la mayor concentración mundial de pobreza, se duplicará en las próximas tres décadas, y que al mismo tiempo aumentará significativamente la demanda industrial de agua.
El control del agua es una clave para mejorar la calidad de vida de la región, pero esto implica confianza mutua y capacidad de coordinación entre los gobiernos, algo que hasta ahora no ha existido.
La otra gran disputa regional por el agua ocurre entre India y Nepal, que aún no confía en Nueva Delhi lo suficiente para asociarse en la construcción de represas.
La cooperación en relación con el agua entre India y Nepal comenzó en los años 20, cuando Gran Bretaña, que entonces dominaba colonialmente India, construyó un embalse sobre el río Mahakali, que marca la frontera occidental con Nepal.
India construyó otra represa sobre el río Kosi, cerca de la frontera oriental con Nepal, pocos años después de independizarse de Gran Bretaña.
Los partidos opositores de Nepal han acusado al gobierno de ese país, desde entonces, de haber vendido los intereses nacionales a India, que según ellos se apropió de la mayor parte de los beneficios de las represas.
La consecuencia de esas acusaciones fue una enmienda en la Constitución de Nepal, que exige que cualquier tratado bilateral vinculado con el control de los recursos naturales sea ratificado por una mayoría parlamentaria de dos tercios.
La desigualdad de los países de la región a la hora de negociar quién controla el agua es un punto clave. Un claro ejemplo fueron las conversaciones entre India y el pequeño reino de Bhután, en el Himalaya, durante la construcción de la represa Chukha Hydel, sobre el río Wangchu, de Bhután.
La represa fue enteramente financiada y construida por India, que es el único comprador de su excedente de energía eléctrica. Según el ingeniero Bhim Subba, que trabajó para el gobierno de Bhután en ese proyecto, India "hizo todo según sus propias condiciones".
Los opositores a la construcción de grandes represas en Nepal sostienen que a ese país puede ocurrirle lo mismo que a Bhután. La capacidad de producción de energía hidroeléctrica de Nepal, calculada en más de 45.000 megawatts, supera con creces la demanda nacional, e India sería el único comprador del excedente. (FIN/IPS/tra-en/mu/rdr/ceb/mp/en ip/99