El desplazamiento del poder de los militares es el legado de los acuerdos de paz para América Central de 1987, conocidos como Esquipulas II, pero ese avance no redujo la pobreza, advirtió el ex presidente costarricense Oscar Arias, protagonista de aquel episodio.
"La mayor satisfacción que hoy puedo tener de lo que hicimos en Esquipulas es que silenciamos las armas y desplazamos del poder a los ejércitos para dárselo a la sociedad civil", dijo Arias, que obtuvo el premio Nobel de la Paz por sus iniciativas para poner fin a las guerras en América Central.
El 7 de agosto de 1987, Arias y los entonces presidentes Vinicio Cerezo, de Guatemala, José Azcona, de Honduras, José Napoleón Duarte, de El Salvador, y Daniel Ortega, de Nicaragua, firmaron en la ciudad guatemalteca de Esquipulas un compromiso para resolver los conflictos bélicos del istmo.
Los acuerdos se referían a cuestiones específicas, como la pobreza, el militarismo, la situación de los derechos humanos y la necesidad de asistencia internacional.
Arias, presidente de Costa Rica entre 1986 y 1990, señaló a la prensa extranjera, en vísperas del duodécimo aniversario de los pactos de Esquipulas II, que los gobiernos de América Central no están invirtiendo en infraestructrura y el gran problema es el lento crecimiento económico.
Lo mismo ocurre en la mayoría de los otros países latinoamericanos, agregó.
"A un ritmo de (crecimiento económico de) dos, tres o cuatro por ciento, ni siquiera disminuimos la pobreza. Tenemos que aplicar medidas que nos permitan crecer anualmente al menos seis por ciento", indicó.
Su visión coincide con el informe sobre el Estado de la Región, una investigación auspiciada por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Unión Europea, que mide el desarrollo humano en América Central.
Según el informe, el gran logro de la década de los 90 fue en América Central la consolidación del proceso democrático comenzado con Esquipulas II, y el principal defecto, la ausencia de una estrategia de desarrollo.
Ochenta por ciento de los 35 millones de centroamericanos permanecen en escalones bajos, en materia de desarrollo humano.
Pero "si en Centroamérica todavía estuviéramos en guerra estaríamos infinitamente peor que ahora y la fuga de capitales sería mayor", puntualizó Arias. La superación del militarismo "es irreversible", aseguró.
El gasto en defensa absorbía 28,3 por ciento del producto interno bruto de Nicaragua en 1989, un año antes de la renovación de autoridades por vía electoral que llevó al fin de la guerra, y en 1996, la proporción se redujo a sólo 1,5 por ciento, de acuerdo con el informe del Estado de la Región.
Arias advirtió que se posterga en América Latina la solución de problemas que exigen corrección inmediata, como la deuda interna y externa.
"Nadie quiere corregir esto, porque implica que hay que hacer cosas que nadie quiere hacer, como la venta de activos del Estado", señaló.
Agregó que en muchos países centroamericanos se invierte un tercio del presupuesto en el pago de deuda interna o externa, cuando esos recursos deberían destinarse a la construcción de nuevas carreteras y puentes o a la ampliación de servicios públicos.
También subrayó que los países latinoamericanos deben aprender la lección que les ha dejado convivir con enormes déficits fiscales, causantes de inflación e inestabilidad.
Así mismo, utilizó la experiencia centroamericana para analizar la situación de Colombia, atrapada en un conflicto armado que ha puesto en alerta a los países vecinos.
"En América Central, los militares se dieron cuenta de que no iban a eliminar a la guerrilla y por eso se sentaron a dialogar con ella; el problema de Colombia es que la guerrilla no ha mostrado ninguna voluntad de arreglar la situación", expresó.
Para Arias es necesario que Colombia internacionalice su conflicto, es decir, que solicite la mediación de otros gobiernos.
"Pero de gobiernos cuyos países inspiren confianza, como Noruega, Holanda o Suecia, u no Estados Unidos. En este sentido, a Washington no hay que pedirle ayuda", afirmó. (FIN/IPS/nms/ff/ip dv/99
