La Convención sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil adoptada por la OIT no tendrá ningún impacto en Birmania, cuyo gobierno militar se caracteriza por violar regularmente los derechos de niños y niñas, advirtieron analistas.
Thaint Wunna Khin, un niño de tres años, se convirtió en julio en el preso de conciencia más joven del mundo al ser detenido por la junta militar junto con su madre, una disidente política.
Aunque el hecho conmocionó al resto del mundo, fue sólo un asunto de rutina para los generales que gobiernan Birmania, donde el trabajo infantil y el reclutamiento de niños soldados son hechos cotidianos.
Según los analistas, la situación no cambiará a menos que haya reformas políticas fundamentales hacia la democracia y mejoren las condiciones de vida de la población del país.
Por esas razones, advirtieron que una nueva convención internacional que prohíba las peores formas de trabajo infantil no tendrá ningún efecto en las condiciones de vida de las niñas y los niños birmanos.
En junio, una conferencia organizada por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) aprobó por unanimidad la Convención sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil, que obliga a los firmantes a adoptar medidas eficaces inmediatas para prohibir y eliminar las peores formas de trabajo infantil.
Entre las "peores formas de trabajo infantil" de acuerdo con la convención, están "la esclavitud o prácticas similares a la esclavitud, como la venta y tráfico de niños, esclavitud a cambio del perdón de una deuda, servidumbre y trabajo forzado u obligatorio, y reclutamiento forzado u obligatorio de niños para su participación en conflictos armados".
"Sin embargo, el verdadero problema en Birmania es que a los gobernantes militares no les importa ninguna convención internacional", dijo Aye Saung, portavoz de la Alianza Democrática de Birmania.
Como en otros países en desarrollo pobres, el trabajo infantil es muy común en los centros urbanos de Birmania, donde los niños son utilizados como trabajadores domésticos.
Algo particularmente perturbador es el uso extendido de los niños en los largos conflictos civiles del país y para trabajos forzados.
Aunque no hay cifras confirmadas, los observadores de Bangkok dijeron que los números varían, y que en algunos casos hasta la mitad de algunos batallones está compuesta por niños menores de 18 años.
De los 48 millones de habitantes de Birmania, más de nueve millones tienen entre 15 y 24 años, 18,75 por ciento del total.
"En la guerra civil, los niños se convirtieron en víctimas o participantes del conflicto armado", señaló el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en un documento sobre "Iniciativa de Paz Integrada y Desarrollo en Myanmar" (Birmania).
La junta militar, también conocida como el Consejo de Paz y Desarrollo Estatal, gasta hasta 50 por ciento de su presupuesto en armas para combatir a decenas de grupos étnicos de todo el país.
La mayoría de los jóvenes reclutas del ejército están en las áreas fronterizas de Birmania, que son semilleros de rebeliones étnicas armadas.
"Los niños son obligados a ingresar al ejército debido a la combinación de pobreza y represión", de acuerdo con un informe sobre niños soldados realizado por Images Asia, una organización no gubernamental por los derechos humanos con sede en Tailandia, que trabaja en Birmania.
El atractivo de reclutar niños para varios grupos consiste en su 'obediencia' y en que están dispuestos a realizar incluso las tareas más duras.
"En el ejército birmano los niños soldados son utilizados para la ejecución de sospechosos insurgentes, supervisión de trabajos forzados, con golpizas en caso de ser necesario, colocación de minas terrestres y espionaje", según el informe de Images Asia.
A su vez, estos jóvenes soldados no reciben un mejor trato. Trabajan demasiado, se les paga poco, son golpeados con frecuencia por sus superiores y se les niegan necesidades básicas como alimentos adecuados y asistencia médica. Cientos de ellos huyen a la selva.
El reclutamiento de niños como combatientes, tanto forzado como voluntario, aumentó significativamente con los años, en parte debido a la sofisticación de las armas utilizadas. Al ser más livianas y fáciles de disparar, su uso por niños es mucho más fácil que antes.
Aunque muchos jóvenes fueron reclutados a punta de pistola y mediante la intimidación y el secuestro, la pobreza y el analfabetismo también desempeñan un papel importante.
Birmania, con un producto interno bruto por persona de entre 200 y 300 dólares por año, es uno de los países más pobres del mundo en desarrollo, donde la tendencia de los niños que no tienen otra formación a alistarse en grupos armados es mayor.
Desde la llegada al poder de los militares en 1962, el número de inscripciones en la enseñanza primaria cayó abruptamente.
Según un informe de Unicef del año pasado, menos de un tercio de los niños birmanos terminan la enseñanza primaria, uno de los porcentajes más bajos del mundo. La tasa de finalización de la escuela primaria en Birmania fue de 27 por ciento el año pasado, en comparación con 81 por ciento en Vietnam.
En junio, la OIT aprobó una resolución que niega a Birmania toda clase de asistencia técnica por no poner fin a su práctica de trabajo forzado, de la que se dijo que "no es otra cosa que una forma de esclavitud contemporánea".
Se trata de la sanción más severa que la OIT puede imponer, puesto que no tiene poder para expulsar a sus miembros. Birmania se unió a la convención de la OIT en 1955.
En un informe irrecusable del año pasado, la OIT concluyó que la obligación de Birmania de eliminar el trabajo forzado estaba siendo violada por la junta "de manera amplia y sistemática, con total indiferencia por la dignidad humana, la seguridad y la salud y las necesidades básicas de las personas".
Según la OIT, miles de aldeanos son obligados, con frecuencia por los militares, a trabajar por poca o ninguna paga como porteros, mensajeros o trabajadores en la construcción de calles, vías ferroviarias, puentes y granjas.
Muchos de ellos son niños, enviados por las familias para evitar perder a los trabajadores adultos, que son la fuente de ingresos del hogar. Más de 800.000 personas están sujetas a trabajos forzados en Biramania.
El gobierno niega la existencia de trabajo forzado y afirma que todo el trabajo no pago es totalmente "voluntario".
Algunos observadores están perturbados por una advertencia realizada por Estados Unidos y otros firmantes de la convención de la OIT sobre las "Peores Formas de Trabajo Infantil", que permite el reclutamiento de menores por el ejército en caso de "alistamiento voluntario".
Afirmaron que el régimen birmano probablemente explotará cualquier pretexto como parte de sus esfuerzos para obtener legitimidad internacional. (FIN/IPS/tra-en/tag/js/at-mlm/hd/99