ASIA: Falla del 2000 provoca inquietud financiera

A medida que se acerca el próximo año crece la inquietud por el efecto que tendrá la falla del 2000 en la percepción del riesgo financiero de países, mercados y compañías, y por los posibles movimientos de capitales que pueda provocar.

La preocupación es intensa en Asia, región en la que los movimientos de capitales causaron en 1997 una crisis monetaria que provocó quiebras, recesiones y devaluaciones en países vulnerables, cuyas consecuencias también perjudicaron a Rusia, y luego a Brasil.

El sector financiero es la principal preocupación de los expertos que intentan solucionar los problemas técnicos que se espera ocurran cuando los sistemas computarizados programados para leer los códigos de fecha de dos dígitos malinterpreten el año 2000, o "00" en el sistema de dos dígitos, por 1900.

En junio, el embajador de Pakistán ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y presidente del comité de informática del foro mundial, Ahmad Kamal, aseguró que se había prestado mucha atención a limitar el riesgo de fallas en las redes financieras mundiales.

Pero el sector financiero sigue siendo el más vulnerable porque su viabilidad depende principalmente de la confianza del público, un factor psicológico difícil de prever o controlar.

A medida que se produzcan denuncias o rumores de problemas relacionados con la falla del 2000, variará la percepción de los riesgos de firmas, sectores y países.

Y a medida que varíe la percepción de los riesgos, los administradores y depositantes trasladarán sus capitales de las zonas de alto riesgo a las de bajo riesgo.

Este es un comportamiento económico racional, parte de la fría lógica de las finanzas y la inversión. Es la forma en que actuaron los administradores de fondos cuando retiraron sus capitales de Asia en 1997 para trasladarlos a zonas de menor riesgo.

Los movimientos que se deben a fluctuaciones de riesgo se deben tener en cuenta.

La mayoría de los administradores de fondos informados tendrán acceso a información similar y en consecuencia tenderán a trasladarse en direcciones similares.

Quienes carecen de información tenderán a seguir las decisiones de los mejor informados. Esto produce un "comportamiento de rebaño" o estrategia de "seguir al líder" o "a la multitud", que tiende a magnificar los cambios pequeños y causa fuertes impactos.

Si los efectos resultantes a su vez intensifican las causas, esto lleva a consecuencias mayores, que vuelven a alimentar las causas.

La retroalimentación es una fórmula para el cambio rápido, el crecimiento explosivo y la inestabilidad extrema. Al quitar las barreras a los movimientos de capital, la liberalización financiera aumentó la posibilidad de esas retroalimentaciones.

Cuando en 1997 los especuladores extranjeros corrieron a vender su moneda tailandesa y comprar dólares por temor a la depreciación del baht, la repentina demanda de dólares hizo que el baht se depreciara.

Esto fomentó el pánico y finalmente desató la crisis financiera mundial cuyas repercusiones aún se sienten dos años después.

Si la falla del año 2000 cambia las percepciones de riesgo, que luego provocan movimientos de capitales que conducen al comportamiento de rebaño, la precipitación resultante puede romper los lazos más débiles del sistema.

Las fallas en los lazos más débiles pueden llevar a una precipitación mayor, que puede recargar los otros lazos y causar fallas aún peores, pánico y el colapso del sistema.

La globalización conectó fuertemente entre sí a las economías. En consecuencia, las fallas en los países vulnerables pueden propagarse a otros, incluso aquellos que tomaron todas las medidas para evitar la falla del año 2000 y los que ni siquiera están automatizados.

La mitad de los 161 países evaluados por el gobierno de Estados Unidos tienen un "riesgo medio a alto" de sufrir fallas relacionadas con el año 2000 en sus sectores de telecomunicaciones, energía o transporte, declaró la inspectora general Jacquelyn Williams Bridgers, de la cancillería estadounidense, a un comité especial del senado de ese país.

"La situación es notablemente mejor en los sectores financiero y de agua/aguas residuales, en los que alrededor de dos tercios de los países del mundo tienen bajas probabilidades de experimentar fallas relacionadas con el año 2000", dijo el 22 de julio.

Los gobiernos pueden limitar el cambio en la percepción de riesgo para que sea innecesario evitar ese riesgo, restringir los movimientos de capitales para minimizar el comportamiento de rebaño, o mejorar la capacidad de los sistemas para absorber el impacto de ese comportamiento.

Ya es tarde para elegir la primera opción porque, debido a las tardías gestiones de conversión, las fallas relacionadas con el año 2000 seguramente ocurrirán.

El informe de Bridgers deja esto en claro. A medida que las fallas ocurran, se confirmen o sólo se especulen, flucturán las percepciones de riesgo de las compañías, lo cual provocará todo tipo de movimientos de capitales.

Detractores de la liberalización financiera defendieron durante mucho tiempo la segunda opción, o sea limitar los movimientos de capitales para evitar el comportamiento de rebaño.

Los mercados de acciones y monetario altamente regulados de China y el tipo de cambio fijo de Malasia son variaciones de esa opción.

Sin embargo, los economistas neoliberales y el Fondo Monetario Internacional se resisten a estas propuestas para restringir la maximización de las ganancias del capital. No puede esperarse que restrinjan el capital que minimiza su riesgo e incluso intenta preservarse.

Imponer restricciones como feriados bancarios y límites a los retiros simplemente minaría la confianza pública sobre la que se basa todo el sistema.

La tercera opción es mejorar la capacidad del sistema financiero para absorber el impacto de grandes movimientos de fondos y el comportamiento de rebaño, si eso es todavía posible.

Los bancos centrales pueden hacerlo aumentando los requisitos de reservas bancarias uno por ciento o más puntos cada mes hasta que pase la crisis de la falla del 2000.

De esta forma, los bancos estarán provistos de efectivo para soportar casi toda clase de retiros masivos por depositantes preocupados por la seguridad de sus fondos.

Algunos gobiernos ya hicieron esto en el pasado, bajo el disfraz de "absorber el exceso de liquidez". Esto redujo el dinero en circulación y, mientras los bancos luchaban para mantener su rentabilidad y los prestamistas competían por el circulante, aumentó las tasas de interés.

Sin embargo, en los últimos meses, países como Filipinas redujeron, en lugar de aumentar, sus requisitos de reserva bancaria obligatoria.

Aunque esta acción reduce las tasas de interés y lleva a una apariencia de recuperación de la crisis, hace que el sistema bancario sea más vulnerable a los retiros muy grandes.

Todavía hay tiempo para que el sistema corrija esta política perversa y gradualmente aumente las reservas bancarias, pero los bancos deben hacerlo de inmediato.

Dadas estas pocas opciones, tal vez la última opción se debería considerar seriamente: prepararse para lo muy probable y buscar la manera menos dolorosa de transformar lo que está resultando un sistema esencialmente defectuoso. (FIN/IPS/tra-en/rv/js/at/aq/if/99

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