El éxito de la película "Buena Vista Social Club" revivió en Estados Unidos el interés por la música de Cuba, además de reflejar la relación de amor y odio entre ambos pueblos.
En el filme documental, el guitarrista estadounidense Ry Cooder busca a antiguas estrellas cubanas del sonero como los guitarristas Compay Segundo y Eliades Ochoa, el pianista Ruben González y el vocalista Ibrahim Ferrer, actualmente ancianos.
La película no sólo tuvo enorme éxito entre audiencias de todo Estados Unidos sino que despertó gran interés por los ritmos cubanos, y esto se refleja en las tiendas de música.
Desde que Buena Vista Social Club se estrenó en el Carnegie Hall de Nueva York en julio de 1998 a sala llena, la historia de los miembros de la banda adoptó una dimensión casi mítica.
El director de cine alemán Wim Wenders muestra ahora al grupo en toda su gloria en su documental, que lleva el mismo título y es distribuido por Artisan Films.
Tal como lo muestra el filme, los ancianos músicos cubanos que forman el Club están tan fascinados con la cultura de Estados Unidos como la audiencia de este país lo está con ellos.
El documental presenta a la banda en concierto en Amsterdam, Nueva York y la Habana.
En su visita a Nueva York, Ferrer y González aparecen fascinados por las luces y felices de apreciar artefactos turísticos tan vulgares como miniaturas plásticas de la Estatua de la Libertad y del difunto presidente John Kennedy, el hombre que, irónicamente, inició el embargo contra Cuba.
Incluso en su casa de La Habana, Ferrer exhibe chucherías estadounidenses como juguetes de películas de Disney con tanto orgullo como demuestra su habilidad para cantar ritmos cubanos.
Al mismo tiempo, el documental aprovecha -y distorsiona sutilmente- la fascinación de Estados Unidos hacia Cuba desde que Fidel Castro asumió el poder en 1959 y estableció un estado socialista y retóricamente anti-estadounidense.
Wenders muestra paisajes típicamente cubanos: clásicos autos de la década de 1950, habitantes de trato fácil y calles bulliciosas. La Cuba en exhibición es la que los viejos miembros del Club representan: un país orgulloso de su pasado, con dignidad y cultura.
El filme comienza con Compay Segundo, uno de los miembros más ancianos del grupo, preguntando a los transeúntes dónde puede encontrar lo que queda del viejo Club Social Buena Vista, uno de los más populares clubes de música de La Habana.
En el camino, recibe indicaciones contradictorias y comparte sus recetas para la resaca, incluso una con cuellos de pollo.
La magia de la película se debe mucho a momentos como ése: digresivos, alegres y absorbentes. Personas como Segundo y Ferrer, sugiere Wenders, se hicieron famosas ya de mayores y son lo suficientemente sabias como para disfrutar de la vida a su propio ritmo.
El documental no es perfecto. Ry Cooder, el aclamado guitarrista estadounidense que busca a los músicos y encuentra a algunos de ellos trabajando en esquinas y retirados del ambiente musical, aparece un tanto pomposo cuando describe su misión de hallar a los grandes soneros de Cuba.
Además, la película se concentra en demasiados músicos, por lo que los más interesantes -en particular Ferrer y González- no tienen el tiempo de pantalla que se merecen.
Sin embargo, Buena Vista Social Club es muy buena en su descripción de un grupo de músicos que nunca se rindieron y fueron recompensados con el reconocimiento cuando ya pensaban que jamás llegaría.
Pocos momentos del cine moderno son tan emocionantes como la orgullosa entrada de la banda en el Carnegie Hall de Nueva York, donde brindan una actuación que hace al público estallar en aplausos.
Parte de la magia de su música yace en la tristeza de las canciones de amores perdidos, que vocalistas como Ferrer, ahora con 92 años, entonan de manera conmovedora.
Tras décadas de admiración y luego de olvido como una leyenda cantante de Cuba, Ferrer grabó finalmente su primer disco como solista, "Buena Vista Social Club presenta a Ibrahim Ferrer", en el que también participan Cooder, González y otros músicos que realizaron la gira por Amsterdam y Nueva York.
Desde el viejo éxito de Benny More "Qué bueno baila usted" hasta baladas clásicas como "Silencio" y "Cómo fue", Ferrer hace gala en su álbum de su impresionante registro y su sentido de la melancolía.
El grupo también prueba que los ritmos cubanos del pasado son una excelente música para bailar, aunque la rumba y el guaguancó hayan dado lugar en los últimos años a estilos modernos como el hip-hop. (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/mlm/cr/99